El exocerebro y las relaciones intra-inter del paisaje mental y la esfera mental humana. El yo-nos - Neuroderecho penal y disciplinario - Libros y Revistas - VLEX 950473208

El exocerebro y las relaciones intra-inter del paisaje mental y la esfera mental humana. El yo-nos

AutorCarlos Arturo Gómez Pavajeau
Páginas121-234
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capítulo ii
el exocerebro y las relaciones intra-inter
del paisaje mental y la esfera mental
humana. el y o-nos
El individuo no puede exigir trato digno si no se comporta
teniendo en cuenta al otro. Esa relación de intercambio mar-
ca la alteridad de doble vía, no solo en aquella de victimario
a víctima, pues quien reclama respeto debe respeto desde
una perspectiva dinámica de la dignidad de la persona, lo
cual encuentra acreditación en la evolución grupal de la
especie humana.
Resaltamos aquí, como lo hace Barroso, el valor comu-
nitario del principio de dignidad humana (Barroso, 2014:
159 y ss.). No en vano, pues, nuestra Carta Política enfatiza
en el estudio y divulgación de la Constitución (Artículo
41), el acceso a los valores de la cultura (Artículo 67), el
respeto y desarrollo de la identidad cultural (Artículo 68),
la defensa y difusión de los derechos humanos (Artículo 95,
numeral 4º), su compromiso con todo lo anterior respecto
de las funciones del Ministerio Público (Artículo 118), la
formación de los militares (Artículo 222), las funciones
del Procurador General de la Nación (Artículo 277) y del
Defensor del Pueblo (Artículo 282).
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Carlos Arturo Gómez Pavajeau
1. el exocerebro
Roger Bartra, antropólogo y sociólogo, señala que, frente
a las redes cerebrales, que en cierta forma son circuitos
incompletos que “requieren de prótesis externas para fun-
cionar”, no es posible “hacer a un lado las redes culturales
que envuelven a la autoconciencia”, toda vez que, si así
se hiciese, “se nublan fenómenos que, aun siendo estricta-
mente neuronales, no se entienden más que en un contexto
más amplio”. Son procesos de plasticidad neuronal “en
circuitos que requieren de experiencias provenientes del
medio externo para completarse de manera normal”, toda
vez que “la plasticidad cerebral está relacionada con los
procesos de génesis y desarrollo de circuitos que no están
determinados genéticamente en forma directa”, pero que,
por virtud de la plasticidad, solo “esperan la experiencia
de estímulos externos para desencadenarse”. Existe, pues,
como reconocen Wallace y Ramachandran, “una simbiosis
entre el cerebro y la cultura” (Bartra, 2014: 13, 31-32, 34 y 77).
Tal como Changeux da cuenta de una prótesis de la ac-
tividad mental u obras cerebrales, Bartra refiere la existen-
cia de una “prótesis mental”, que en realidad es “una red
cultural y social de mecanismos extrasomáticos estrecha-
mente vinculada al cerebro”. “En su origen esta conciencia
es una prótesis cultural (de manera principal el habla y el
uso de símbolos) que, asociada al empleo de herramientas,
permite la sobrevivencia en un mundo que se ha vuelto
excesivamente hostil y difícil”, lo cual funciona como una
extensión del cerebro, que aunque externa, funciona “co-
mo si fuese parte de los circuitos neuronales”, toda vez
que estos son incompletos y necesitan de un suplemente
externo, por lo cual dice que “la conciencia surgiría de la
capacidad cerebral de reconocer la continuación de un
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El exocerebro y las relaciones intra-inter del paisaje mental
proceso interno en circuitos externos ubicados en el con-
torno” (Bartra, 2014: 18-19).
La plasticidad neuronal se extiende a lo exterior y da
origen a la prótesis cultural, que denomina “exocerebro”:
La nueva condición presenta un problema: la actividad neu-
ronal sustitutiva no se entiende sin la prótesis cultural corres-
pondiente. Esta prótesis puede definirse como un sistema
simbólico de sustitución que tendría su origen en un conjunto
de mecanismos compensatorios que reemplazan a aquellos
que se han deteriorado o que sufren deficiencias ante un me-
dio ambiente muy distinto. Mi hipótesis supone que ciertas
regiones del cerebro humano adquieren genéticamente una
dependencia neurofisiológica del sistema simbólico de susti-
tución. Este sistema, obviamente, se trasmite por mecanismos
culturales y sociales […] La existencia de un exocerebro nos
conduce a la hipótesis de que los circuitos cerebrales tienen
la capacidad para usar en sus diversas operaciones conscien-
tes los recursos simbólicos, los signos y las señales que se
encuentran en el contorno, como si fueran una extensión de
los sistemas biológicos internos. Los circuitos exocerebrales
sustituirían las funciones simbólicas que no puede realizar el
sistema nervioso […] El exocerebro es un sistema simbólico
de sustitución de circuitos cerebrales que son incapaces por
sí mismos de completar las funciones propias del compor-
tamiento mental de los humanos. El cerebro no es capaz de
procesar símbolos sin la ayuda de un sistema externo (Bartra,
2014: 20-21, 48, 52 y 213).
Las redes exocerebrales tienen un componente que son los
nervios que llegan a los diferentes órganos del cuerpo y las
extensiones materiales de tipo externo proporcionadas por
el ambiente cultural, como el lenguaje, la música, el juego, la
tecnología de aparatos electrónicos y, en general, las redes
simbólicas. Allí, en la interacción cerebro y exocerebro, tiene
lugar el libre albedrío, al tejerse redes que unen circuitos

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