El derecho de matarme - Núm. 23, Diciembre 2014 - Revista Advocatus - Libros y Revistas - VLEX 937159158

El derecho de matarme

AutorNelson Barros Cantillo
CargoFilósofo, Docente de Lógica y Filosofía. Universidad del Atlántico. Universidad Libre seccional Barranquilla. belcebu@hotmail.com
Páginas218-323
NELSON
BARROS CANTILLO
Filósofo, Docente de Lógica
y Filosofía. Universidad del
Atlántico. Universidad Libre
seccional Barranquilla.
belcebu@hotmail.com
El derecho
DE MATARME
The right
TO KILL ME
Recibido:
8 de abril de 2014
Aceptado:
12 de mayo de 2014
Sinopsis
¿Somos autónomos para tomar deci-
siones de vida o muerte respecto de
nosotros mismos? ¿Cuentan la moral
vigente y la ley del Estado con la legi-
timidad suciente para censurar el fe-
nómeno del suicidio? ¿Nos pertenece
nuestro propio ser o estamos enajena-
dos por entero a fuerzas trascendentes
que deciden por nosotros? Lucubrar
en torno a estos y otros interrogantes
de la incumbencia, constituye la razón
de ser de este microensayo cuyo título,
El derecho de matarme, transparenta
en cierto modo la postura losóca
del autor frente a la compleja proble-
mática de su objeto de estudio.
Introito
El suicidio no es propiamente un tema
que por exclusividad concierne a la -
losofía de la muerte. Es, más bien, un
problema que compete de diferentes
modos a la esencia de la vida personal.
El concepto del suicidio sobreentien-
de la libertad con que cuenta –o debe-
ría contar– cada individuo de la raza
humana para seguir viviendo o para
suprimirse a voluntad. Pero otra cosa
muy distinta suelen dictaminar los je-
rarcas de la moral y los demiurgos del
Derecho, confabulados para estatuir,
en deplorable contubernio histórico,
que la vida de cualquier fulano no le
pertenece a él mismo y que es asunto
de Dios o decisión del Estado dispo-
ner de ella según los designios del Cie-
lo o en consonancia con los principios
de la Constitución y las leyes.
El suicidio, en variable medida, es una
preocupación insoslayable de todas
ADVOCATUS | VOLUMEN 11 No. 23: 217 - 232, 2014 | UNIVERSIDAD LIBRE SECCIONAL | BARRANQUILLA
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argumentos, implícitos o explícitos, son en
conjunto la lógica y la retórica del suicida. En
ocasiones, el argumento denota una especie
de pacto o acuerdo entre una entidad que
mata y otra que muere, siendo ambas instan-
cias voliciones de un mismo ser que estando
listo para morir-se, necesita, al tiempo, estar
en la disposición de matar-se. Con matices
de paradoja, el victimario y la víctima se fun-
den o confunden en una sola voluntad que se
auto-desdobla como sujeto y objeto para ser a
la vez acción y pasión. La mano que mata es la
misma del que muere. El victimario se muere
cuando mata porque la víctima no tiene más
remedio que morirse cuando ella misma es, a
la vez, quien mata para morirse y quien ha de
morir por haber decidido matarse.
Suicidio y masturbación
Por su carácter autorreferente, el suicidio
guarda ciertas semejanzas a la par de con-
trastes con la masturbación. Isidoro Reita se
atrevió a escribir que “el suicidio es la culmi-
nación del onanismo”. El onanista es simul-
táneamente el sujeto activo y el sujeto pasivo
de un fenómeno que se compone de un “dar”
que se siente como un “recibir” y de un “reci-
bir”, que se percibe como un “dar”. El mundo
exterior del masturbo no cuenta, excepto en
el nivel subjetivo en que el “afuera” de cada
polo onanístico es el polo complementario,
enmarcados ambos en el espacio mental de
alguna fantasía excitante que tal vez haya
sido siempre el súmmun erótico del sujeto. La
proximidad del orgasmo vuelve más frenética
la acción de la mano que bate y más sensible
la pasión del objeto batido. La masturbación
las losofías; el suicida, diría algún exégeta
de Albert Camus, es un lósofo ad hoc, im-
postado y coyuntural, que tal vez nunca supo
si enfrentó “el verdadero problema losóco”
de la manera más consecuente posible. Apar-
te las razones metafísicas, lo consignado por
la fenomenología existencial sobre el suici-
dio también sería válido desde otros marcos
de referencia doctrinarios, porque en alguna
parada de su periplo intelectual el lósofo de
cualquier matiz confesional sin proponérse-
lo y sin poderlo evitar, se ensimismará en la
contemplación reexiva de las justicaciones
generales y exculpaciones personales que aca-
so hubo de tener en su mente un suicida cual-
quiera para hacer factible las causas ecientes
de su propia destrucción.
La losofía que discierne sobre el suicidio
no tiene que preocuparse de la muerte como
resultado, sino como proyecto en que el sui-
cida justica de antemano el proceder autoa-
gresivo con algún argumento cuyo destina-
tario principal suele ser el mismo remitente.
No son, en abstracto, las causas remotas, ni
los motivos actuales ni la teleología del acto
lo que atrapa el asombro del lósofo. Son las
otras razones ocultas o justicaciones secre-
tas que el suicida encuentra o se inventa para
que esas causas, estos motivos, aquellas na-
lidades y demás argumentos anes, devengan
para él sucientemente constrictivos y nece-
sariamente determinantes.
La losofía del suicidio es cualquier loso-
fía que se ocupe de los argumentos con que
el actor del reato justiprecia, a su manera,
su elección de muerte frente a la vida. Esos
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EL DERECHO DE MATARME

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