Ethel Gilmour y su cielo azul - Núm. 10-2009, Enero 2009 - Revista Co-herencia - Libros y Revistas - VLEX 71785253

Ethel Gilmour y su cielo azul

AutorImelda Ramírez
Cargoiramirez@eafit.edu.co
Páginas249-251

Page 249

Cuando el pasado mes de septiembre la prensa local informó el fallecimiento de la artista Ethel Gilmour, el titular de la noticia decía, en un sentido figurado, que ella moraba en "su cielo azul"1. La expresión obedece, quizá, al hecho de que para esta artista, nacida en el Sur de los Estados Unidos pero colombiana por amor, el cielo azul se había convertido en una metáfora rica en posibilidades poéticas.

Desde cuando se instaló en Colombia, en el año de 1971, y una vez retomó la pintura figurativa, luego de formarse en el Instituto Pratt de Nueva York, en la tradición del Expresionismo Abstracto, Ethel pintó, una y otra vez, las nubes blancas sobre el cielo azul. Las nubes, me imagino, fueron una de esas tantas figuras que le sirvieron para hacer la transición de la abstracción a la figuración: quizá, cuando ella pintaba éstas, y otras figuras similares, no hacía algo muy diferente a su pintura abstracta: moldeaba gestualmente el material blanco pastoso, ya en forma de nube, de oveja lanuda, o de ola espumeante al romperse en la playa. Si miramos con cuidado esos pequeños detalles de sus pinturas, podemos compararlos con unos cuadros expresionistas abstractos en miniatura. En ellos, al mismo tiempo, registramos lo mucho que disfrutaba pintándolos, así como la penetración y la agudeza que contienen.

Pero más allá de los aspectos materiales, su pintura es un rico legado poético de ideas sobre la vida y la muerte, sobre la fraternidad y el cuidado de uno, de los otros y de la tierra, y de reflexiones sobre la presencia del dolor y el sufrimiento en la vida cotidiana colombiana. Su pintura y su poesía me evocan las palabras de Heidegger cuando se refería al "habitar". Para este autor, los seres humanos -como mortales que somos- habitamos "en el modo" como somos capaces de cuidar la unidad conformada por la tierra, el cielo, "los divinos y los mortales"2. Page 250

Cito las descripciones que hace el filósofo de los componentes de esta unidad, pues, para mí, hacen una bella resonancia con las imágenes de Ethel. Como parte indisociable de esa unidad, la tierra es, para este autor, "la que, sirviendo, sostiene; la que floreciendo da frutos; extendida en riscos y aguas, abriéndose en forma de plantas y animales". El cielo, entre otros aspectos, es "la luz y el crepúsculo del día, la oscuridad y la claridad de la noche, lo hospitalario y lo inhóspito del tiempo que hace, el paso de las nubes y el azul profundo del éter". Los "divinos", por...

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