Entre memoria e historia: relatos sobre la Asamblea Nacional Constituyente, una mirada de larga duración - Núm. 38, Septiembre 2013 - Revista Pensamiento Jurídico - Libros y Revistas - VLEX 525356758

Entre memoria e historia: relatos sobre la Asamblea Nacional Constituyente, una mirada de larga duración

AutorDavid Armando Rodríguez Rodríguez
Páginas15-30

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Introducción

La Constitución de 1991 recientemente celebró sus primeras dos décadas de vigencia. En diferentes facultades de Derecho del país, así como en otros espacios institucionales se han conmemorados los eventos, debates y respuestas de la Asamblea Nacional Constituyente ocurrida entre diciembre de 1990 y julio de 1991. Se resaltan los aportes, avances y bemoles de nuestra carta magna?? se revela una suerte de efecto ??expansivo1 de nuestro constitucionalismo en el sub continente?? y su in??uencia en las leyes fundamentales de?? por ejemplo?? Ecuador, Bolivia y Argentina. Sin duda, no es para menos. De la ingeniería constitucional de la norma de 1886 a los cambios y ajustes de la norma de 1991, existe una enorme distancia?? la acción de tutela?? la Corte Constitucional?? la creación de la Fiscalía General de la Nación, la moderación del centralismo político; la regulación a los Estados de Excepción?? etc?? El tiempo nos ha permitido igualmente discutir sus desaciertos, errores y continuidades frente al constitucionalismo del 86: el sistema electoral, la constitución y andamiaje institucional relacionado con la economía; la elección de la Sala administrativa del Consejo Superior dela Judicatura, y mucho más. Junto con los juicios institucionales y dogmáticos (relacionados con la ampliación del catálogo de derechos fundamentales) se leen habitualmente narraciones de los hechos que llevaron a la aprobación de nuestra Constitución. En ellas, las más de las veces, autores y autoras que para el año 1990 tenían entre 20 y 30 años, hoy nos cuentan de manera, entre heroica, y apologética los acontecimientos que desembocaron en la aprobación de nuestra carta.

Es habitual que estas lecturas y narraciones, tengan este sabor y manera “apologético”. Quienes narran los hechos fueron sus testigos y en muchas ocasiones sus actores?? Fueron parte de la historia que narran?? Las explicaciones de quienes estuvieron presentes e ilustran con su memoria los hechos que rodearon la aprobación de la norma del 91, son fundamentales para escribir la historia del proceso. Lo que se quiere sostener, en últimas, es que sobre el proceso que desembocó en la aprobación de la Constitución de ?? existen memorias de sus actores y testigos, pero no una historia del evento.

El autor de estas líneas, a partir de las herramientas teóricas y metodológicas de la “Historia del Tiempo Presente”, busca mostrar que; i) sobre los eventos que llevaron a la aprobación de la Constitución de ?? se han masi??cado en medios de comunicación, la opinión pública y los estudiantes de los pregrados en Derecho, una memoria del asunto; ii) está por escribir la historia de los años que van de a julio de ?? el estudio?? confrontación?? y re??exión sobre las fuentes orales y escritas?? el contexto?? y el contenido de la carta del ?? y iii?? a partir de una visión de larga duración, unir el proceso de aprobación a nuestra política nacional, con

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el ??n de mostrar una hipótesis sobre el proceso subterráneo?? no evidente?? y en ultimas profundo, que condujo a que la Asamblea Nacional Constituyente diera la ley fundamental que aún hoy nos gobierna.

1. Historia del tiempo presente y la memoria

Durante algún período de tiempo, la historiografía debatía si era posible hacer desde un enfoque histórico, investigaciones sobre hechos y procesos recientes, o inacabados. Se señalaba que hacer historia del presente, “del tiempo presente”, “inmediata”, “vivida”, “contemporánea”2 etc???? presentaba retos y di??cultades que parecía hacerla imposible. Hacer historia en caliente fue el reto de las ciencias sociales durante la consolidación de la especialidad.

Se mencionaban obstáculos; i) falta de distancia y objetividad debido a la cercanía temporal y personal del historiador (a) y el proceso que estudia; ii) la ausencia de archivos públicos y de libre acceso3; iii) la super abundancia de fuentes orales, documentales, y en imágenes (quietas o en movimiento); y iv) debido a que se estudian procesos inacabados, es difícil presentar conclusiones sólidas sobre el objeto de estudio4. Se discutía, igualmente, qué es el “Tiempo Presente”; en qué período se ubica, o cuáles son sus límites temporales.

Tras largos debates, su importante producción y en general su recepción; especialmente en América Latina —en buena medida legitimada, por la necesidad de hacer la historia de los períodos recientes de graves violaciones a los derechos humanos— se ha impuesto el trabajo de períodos cercanos, inacabados, vivos. Sin duda, ésto no ha resuelto los obstáculos que implican hacer historia del tiempo presente?? pero lo cierto es que la disciplina existe??

