Educación pública y superación de la pobreza - 24 de Octubre de 2018 - El Tiempo - Noticias - VLEX 743460357

Educación pública y superación de la pobreza

Una reflexión sobre los distintos caminos escogidos luego de las guerras de independencia, tanto en las antiguas colonias inglesas como en las españolas, podría explicarnos por qué nosotros en Colombia no hemos podido constituirnos como nación, con propósitos comunes, sentido de la historia y vocación de pertenencia. Mientras EE. UU., conseguida la independencia, se propuso erigir una nación y las condiciones para una integración real, fundada en una sólida institucionalidad -que pasa por la construcción de una amplia clase media, partidos serios, prensa libre de todo tipo de interés y verdadera separación de poderes-, en las antiguas colonias españolas, y particularmente en lo que fue el territorio de la Nueva Granada, nos dedicamos a hacer y deshacer constituciones de poco arraigo, casi siempre desconectadas de las realidades sociológicas y políticas. El siglo XIX fue una sucesión de guerras civiles -siendo la más cruel y devastadora, que nos significó la pérdida de Panamá, la de los Mil Días-, casi todas ellas con saldo de víctimas, reclutamiento de menores, exilios, penas de muerte, confiscaciones de bienes, originadas en cómo se imponía, sostenía o modificaba una constitución aun cuando no se aplicara. La única conspiración exitosa fue la de Mosquera contra Ospina Rodríguez, en 1861, que condujo a la Constitución de Rionegro, la cual introdujo un régimen federal que rigió 22 años, ahogado en sangre en la guerra de 1885, que llevó a la regeneración y a la Constitución confesional y centralista de 1886. En sus cien años fue reformada más de setenta veces y soportó hasta diez años sin Congreso y un golpe militar. La de 1991, con apenas 27 años de existencia, ya lleva casi cincuenta reformas; como diría el padre García Herreros: "...y la noche que llega". Hoy estamos otra vez enfrascados en más reformas sin clara orientación, que nacen y, a veces, mueren con inusitada facilidad. Ojalá el presidente Duque se mantenga en la tesis central de que gobernar no es legislar y no se deje enredar en vericuetos que conducen siempre al incansable mal del fetichismo normativo. Gobernar, actuar, resolver los problemas y no caer en el deporte de cambiar constituciones y leyes...

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