Las reformas al código de trabajo en Francia: el Contrato de Primer Empleo (CPE) y el malestar social de la juventud - Núm. 24, Enero 2006 - Revista Iusta - Libros y Revistas - VLEX 42350250

Las reformas al código de trabajo en Francia: el Contrato de Primer Empleo (CPE) y el malestar social de la juventud

AutorArmando Novoa García
CargoDocente del Módulo Laboral de la Facultad de Derecho de la Universidad Santo Tomás, Bogotá.
Páginas122-137

Fecha de recibido: marzo 28 de 2006.

Fecha de aprobación: mayo 24 de 2006.

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En mayo del 68 querían cambiar el mundo, hoy quieren que el mundo no cambie.

Michel Camdessus

Ex Director Fondo Monetario Internacional

Somos la generación sacrificada, no hay trabajo y encima, nos quieren ofrecer un contrato basura.

Un estudiante en las manifestaciones de París

El pasado 9 de marzo de 2006 el parlamento francés aprobó la denominada "Ley por la igualdad de oportunidades". El proyecto, que establece un nuevo contrato de trabajo para los jóvenes, o Contrato de Primer Empleo (CPE), fue presentado desde inicios de enero pasado por el Ministro del Empleo, Jean Louis Borloo, a iniciativa del primer ministro, Dominique de Villepín.

Una vez aprobada la propuesta, la reacción de los estudiantes y de las centrales sindicales francesas no se hizo esperar. Ese mismo día, decenas de miles de jóvenes salieron a las calles en cerca de 200 ciudades, y principalmente en París, para protestar contra lo que consideran una ley que instaura un modelo de contratación laboral para los jóvenes entre 16 y 25 años que precariza y deprime las condiciones en las cuales serán vinculados por los empleadores.

Más de cincuenta (50) universidades entraron en cese de actividades. Los medios de comunicación informaron que, a partir de esa fecha, se movilizaron más de un millón de manifestantes, entre jóvenes de liceos de secundaria, estudiantes de las universidades y afiliados a las principales centrales sindicales francesas, como la C.G.T. y la C.F.D.T., que reclamaban la derogación de la ley.

La Universidad de La Sorbona, paradigma de la cultura francesa, fue ocupada por las fuerzas de policía y posteriormente cerrada ante las amenazas de una reacción violenta de los movimientos que protestaban contra la medida adoptada por el gobierno conservador de la UMP (Unión por un Movimiento Popular). Desde varios días antes la Escuela de Altos Estudios Sociales de París se encontraba ocupada por activistas, calificados por el gobierno como "anarquistas" y, el pasado 28 de marzo, en un hecho sin precedentes que algunos medios llamaron el "martes negro", se adelantaron varias movilizaciones en las cuales cerca de 3 millones de franceses protestaron contra la iniciativa gubernamental.

El 65% de los franceses encuestados por empresas de sondeos de opinión se manifestaron de acuerdo con las razones que esgrimen los estudiantes en contra de la ley. Entre tanto, la imagen favorable del Primer Ministro francés, Dominique de Villepin, descendió a menos del 40%. Varios analistas y los medios de prensa consideran que estos episodios ponen en duda sus aspiraciones presidenciales en las elecciones que se realizarán en el primer semestre de 2007. Las disputas al interior del gobierno son cada vez más notorias. El Ministro del Interior, Nicolas Sarkosy, reclamó mayor disposición al diálogo con los estudiantes; incluso marcó claras diferencias con el primer ministro, al pronunciarse a favor de "la suspensión en la aplicación" de la ley.

El aspecto central de la protesta se dirigió contra un aparte de la "Loi pour l'egalité des chances", Ley por la Igualdad de Oportunidades, mediante el cual se incorpora al Código del Trabajo la figura Page 123 del llamado "Contrat Premiére Embauche" (Contrato de Primer Empleo).

¿En qué consiste la Ley por la Igualdad de Oportunidades?, ¿cuál es el alcance de este Contrato de Primer Empleo, que ocasionó una reacción social de los jóvenes y trabajadores sin precedentes?, ¿servirán estas medidas legislativas para contrarrestar las altas tasas de desempleo juvenil existente en el país galo?, ¿pueden ser calificadas estas reformas como una radicalización de la ola neoliberal que se ha asentado en algunas de las naciones industrializadas?

Estos son algunos de los aspectos que se examinarán en el presente artículo.

Los antecedentes: el malestar actual de la sociedad francesa

El Contrato de Primer Empleo (CPE) hace parte de una serie de medidas anunciadas por el Primer Ministro Dominique de Villepin desde junio de 2005, cuando, en un discurso pronunciado ante la Asamblea Nacional francesa, esbozó las líneas generales de una nueva política para enfrentar las altas tasas de desempleo, especialmente en los sectores juveniles y entre los hijos de los inmigrantes. Con anterioridad a la expedición de la Ley por la Igualdad de Oportunidades la Asamblea francesa había adoptado, en agosto pasado, por iniciativa del gobierno, el denominado "Contrato de Nuevo Empleo" (CNE), que registra varias similitudes con el Contrato de Primer Empleo (CPE).

