De la filosofía a la política. Un esbozo del itinerario intelectual de Hannah Arendt
Autor | Sandra Paola Macías Álvarez |
Cargo | Filósofa de la Universidad de Antioquia, profesora del Centro de Idiomas de la Universidad Eafit. smaciasa@eafit.edu.co |
Páginas | 194-199 |
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La concepción de la política de Hannah Arendt ha sido calificada con frecuencia de idealista por inspirarse en la experiencia de la polis ateniense, y aunque es innegable su admiración por el mundo griego y su confianza en que allí guardaban no sólo pequeñas joyas, sino tesoros enteros que podrían iluminar la oscuridad de los tiempos presentes, su apelación a la antigüedad difícilmente puede calificarse de grecomanía, pues nunca desconoció las diferentes condiciones del presente ni las graves limitaciones de la democracia ateniense y, por esta razón, no pretendió proponerla como paradigma a seguir en la época moderna. Jacques Taminiaux sostiene que esta acusación de helenismo ciego no resiste examen alguno, ya que el interés de Arendt en resaltar el carácter performativo de la acción política en el mundo ateniense, responde a la necesidad de distinguir la acción de las otras dos actividades que constituyen la condición humana: labor y trabajo; especialmente de esta última (Taminiaux, 1999, pp. 191-205).
La acción es considerada por Arendt como la única actividad que permite revelar y singularizar al agente, y esto la hace la actividad humana por excelencia, en la medida en que sólo ella da cuenta de la singularidad de cada hombre, condición ésta exclusivamente humana. La labor, por su parte, corresponde a la condición de la vida que compartimos con el mundo animal, y la fabricación corresponde, a su vez, a la condición de la mundanidad, esto es, al carácter artificial del mundo en el que habita el hombre, a la modificación que éste lleva a cabo sobre su entorno natural recurriendo a la violencia. Así pues, a una concepción performativa de la acción, que no está regida por la consecución de ningún fin sino que busca mostrar la pluralidad humana, se opone una concepción instrumental, que no es otra que la concepción de la acción según el modelo de la fabricación. J. P. Eube, por su parte, explica el recurso de Arendt a la experiencia pre-filosófica de la polis, como la búsqueda de un punto de contraste frente al opuesto absoluto que constituyó el totalitarismo (Eube, 2000, pp. 251-164). En este texto, más que justificar las razones teóricas que llevaron a Arendt a recurrir al mundo griego, intentamos mostrar el camino reflexivo que la condujo allí, a buscar una respuesta a las perplejidades del totalitarismo a través del examen de la tradición filosófica desde los orígenes de Occidente en Grecia.
Aunque no suele ser necesario conocer la vida de un autor para comprender su obra, en el caso de Hannah Arendt es fundamental tener un mínimo contexto sobre su vida para abordarla, ya que sus experiencias y encuentros personales tuvieron tanta o más influencia sobre sus escritos que sus lecturas o su formación académica. Ella misma reflexionó sobre esto y lo asumió como una postura necesaria en el pensador político: una íntima relación con el mundo en el que vive. Este y Page 195 no otro debe ser el punto de partida de toda reflexión política. Según sus propias palabras, «No importa qué tan abstractas suenen nuestras teorías o qué tan consistentes parezcan nuestros argumentos, hay incidentes e historias detrás de ellos». (Arendt, 1960, p. 1). En su caso, estos incidentes tienen que ver con la experiencia del totalitarismo. Su origen judío en la Alemania de los años 1930 le significó la persecución por parte del nazismo, lo que la...
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