Lo personal es violento (y político). Aproximaciones teóricas a las violencias contra las mujeres - Primera parte. Reflexiones sobre las violencias - Violencias de género: entre la guerra y la paz - Libros y Revistas - VLEX 935900612

Lo personal es violento (y político). Aproximaciones teóricas a las violencias contra las mujeres

AutorCristina Sánchez Muñoz
Páginas24-56
I
LO PERSONAL ES VIOLENTO (Y POLÍTICO).
APROXIMACIONES TEÓRICAS A LAS
VIOLENCIAS CONTRA LAS MUJERES
Cristina Sánchez Muñoz
“Sí, las chicas se están convirtiendo poco a poco en mercancía escasa. Todo el
mundo conoce ya las horas y los momentos en que los hombres salen a la caza de
mujeres. Se encierra a las chicas, se las hace subir a los altillos, se las protege
reuniéndolas en los pisos que tienen cerraduras de seguridad”.
“Aquí se trata de una vivencia colectiva, que se sabía de antemano, que se temía de
antemano… de algo que, de algún modo formaba parte de la función. Esta forma
masiva y colectiva de violación también habrá que superarla colectivamente”.
—Anónima, [1945] 2005, pp. 75 y 110.
Una de las cuestiones que más trabajo le ha costado al activismo y a la
teoría feminista contemporáneas, en el largo recorrido hacia la
visibilización de las múltiples violencias contra las mujeres, es haber
sustraído este tipo de violencias del ámbito de lo privado para pasar a darles
una connotación pública y política. Mi marido me pega lo normal, título de
un libro muy conocido en España a principios del 2000, denunciaba esta
situación en donde la violencia de género se entendía como parte de lo que
ocurría en la esfera privada y, por lo tanto, apartada del ámbito de lo
reprochable jurídicamente y del escrutinio público. Tomemos otro ejemplo,
en el 2001, el Tribunal Penal Internacional para la Ex Yugoslavia (TPIY)
falló una sentencia condenatoria contra tres varones serbobosnios, acusados
de violaciones masivas a mujeres y niñas musulmanas1. Cuando en el juicio
los acusados se declararon no culpables
¿Pensaban que el fiscal no podía probar su culpabilidad, o estaban convencidos de que no
tenían por qué sentirse culpables? Al fin y al cabo, aun cuando fueran algo rudos con las
chicas, no las mataron, no ordenaron a otros que las mataran […] Con esas chicas, los tres
hombres solo querían un poco de diversión. (Drakulic, 2004, p. 59).
¿Qué es lo que nos revelan estos dos ejemplos? ¿Qué podrían tener en
común? Creo que podemos señalar lo siguiente al respecto. En primer lugar,
nos relatan acciones que se entienden como privadas, esto es, situadas en
una esfera relacionada con los sentimientos, no con la racionalidad, y que,
por lo tanto, pertenecen al libre arbitrio de los individuos, a cómo
establecen las relaciones dentro de la esfera privada. En segundo lugar,
conectado con lo anterior, son acciones violentas, pero al situarse dentro de
la esfera de lo privado (tanto en el matrimonio en el primer caso, como
supuestamente, según los perpetradores, en el terreno del juego sexual en el
segundo), no serían consideradas acciones violentas como tales y, por
consiguiente, reprochables. Por último, destaca el sentido de impunidad de
los agresores. No consideran delictivas las acciones, al estar dentro del
terreno privado y, en consecuencia, pueden actuar sabiéndose impunes.
A.
Mi propósito en este capítulo consiste en analizar estas violencias desde
el centro del fenómeno político, no desde sus márgenes. Cuestiono y
replanteo la tradicional distinción público-privado y señalo la necesidad de
analizar el papel que desempeñan las violencias contra las mujeres en
contextos, tanto de democracia y paz como de conflictos armados. Para
ello, examino algunos de los debates relevantes en el seno de la teoría
feminista contemporánea, los cuales nos permitirán poner de relieve
aspectos importantes a la hora de hablar de las violencias contra las mujeres
como violencias políticas.
PRIVADO, PRIVACIDAD Y VIOLENCIA
Lo personal es violento, como bien sabían los clásicos. Aristóteles, en este
sentido, señaló cómo el ámbito del hogar, del oikos, a diferencia de lo que
ocurría en la polis, estaba regido por la necesidad y, por lo tanto, por la
violencia, el poder y la autoridad del paterfamilias (Aristóteles, 1988,
1253b, pp. 7-11). La distinción entre la esfera pública y la esfera privada
establecía no solo demarcaciones entre espacios que reflejaban distintas
actividades, sino también entre relaciones que “por naturaleza” eran
violentas, situadas en el ámbito privado y relaciones regidas por la igualdad
y el reconocimiento mutuo entre pares, propias del espacio público. Hannah
Arendt nos recuerda en este sentido que:
Lo que dieron por sentado todos los filósofos griegos […] es que la libertad se localiza
exclusivamente en la esfera política, y que la necesidad es de manera fundamental, un
fenómeno prepolítico, característico de la organización doméstica privada, y que la fuerza
y la violencia se justifican en esta esfera porque son los únicos medios para dominar la
necesidad y llegar a ser libre. (Arendt, 1974, p. 50).
La esfera privada se definía pues como el escenario de la violencia, de la
necesidad, de lo que permanece oculto al escrutinio de los demás. El peso

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