Elementos históricos y jurídicos de nuestro sistema concordatario - Núm. 4, Diciembre 2006 - Ratio Juris - Libros y Revistas - VLEX 52100510

Elementos históricos y jurídicos de nuestro sistema concordatario

AutorEfraín Alzate Salazar
CargoEspecialista en Cultura Política y Derechos Humanos.
Páginas107-131

Especialista en Cultura Política y Derechos Humanos. Director fundador de la revista Círculo de Humanidades. Profesor de filosofía. Director de Extensión Pedagógica en UNAULA. Docente universitario en el área de historia. Ensayista en diversas revistas con temas de Cultura Política.

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Hablar de las relaciones del Estado colombiano con la sede Apostólica de Roma, constituye una seria tarea, que requiere se convierta en una reflexión equilibrada un tanto lejos de dogmatismo y apreciaciones ligeras que en muchos casos acompañan la investigación histórica. Para acercarnos a esta tarea, es necesario remitirnos a los senderos de historia Republicana, la cual se puede decir no es tan larga que digamos. Hay que tener en cuenta que al producirse la Independencia, no sólo heredamos la fe católica, apostólica, romana, sino también los poderes Eclesiásticos que se hallaban en plena flor merced al patronato real, y que los patriotas una vez en el poder, lo reclamaron como cierto privilegio legado por la madre España.

Una cosa es el poder eclesiástico y otra es el poder civil. Se trata de una verdad tan simple que ni siquiera reclama discusión, más si se tiene en cuenta que las dos Potestades tienen objetivos y fines muy distintos. Por la diversidad de esos fines las dos o más altas instituciones que el hombre ha creado desde muy antiguas edades, la religión y el Estado, debieron haber marchado y estar marchando por senderos muy distintos. Pero el asunto no ha sido así y en cuanto a la religión cristiana es bueno anotar que muchos intelectuales católicos en diversas épocas, han rechazado a su Iglesia el haberse entregado desde sus orígenes al poder civil. Jacob Burckhardt, estudioso de la historia universal, nos ilustra así:

"La Iglesia se levanta con su unidad y su Espíritu frente a la multiplicidad y a la endeble organización de los Estados".1 Page 108

Se puede agregar, además, que la iglesia sacrifica así su poder Espiritual desde el momento en que se propone compartir con el poder civil del Estado la conducción moral de las naciones. Uno de los graves problemas que ha tenido el cristianismo ha sido el de la interpretación de su doctrina. Al culminar el primer milenio el cristianismo tuvo que adoptar para defender su doctrina de las herejías, que ahogaban con sus disputas la fe tradicional y el ambiente cultural y social del momento, una actitud firme.

A lo anterior se agrega que ciertas teosofías místicas de origen judaico, tomaban fuerzas entre las gentes siempre amigas del misterio y del ocultismo. Al respecto puede citarse la cábala (del hebreo tradición), era una teosofía mística, según la cual se interpretaban las sagradas escrituras con un cálculo supersticioso y llegaban hasta adivinar el futuro. La ausencia de justicia social, había hecho tomar fuerza a los goliardos, a los valdenses y a los cátaros, quienes en su momento representaban la aspiración a una justicia social. Difícil era la situación para la Iglesia, cualquier mito que adoptara podría llevarla al mesianismo diabólico; ella tenía que librar la fe, defendiéndola de supersticiones, ocultismos y brujerías. Nadie se sorprende de estas cosas, eran problemas de la época y se debe advertir que aquí la palabra mito quiere decir aspiración colectiva surgida de la conciencia.

La Iglesia oficializó el mito de la justicia, pero esta circunstancia le representó una dificultad. Si la salvación del hombre era un asunto de justicia, entonces el problema correspondería por igual al Estado y a la Iglesia. Se presentaron diversidad de criterios y muchas discusiones, pero es cierto que en la Edad Media la cuestión de redención de la humanidad siempre correspondió a ambas potestades. Fue así como surgieron las inquisiciones y las santas hermandades en España y en instituciones parecidas en el resto de Europa.

