Editorial
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Revista Divergencia n.º 13 marzo de 2012, Universidad Externado de Colombia 1
EDITORIAL*
En un apartado, William Ospina
indica que Colombia es una suerte
de rompecabezas, en el cual los ma-
pas muestran apenas una parte de
la realidad, un aspecto de las cosas
que existen. El sector rural no esca-
pa a esta descripción, ya que la visión
que se tiene de él es acotada, e ignora
las dinámicas de transformación del
campo. La ruralidad en Colombia es
mucho más amplia de lo que tradicio-
nalmente se ha considerado, según el
último informe del pnud “Colombia
rural: razones para la esperanza”
“…en las tres cuartas partes de los
municipios, cuya área ocupa la mayo-
ría del territorio nacional, predomi-
nan relaciones propias de sociedades
rurales” (Resumen Ejecutivo, p. 8).
El mundo rural es altamente vulne-
rable y se enfrenta a varias proble-
máticas. Entre ellas se destacan el
conflicto armado que inicia en los
años cincuenta con la denominada
“violencia” y cuyos actores e intereses
han ido cambiando y evolucionando,
alentado por factores como el narco-
tráfico y la minería; la falta de legiti-
midad y credibilidad de las organiza-
ciones sociales del campesinado que
afectan el ejercicio de la democracia;
la falta de instrumentos y mecanismos
por parte del Estado para atender los
problemas del sector, y el olvido por
parte de la sociedad civil, que perma-
neció callada ante la contrarreforma
agraria de los paramilitares.
Estos elementos tienen como conse-
cuencia que en el campo se observe
un índice de concentración de la pro-
piedad rural del 0,86, lo que indica
que Colombia es uno de los países
más desiguales en la distribución de
la tierra; unos altos niveles de pobre-
za, que para el año 2010 alcanzan el
64%; unas condiciones de ingreso
que tienen una diferencia del 20%
sobre el promedio de lo que reciben
los pobladores urbanos; poca claridad
en los derechos de propiedad, con el
40% de los predios que no tienen
un título; utilización ineficiente de
los recursos, pues el 35% de la tierra
abierta es utilizada en la gran ganade-
ría y menos del 5% en la agricultura;
el desplazamiento forzado afecta al-
rededor de 5,2 millones de personas,
lo que constituye un drama humani-
tario; poca formación de capital hu-
mano y poca tecnificación, y pocos
mecanismos de participación.
* El comité editorial agradece los comentarios
y ayuda de mauriciO león, estudiante de
ix semestre de Economía en la Universidad
Externado de Colombia.
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