Desnormalizar la violencia de género. Un puente clave para superar las violencias estructurales para construir una cultura de paz - Primera parte. Reflexiones sobre las violencias - Violencias de género: entre la guerra y la paz - Libros y Revistas - VLEX 935900615

Desnormalizar la violencia de género. Un puente clave para superar las violencias estructurales para construir una cultura de paz

AutorDora Elvira García-González
Páginas123-148
A.
IV
DESNORMALIZAR LA VIOLENCIA DE
GÉNERO. UN PUENTE CLAVE PARA SUPERAR
LAS VIOLENCIAS ESTRUCTURALES PARA
CONSTRUIR UNA CULTURA DE PAZ
Dora Elvira García-González
COMPRENDER LAS VIOLENCIAS
ESTRUCTURALES Y CULTURALES COMO
CONSTRUCTOS SOTERRADOS
Dejar de reivindicar los estudios de género y concretamente el feminismo
—en la gran mayoría de los espacios del orbe y en la primera cuarta parte
del Siglo XXI— es algo que no podemos conceder, cuando seguimos
advirtiendo violencias múltiples en contra de las mujeres en una sociedad
como la mexicana. Las violencias estructurales y culturales se expresan en
muchos casos como violencias de género y, en ellas, la misoginia constituye
una expresión habitual manifiesta en comportamientos y actitudes que
inferiorizan sistemáticamente a las mujeres. México sigue siendo un país en
el que se producen recurrentemente acciones violentas de todo tipo en
contra de ellas, debido a los sistemas patriarcales tan enraizados en lo más
hondo de los constructos sociales y en la cotidianidad del día a día.
Así, además de estas violencias habituales asentadas en las violencias
estructurales y culturales, se suman violencias raciales y de clase, que se
acumulan interseccionalmente y, en conjunto, atestiguan con su cara más
sombría los fenómenos de la trata. Dichas violencias continúan en su
histórico curso de naturalización al sumarse a la aceptación social y cultural
de la prostitución. La aceptación de esta última difumina el problema de la
trata de mujeres, en términos de ilegal e inmoral, y termina por
invisibilizarlo, cegando asimismo las violencias que conlleva el conjunto de
ilicitudes implícitas, además de todas aquellas derivadas de la necesidad y
la pobreza. Ese supuesto derecho patriarcal de todo varón a disponer del
cuerpo de las mujeres a cambio de dinero permanece inamovible en las
sociedades contemporáneas. Se trata de un “mandato que hay que aceptar:
es normal y deseable buscar placer en la necesidad ajena” (De Miguel,
2015, p. 50).
Desde estos presupuestos, el fenómeno de la trata se continúa
potenciando y las violencias siguen su curso sin mayor enjuiciamiento
moral o legal. La violencia significa la privación de los derechos humanos
(DD.HH.) fundamentales de los que disponen las personas para la vida y la
eudaimonia o la búsqueda de la felicidad y realización humana. Es,
asimismo, una disminución del nivel real de satisfacción de las necesidades
básicas, por debajo de lo potencialmente posible (Galtung, 2003, p. 178).
En ese sentido, se comprende como “aquella actitud de comportamiento que
constituye una violación o la privación al ser humano de algo que le es
esencial como persona (integridad física, psíquica o moral, derechos,
libertades)” (Asociación Proderechos Humanos, 2000). No es únicamente

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