¿Son las políticas públicas generadoras de ciudadanía alternativa?
| Autor | William Ortiz Jiménez |
| Cargo | Doctor en Sociología y ciencias políticas |
| Páginas | 119-136 |
Doctor en Sociología y ciencias políticas. Magíster en Ciencias Sociales:Cultura y Vida Urbana. Docente e investigador, Universidad Autónoma Latinoamericana. Es director de la investigación:"Ciudadanías alternativas y constitucionalidad", adscrita al Grupo Rratio Juris, Categoría C, Colciencias. Participan en el grupo como auxiliares: Estella Mejía Londoño, Romel Aguirre, Diana...Mauricio Jiménez, Mauricio Ochoa.
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En este ensayo nos proponemos presentar una síntesis sobre los resultados de la investigación llevada a cabo en la Universidad Autónoma Latinoamericana de Medellín: "Ciudadanías Alternativas y Constitucionalidad", llevada a cabo en la Comuna 10, más conocida como Guayaquil o sector El Hueco.
Para este caso, la propuesta consiste en dar a conocer los resultados según la variable respecto a las políticas públicas y cómo éstas se constituyen en referente para la ciudadanía alternativa. Se hace una aproximación conceptual y teórica, sin salirnos de la idea primogénita de Tomas Marshall en torno al concepto y de los aportes en cuanto a las aproximaciones políticas dadas por diversos autores.
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Sólo damos a conocer lo concerniente a las políticas públicas, toda vez que ellas representan una fuerza mayor del poder local y regional que se va constituyendo y formalizándose cuando el Estado deja al margen su responsabilidad política y surgen otros poderes más conocidos como paraestados.
No ofrecemos los resultados estadísticos y descriptivos de la investigación, toda vez que estos se encuentran en proceso de análisis y retroalimentación en el escenario en el cual fueron aplicados, esto es, la Comuna 10. Aún así, el ensayo trata de dar cuenta de aspectos generales fundamentales para la presente investigación.
Una aproximación escenográfica a las políticas públicas, puede partir de la apreciación in situ de las expresiones fácticas de inconformismo por parte de la ciudadanía que no siente satisfechas sus necesidades, expresiones que consideradas en su conjunto, pueden entenderse como un fenómeno de ciudadanía alternativa, 1 que hace frente de hecho o de derecho, a las acciones del Estado. Ahora bien, si ese fenómeno lo leemos como consecuencia directa del conjunto de acciones estatales y, éstas a su vez, se coligen como políticas públicas, se nos vuelve imperativo dar respuesta a la siguiente pregunta: ¿son las políticas públicas generadoras de ciudadanía alternativa?
Aparentemente, y desde la lógica del planteamiento inicial, la posible respuesta se vislumbra positiva, pero siendo el tema de políticas públicas tan extenso, el ejercicio amerita una aproximación más segura y menos rápida al consenso que sobre este tema poco a poco se viene construyendo no sólo con los diferentes discursos literarios, sino también con las prácticas sociales y gubernamentales. En ese sentido y con miras a obtener una conclusión que insinúe una respuesta más coherente a tan importante cuestión, conviene en primer lugar, indagar sobre el significado contextual de los términos política y pública, luego comparar el paradigma administrativista bajo el cual se generan y desarrollan las políticas gubernamentales y su relación con el nuevo paradigma de políticas públicas, y por último, establecer la relación entre ciudadanía y ciudadanía alternativa.
Si bien es cierto que desde los años cincuenta se viene escribiendo con mayor frecuencia y abundancia sobre las políticas públicas y la posibilidad de dar una respuesta coherente en torno a su fundamento teórico, su objeto y el posible método para acceder de una manera sistémica a su conocimiento, también resulta cierto lo escurridizo, aleatorio y amorfo del tema, dadas sus continuas evoluciones según su caracterización espacio- temporal, que permite reconocer lo pretencioso de tan aventurada empresa. Lo importante es seguir en la búsqueda de la comprensión mediática de algunas de sus manifestaciones más relevantes en la sociedad, para tener un mayor acercamiento al concepto general, posición que no nos inhibe para adelantar algunas apreciaciones teóricas en aras de una mayor claridad frente al tema.