Escribir historia reciente, o del tiempo presente, historia inmediata, historia vivida, o cualquiera de los diversos nombres que se le ha dado a la especialidad, presenta di??cultades fundamentales?? En la introducción del trabajo quisiera referirme a una; la incomodidad e incomprensión de la investigación. Indagar por temas aún inacabados, en la que sus protagonistas aún viven, y en algunos casos conservan espacios de decisión, e incluso simplemente que vivan, representa un obstáculo que no es fácil de salvar. La historia reciente se enfrenta a que sus relatos y narraciones, surgen y se desarrollan por el dolor, el drama, el trauma de un grave ataque contra congéneres. En las tradiciones francesas, españolas, alemanas, argentinas e incluso, la colombiana, la investigación del pasado

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más próximo busca evidenciar graves ataques contra personas indefensas?? civiles en contextos de con??ictos armadas?? opositores políticos en escenarios de dictaduras, etc. la historia reciente nace manchada de sangre5. Este no es el obstáculo más importante.

1. 1 Historia del Tiempo Presente: una Historia incómoda o incomprendida

Los temas de la historia reciente nos importan y afectan a todos y todas. No se trata que los diversos períodos de la historia universal, continental o nacional, no nos afecten?? de??nan nuestra vida?? o in??uyan de alguna manera?? Nos levantamos sobre los hombros de las generaciones que nos han precedido. De alguna manera, nuestro presente es el pasado que nos han dejado nuestros antecesores; somos historias conectadas generacionalmente. A medida que pasa el tiempo, el vínculo se alarga, se distancia. Sin duda la revolución francesa, sus promesas cumplidas e incumplidas, aún determinan nuestra vida, pero no tenemos compromisos, cercanías?? lazos libidinales ni con Roberpierre?? La??ayet?? Napoleón o Luis XVI?? Por el contrario?? con los protagonistas de las historias recientes?? sí?? Existen vínculos —por supuesto, no necesariamente cercanos— de simpatía, enemistad u odio.

Sea lo que sea, nunca somos apáticos frente a nuestros contemporáneos.

Sumemos los dos elementos; la historia reciente es hija del trauma, del dolor, del sufrimiento y sus protagonistas son contemporáneos. Esto lleva a que investigar temas recientes sea como mínimo incómodo, molesto6. En el caso de la presente ponencia, de alguna manera, incomprendido. No para el investigador, sino para el lector. Una investigación de la historia del tiempo presente —sin importar la especialidad; historia, política, social, económica, cultural etc.,— siempre es una historia que arroja conclusiones polémicas, incomodas y mal entendidas por los lectores. Si el tema se torna delicado, la investigación se transforma en peligrosa e incluso arriesgada?? Enfrentar esta situación exige varias precauciones??

1. 2 Herramientas, prevenciones y aspectos metodológicos: encuentro entre Historia y Memoria

La “Historia del Tiempo Presente” hace referencia a la historia de quienes, en general estamos vivos. Así el historiador del tiempo presente se enfrenta a una circunstancia que no suele ser común para el historiador de otros períodos distantes; si el historiador del período colonial americano, conoce fragmentos del pasado, como tendencia tiene pocas fuentes; el historiador del tiempo presente tiene un universo muy amplio de fuentes y, a diferencia del colega del tiempo

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distante, la mayoría de las fuentes del tiempo presente están vivas. Surge así una primera característica o peculiaridad metodológica?? Existen importantes cantidades de fuentes orales, de testigos directos de los hechos que se relatan.

Más allá del debate que se dio al interior de la disciplina, en muchos espacios aún inacabado, lo que parece cierto, es que la historia del tiempo presente trabaja, de manera diferente a como lo hacen otras historias; en parte por los mismos retos que le impone la memoria. La historia del tiempo presente se hace con memoria. Aquí, en este punto, se encuentran la Historia, y los restos que le plantea la memoria.

Como sostenía, la historia del tiempo presente al disponer de testigos y actores del proceso que relata, se enfrenta a la necesidad de manejar adecuadamente, las fuentes orales. Aparece así, el debate entre historia —la disciplina— y la memoria. Historiadores —Roger Chartier y Pierre Nora verbigracia— constatan que la única forma de remitirse al pasado no es la historia. Las generaciones actuales?? de hecho?? no se acercan a la historia para explicar o entender su pasado:

“Las ceremonias de rememoración y la institucionalización de los lugares de la memoria han dado origen a menudo a investigaciones históricas originales?? Pero no por ello memoria e historia son identi??cables?? La primera es conducida por las...

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