Es evidente entonces la lucha por la secularización, la lucha por la libertad de pensamiento y de conciencia se abre paso para beneficio de todos, para el prestigio de la religión. En este trabajo el análisis se orienta en gran medida a demostrar que en el contexto de nuestro Estado y de nuestra religión, la evolución ha sido demasiado lenta para que sus órbitas no se confundan. Ha llegado ya el momento de reconocer que nuestro pueblo reclama cierta libertad de conciencia, libertad de Religión, libertad de cultos para que así la Iglesia pueda conservar determinada soberanía para sus fines y el Estado pueda recorrer los senderos de la tolerancia tan urgentes y necesarios en las postrimerías de este siglo.

También es una pretensión de este trabajo exponer en una forma equilibrada unas ideas que enmarcan la evolución jurídica de nuestro sistema concordatario, como aporte que se justifica en un momento de debates álgidos con la Iglesia en pleno tercer milenio. La Constitución sigue siendo un importante referente para avanzar a través de los oscuros momentos que vive la democracia en Colombia, la misma que puede llegar a regular las manifestaciones de poder que en momentos quiere demostrar la iglesia respecto al Estado. La política y la religión en Estados premodernos como el nuestro tienen un extraño enlace; hoy como en otros tiempos los prelados toman partido para calificar o descalificar candidatos, dependiendo de su capacidad de credo y militancia religiosa.

Elementos históricos y jurídicos en torno al concordato
La herencia del patronato regio

Para afrontar el tema de las relaciones entre el Estado Colombiano y la Iglesia Católica, se debe tener en cuenta el entronque cultural y religioso que informa y determina a nuestra patria con la España cristiana, quien conquistó y colonizó estas tierras para la corona peninsular. Así, pues, que somos herederos culturales de la madre España. Esta apreciación se fortalece si consideramos y analizamos detenidamente lo siguiente: por la razón expuesta, nuestro Estado Jurídico-cultural es el de una prolongación del medioevo en la era contemporánea, y todo porque nuestra madre patria no remozó a tiempo su cultura; efectivamente, en el siglo XVII cuando se instala definitivamente la cultura Hispana en América, Page 109 es cuando Descartes y Galileo cambian los fundamentos del saber científico, pero España volviendo la espalda a la Europa evolucionante sigue aferrada a las formas caducas medievales del saber científico y filosófico.

En el primer cuarto del siglo XX España se estaba poniendo a la altura de la cultura europea, la guerra civil de 1936 que tuvo carácter religioso y que duró hasta 1939 frustró por el momento toda esperanza. La historia de España está profundamente consubstanciada con las luchas del catolicismo y su Iglesia; su medievalidad filosófica no hace mucho empezó a desmoronarse con algunas ideas liberales y sociales. En este caso el interés mayor es la cuestión religiosa-estatal que en la península tuvo su vigencia en momentos históricos determinados, y que pasó a nosotros en la época colonial sin ninguna alteración.

A partir del siglo VIII, la historia de España se enmarca en dos grandes epopeyas:

La reconquista, o sea, la guerra contra los musulmanes que se habían apoderado de su territorio y el descubrimiento, conquista y colonización de América; la lucha por la reconquista duró ocho siglos, puso de presente el sentimiento religioso del pueblo español. Todo empezó en el reino de Asturias con la batalla de Covadonga (año 718) y siguieron las batallas hasta ganar milímetro a milímetro el territorio invadido. Vale anotar que la civilización árabe dejó profunda huella en la cultura española. Al empuje de los reyes católicos, ya en 1492, caía el último reino moro en la península Ibérica. La epopeya terminó definitivamente aquí, para iniciar el mismo año de 1492 la otra epopeya, también con el sello inconfundible del catolicismo, la conquista de América.

Dadas las luchas de la conquista y la naturaleza de la guerra, es de suponer que las dificultades religiosas eran inmensas para dirigir y administrar la Iglesia de Roma. Este era un enfrentamiento tanto religioso como político. Se enfrentan las religiones de Cristo con las huestes de Mahoma según se ha señalado desde siempre. Así, pues, en España se ha confundido de vieja data nacionalismo y catolicismo. Entendida la situación específica de España y aún más, dada la...

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