Los economistas somos divergentes
Autor | Helen Orjuela Tacha |
Cargo | Egresada de la Facultad de Economía de la Universidad Externado de Colombia |
Páginas | 68-69 |
70 Revista Divergencia n.º 20, mayo de 2016 | Universidad Externado de Colombia
El mal economista solo ve lo que se
advierte de un modo inmediato, mien-
tras que el buen economista percibe
también más allá. El primero tan solo
contempla las consecuencias directas del
plan a aplicar; el segundo no desatiende
las indirectas y más lejanas.
Henry Hazlitt
Uno de los grandes
temas que los econo-
mistas hemos estudia-
do por años es el de la
elección, entendiendo
por ello “lo que se tie-
ne que hacer cuando se enfrenta con
dos o más posibilidades; una decisión”
(kcee - Kentucky Council on Economic
Education, 2015). Y es precisamente
sobre este particular que me permitiré
realizar algunas reflexiones acerca de
las decisiones que tomé mientras cur-
saba mi pregrado, gracias a las cuales
hoy puedo recordar con entusiasmo
Los economistas
somos divergentes
Helen Orjuela Tacha*
* Egresada de la Facultad de Economía de la
Universidad Externado de Colombia, candi-
data a magíster en Estudios interdisciplinarios
sobre desarrollo de la Universidad de los
Andes. Miembro de la Revista Divergencia
(2011-ii; 2012-ii). Correo-e: [helen.orjuela@
uexternado.edu.co].
mi paso por la Facultad de Economía
del Externado.
Inicié mis estudios en 2009 con la fir-
me convicción de que la economía es
en esencia una ciencia social, que las
matemáticas son un instrumento para
explicar los fenómenos sociales y que
la historia, la sociología y la ciencia
política aportan los elementos que los
modelos no logran captar. Pero como a
muchos, las interminables sesiones en
la sala Pitágoras o el hecho de derivar
e integrar de 7:00 a.m. a 3:00 p.m. me
hicieron olvidar la ilusión con la que
solía asistir a clase, e incluso llegué a
pensar que había errado al elegir mi
carrera.
Esta situación no me desanimó, por
el contrario, me motivó a buscar otras
opciones que me permitieran aprender
y vivir la economía como lo había pla-
neado. Fue en ese momento cuando
elegí entrar a Divergencia, un lugar
para la opinión, sin saber las cosas que
me esperarían. Decidí entregar a dicho
proyecto mis espacios entre clases, las
tardes de los viernes e inclusive un par
de sábados. Fue esta decisión la que
me devolvió la alegría por debatir,
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