Empecemos diciendo, entonces, que la política es el campo que se organiza bajo la democracia, esto es, bajo el poder de los ciudadanos. Es el lugar de los ciudadanos que opinan, participan y deciden. Es el espacio común de cada uno de nosotros (Edurne, 2002: 17). La política, por lo tanto, se produce en las múltiples acciones de la vida cotidiana, afecta a todos los aspectos que la configuran, porque no se puede vivir al margen de ella. Más allá de esta apreciación, la política es una lucha continua por el poder, aunque también lo es por el consenso, los acuerdos, las acciones que llevan a las normas y a la organización. No es sólo una relación de poder, sino una relación de discusión y de contraste de ideas, en términos de Arendt. La política también se entiende como "... (policies, en plural) con significado de directriz o curso definido de acción, deliberadamente adoptado y perseguido para conseguir un determinado objetivo." (Salazar V.,1999,14), diferenciándolo Page 121 de la política en singular, apreciada desde los partidos políticos que se empeñan en conseguir y mantener un poder, aclarando que esas políticas se pueden comprender en sentido amplio, sin limitarlas sólo a directrices de acción, pues resulta necesario dejar espacio en ellas, para las omisiones por parte de los facultados 2 responsables, pues en determinados casos, éstas pueden constituirse en una verdadera directriz que incida o no, positiva o negativamente, en el devenir de un pueblo.
En cuanto al término público, se hace referencia a dos interpretaciones: la primera, determinada por el rol de aquellos facultados, que obedeciendo un mandato público, sea éste directo o delegado, asumen responsabilidades en función del futuro del soberano, concibiendo el cumplimiento o no de esas responsabilidades, no sólo de manera unidireccional gobernante-gobernado, sino también, en sentido bidireccional, con connotaciones de retroalimentación, en cuanto se retome o no, los aportes que puedan hacer los comunitarios en dicho ejercicio, y la segunda, determinada por el mayor o menor grado de población involucrada por una acción u omisión del agente público, tanto en lo cuantitativo como en lo cualitativo, es decir, mientras más personas resulten comprometidas en el ejercicio de las responsabilidades públicas, al igual que la participación activa y real de esas personas en dichos ejercicios, por parte de los agentes responsables, mayor es el grado de lo público.
Aunque la discusión sobre el tema de las políticas públicas se ha venido dando más desde la academia, que desde los espacios políticos, responsables de la planeación y el desarrollo de la sociedad, sin que signifique la ausencia total del tema en los planteamientos que se hacen en los Planes de Desarrollo y los Planes de Ordenamiento Territorial. Sin embargo, todavía hoy podemos vivir de cerca la práctica del paradigma administrativista, por parte de algunos gobernantes y gobernados, que aún alimentan la concepción de que la solución a los problemas sociales son fórmulas predeterminadas, resultantes de la lucidez tecnócrata local o foránea.
Esas fórmulas, supuestamente pueden ser aplicadas por los gobernantes de turno, de forma mágica, bajo el esquema de la vieja política, que bien referencia el profesor Lechner al hablar de las "nuevas ciudadanías" (Lechner, 2000: 1), y que gracias a las diferentes luchas sociales, a los avances tecnológicos y a la globalización, entre otros, poco a poco va dando paso a una nueva forma de hacer política, fundamentada en la promoción y ejecución de proyectos ligados a políticas públicas que involucran la sociedad en cada una de las etapas de su desarrollo.
Éstas políticas públicas, en un acercamiento desprevenido, suelen verse simplemente como el conjunto de respuestas que da el Estado a las diferentes problemáticas sociales, confundiéndose con las políticas estatales, con lo que estaríamos dejando por fuera la participación de los ciudadanos tanto en el análisis de sus problemáticas, como en las soluciones que se dan a ellas, situación que linda un poco con el absurdo, pues sólo interviene el "público" perteneciente al Estado. Por tanto, podríamos aventurarnos a afirmar que las políticas públicas tienen aplicabilidad bajo los esquemas políticos de la "res" pública, en otras palabras, del Estado República.
Ahora bien, si queremos un concepto de políticas públicas bien amalgamado, debemos juntar el concepto de políticas como directrices deliberadamente adoptadas y perseguidas para conseguir un determinado objetivo, con la elaboración que hemos hecho de lo público, en relación con el mandato soberano que implica, necesariamente una participación más activa, democrática y digna por parte de la ciudadanía, amén de la retroalimentación permanente Estado sociedad en cada proceso relacionado. Asimismo, y para complementar los elementos anteriores, incluimos el planteamiento de que "por Page 122 lo general la política pública tiene los atributos de la coherencia, integralidad, legitimidad y sostenibilidad para que pueda tenerse como tal..." (Cuervo R., 2007, 82).
Así, poco a poco vamos develando -en sentido platónico- las políticas públicas, entendiendo que además de la participación democrática de la sociedad, necesariamente deben estar nutridas de un contenido temático transversal para que cada acción se desarrolle en armonía con otras que aparentemente no se corresponden, pero que desde la coherencia y la integralidad sí deben ser consideradas. La coherencia, vista desde el trabajo relacionado siempre con el objetivo que...
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