Los debates que nos estamos perdiendo - Núm. 20, Mayo 2016 - Revista Divergencia - Libros y Revistas - VLEX 844406318

Los debates que nos estamos perdiendo

AutorAlejandro Delgadillo Ávila
CargoEgresado de la Facultad de Economía de la Universidad Externado de Colombia
Páginas12-13
12
DEBATES DIVERGENCIA
Revista Divergencia n.º 20, mayo de 2016 | Universidad Externado de Colombia
Los debates que nos
estamos perdiendo
Alejandro Delgadillo Ávila*
Antes que nada, quie-
ro felicitar a la revista
Divergencia por las 20
ediciones que ha pu-
blicado a lo largo de
estos años. Me gustaría
destacar el empeño, la dedicación y
el sentido de responsabilidad de to-
dos y cada uno de los miembros que
han participado y la han llevado a lo
que hoy en día es: un espacio para la
opinión.
No me gustaría entrar a discutir en
profundidad sobre alguna de las otras
19 ediciones o acerca del rol que al-
guna vez desempeñé en la revista.
Quisiera enfocarme en un punto es-
pecial: el debate, que es el motor que
ha impulsado a Divergencia en cada
uno de sus números.
* Egresado de la Facultad de Economía de
la Universidad Externado de Colombia.
Miembro del Comité Editorial de la Revista
Divergencia (2011-I; 2012-II). Candidato a
magíster en Economía de la Universidad de
los Andes. Correo-e: [ea.delgadillo10@unian-
des.edu.co] Agradezco por los comentarios a
Gabriel H. Angarita.
Michael Sandel, en una ted talk hizo
mención a una frase: “Debemos re-
descubrir el arte perdido del debate
democrático”, refiriéndose a la manera
tan pobre y baja de argumentos que
se encuentra en las discusiones de la
actualidad en Estados Unidos, reali-
dad no tan ajena de la colombiana. En
nuestro país, hoy en día el debate está
guiado principalmente por la insensa-
tez, el amarillismo y el dogmatismo.
Qué difícil se torna el debate cuando
140 caracteres dan sentencia sobre
los asuntos más sensibles del país, y
se vuelve noticia lo que determinada
persona dijo en Twitter sin ningún
criterio de verificación o de verdad.
Así, “los Jorge Enriques o los Álvaros”
determinan la dirección de la agenda
mediática del país, en ocasiones lle-
gando a lugares comunes, que ideo-
lógicamente son totalmente opuestos.
O “los Gustavos”, que defienden a
capa y espada una pobre gestión en
sus despachos, rindiendo cuentas por
este medio. Lo anterior, sin mencionar
que todo se ha polarizado, y el matiz
y los argumentos sopesados, hitos
tan importantes para el avance de

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