Editorial - Núm. 5, Enero 2022 - Memorias Forenses - Libros y Revistas - VLEX 879196829

Editorial

AutorSantiago A. Monsalve
CargoSociólogo-Universidad de Antioquia
Páginas9-12
Revista Memorias Forenses
Memorias Forenses. Nro 5 9
EDITORIAL
En la perspectiva de muy larga duración, abarcando
principalmente la prehistoria, la historia del ser
humano como especie es la del sometimiento
violento entre grupos, como lo muestran hallazgos
arqueológicos de restos con heridas provocadas por
instrumentos líticos; así parece que ocurrió con el
Homo sapiens sobre el Neandertal. Como animales,
los seres humanos generan territorialidad por el
espacio y sus recursos, ha sido así, aunque cambien
las necesidades y los motivos de disputa. Ya cuando
hablamos del periodo histórico del cual se cuenta con
registros escritos, hay una sucesión de conquistas
donde reinos e imperios se suceden, reemplazan,
erigen y destruyen por la violencia organizada y
concentrada en los campos de batalla decisivos.
Harari (2014, p. 408) afirma que ahora, luego de
la segunda posguerra mundial y desde la Guerra
Fría, aquella dinámica milenaria se acabó. Ya es
un anatema en la humanidad pretender borrar del
mapa un país y que otro lo incorpore por medio
de la conquista violenta. Solo hay unas cuantas
excepciones que confirman la regla: Marruecos
a la conquista del Sahara Occidental, en África; y
Taiwán en peligro de una invasión china, al otro lado
del mundo en Asía-Pacífico. El continente que fue el
más mortífero en el siglo pasado goza ya de la Pax
Europea. Estamos en el momento donde los mismos
países árabes que en el pasado se conjuraron para
desaparecer al Estado de Israel, ahora establecen
lazos diplomáticos con ese país. Nunca en la
historia se ha contado con tantas capacidades de
destrucción para desenvolver la violencia entre y
contra millones de personas; sin embargo, el mundo
disfruta de una relativa paz.
Este proceso de pacificación global, desigual
entre regiones del mundo, según la posición en la
economía-mundo (centros y periferias (Wallerstein,
2005)), tiene varios elementos entre los que se puede
destacar un proceso civilizacional (Elias, 2021),
donde hay una regulación emocional creciente,
acompañado de desarrollo capitalista, estatización
(Mann, 2007) y monopolización de la violencia (Tilly,
1992). También, parezca o no, las instituciones que
construyen la gobernanza mundial, con todo lo que
se pueda criticar a un organismo desfasado como el
Consejo de Seguridad de la ONU, han contribuido a
una pacificación interestatal. Por ese frente no parece
haber mayor preocupación de violencia en general.
En América, pasando las guerras de independencia
en los siglos XVIII y XIX, los conflictos limítrofes
en el siglo XIX (excluyendo en Suramérica apenas
a Colombia, Ecuador y Venezuela) y las guerras
en Centroamérica del siglo XX, se goza de una
paz entre países. Incluso opuestos ideológicos
contemporáneos, como en el caso colombo-
venezolano, ya no abordan las diferencias por la
vía bélica. Por el contrario, y específicamente en
la región latinoamericana, aparecen los más altos
índices homicidas desde hace unas décadas y sus
ciudades ocupan los primeros puestos entre las
más violentas del mundo. Esa es la otra cara que

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