En la actualidad, Francia ostenta uno de los porcentajes de desocupación más altos de toda la comunidad europea, de 9.6% del total de la población (que equivale a 4.5 millones de desempleados). El índice de desempleo juvenil está en la cifra del 22.3%, por encima del promedio europeo del 18.5%1. Por otro lado, el fenómeno del desempleo juvenil en los países de la Unión llega a cifras muy superiores a la tasa promedio de la población adulta europea en condiciones de desempleo: España, el 19%; Holanda, el 8%, Gran Bretaña, el 7%.

A la par con el desempleo juvenil, el mercado laboral del viejo continente, y en particular de Francia, muestra otro fenómeno que está incidiendo en las políticas y acciones de los gobiernos de Europa: la expansión de una nueva categoría de excluidos. Se trata de los "trabajadores pobres", fenómeno que cubre una franja bastante amplia de la población, y que tiende a ampliarse. Los trabajadores pobres aparecieron a finales de los años setenta, principalmente en los Estados Unidos, y hacen referencia a una situación laboral en la cual, a pesar de lograr la vinculación a un nuevo empleo, reciben unos ingresos que no les permiten una vida digna, ni el acceso a los beneficios básicos a que tendrían derecho como asalariados en condiciones normales de contratación laboral.

En la actualidad, según el Observatorio Francés de la Pobreza, existen en ese país alrededor de 1 millón de trabajadores pobres. En este índice se ubica a aquellos empleados que reciben un salario equivalente al 50% del promedio que recibe un trabajador sin familia (775 dólares mensuales, esto es, 387 dólares). En esas condiciones, un salario precario significa "una vivienda precaria, atención médica limitada y la entrada segura a los guetos de pobreza"2.

Además del creciente número de trabajadores precarios, se estima que Francia tiene alrededor de 3.7 millones de pobres. Esta cifra, aunque es Page 124 menor de la que arrojan otros países como Estados Unidos (17%) o Gran Bretaña (11%), se hace más dramática debido a las altas tasas de desocupación, que rondan especialmente a los jóvenes y a los hijos de familias inmigrantes.

Las revueltas del otoño de 2005: la exclusión del "subproletariado" de los inmigrantes

Los síntomas del malestar social generado por realidades sociales como las anteriores se han expresado en distinta forma.

Una de ellos tuvo lugar en el mes de mayo de 2005, cuando el referéndum propuesto por el gobierno para la aprobación de la Constitución de la Unión Europea fue rechazado por la mayoría de los votantes que acudieron a las urnas. Entre las razones que en ese momento se invocaron, se mencionó como motivo principal el temor de que una vez aprobado el texto de la Constitución de la Unión, se impusieran las políticas de las corrientes más radicales del liberalismo económico y se desconocieran los avances sociales alcanzados en Francia3.

Pero, sin duda, el episodio más directamente relacionado con las protestas de marzo de 2006 se encuentra en los hechos ocurridos a finales del mes de octubre y a lo largo de noviembre de 2005, cuando se produjeron decenas de disturbios en los barrios periféricos de París y de otras ciudades. El punto de partida fue la reacción policial contra dos adolescentes que intentaron escapar a un control de las fuerzas de seguridad. El ataque ocasionó la muerte de los jóvenes.

El incidente dio origen a una respuesta inusitada de los jóvenes inmigrantes de los suburbios parisinos, que reaccionaron en forma violenta sobre miles de vehículos que resultaron quemados y destruidos. Decenas de escuelas, guarderías e instalaciones públicas fueron blanco de la protesta suburbana. Varios sectores de la sociedad francesa identificaron estas acciones incontroladas como la expresión de una nueva situación de inseguridad urbana que demandaba la adopción inmediata de medidas policivas y de mano dura por las autoridades gubernamentales. Algunos medios de comunicación indicaron que las protestas fueron la expresión de una "crisis de la civilidad urbana" y del "desarrollo de una sociedad paralela al margen de las leyes de la República"4.

El Ministro del Interior, Nicolás Sarkosy, calificó las protestas de los miles de jóvenes y adolescentes franceses de origen árabe y africano como una acción propia de "la escoria de los suburbios", mientras que sectores cercanos al pensamiento gubernamental consideraron que se trataba de nuevas "hordas de lobos" y de la expresión de un nuevo subproletariado poscolonial, muy lejano de los estudiantes de mayo de 1968, que en su momento hicieron propios los sueños de libertad e igualdad y se convirtieron en el símbolo emblemático de la utopía moderna.

El gobierno conservador enfrentó las protestas con medidas de...

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