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Imagen y teología política: diluyendo malentendidos

AutorJosé Luis Villacañas
Páginas282-316
Imagen y teología política:
diluyendo malentendidos
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1. Un poco de historia d e la filosofí a
Hans Belting, en su libro Antropología de la imagen, habló de nar-
cótico para referirse al vocabulario actual acerca de las imágenes (Belting,
, p. ). Tiene razón. El conjunto de cuestiones que acoge en la actua-
lidad el problema de la imagen agota el campo completo de la losofía. Ya
no podemos ir a los problemas losócos como en la época de Spinoza,
sub specie aeternitate. Ya no tenemos fe en esa idea formal que hay detrás
de cada cuerpo y que lo dota de su propia identidad y eternidad. Tampoco
tenemos fe en el proceso por el que, desde Aristóteles, un cuerpo perceptor
convierte el fantasma en idea, lo que hoy llamaríamos representación, con
todo su componente de verdad. El fantasma de A ristóteles huye de la repre-
sentación, pues sólo se representa a sí mismo. Así que ahora vamos a todos
los problemas losócos sub specie imaginis. Con ello hemos armado por
n el nal del platonismo. No hay comparativo ontológico que vincule
el fantasma con la idea y por tanto la analogía no se puede fundar en la
ontología. Sólo constatamos desplazamientos captados por la metaforolo-
gía. La crítica de Nietzsche al platonismo y a la verdad ha surtido efecto y
ya no podemos hablar de imagen en el mismo sentido en que la losofía
clásica habló de fantasmata, de eidola, de eikos, como elementos iniciales
de un proceso de conocimiento que vinculaba los dos reinos escindidos de
Parménides. Sabemos que ese proceso quedó regulado en el pasaje de la lí-
nea del libro V de la Politeia platónica y sabemos que llega hasta la búsque-
da de la intuición eidética de Husserl. Pero ese camino hoy está cerrado.
Aunque en otro sentido, véas e Fornasieri ().
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José Luis Villacañas
Con la imagen todo el lenguaje de la losofía cambia de sentido.
Pero detengámonos un instante más en el camino de la losofía hacia la
imagen, pues encierra algunas enseñanzas relevantes. Nadie fue tan lejos
como Kant en este intento de eliminar el platonismo cuando rompió
toda posibilidad de enlace racional y de comparación analógica entre el
ser de la cosa en sí y los fenómenos. Al reducir la analogía a una rela-
ción interna entre fenómenos, Kant desplazó el demiurgo platónico y sus
arquetipos a la actividad cognoscitiva humana y sus provisionalidades.
Y cuando los neokantianos asumieron una alianza entre Kant y Platón
lo hicieron porque era la única manera de evadir la crítica de Nietzsche,
que era una radicalización inevitable de la de Kant. Los arquetipos no
estaban al principio, sino al nal del trabajo de la especie. En todo caso,
se mantuvo así la transformación de imagen en idea. En efecto, al d istan-
ciar toda posible analogía estructural entre la cosa en sí y los fenómenos,
Kant asumió la ana logía sólo como la estructura forma l de las ordenacio-
nes de la conciencia temporal. De este modo, todo fenómeno sólo podía
compararse con otros fenómenos según su esquema, pero nunca con la
cosa en sí. De este modo, Kant ya hace efectiva una crisis de la represen-
tación y en ella se basa su crítica radical a la metafísica. El comparativo
ontológico y la idea originaria fueron sustituidos por el comparativo ho-
rizontal entre los seres humanos. Representación verdadera fue la propia
del sentido común, la base de la fe en la política democrática y el asiento
de la estrategia contractualista. Los fenómenos no representaban lo real,
la cosa en sí, sino solo lo común a los humanos. Representaban en verdad
el camino de la humanidad hacia su propia universalidad, esto es, la mi-
rada crítica de la conciencia sobre sus propios productos. Los fenómenos
representan sólo la historia de la razón, la culminación de la obra crítica.
El objeto real de la ciencia no es la cosa en sí, sino el conjunto de repre-
sentaciones universalizables en el curso variable del tiempo. Pero el senti-
do común sólo tenía una base real: el placer comunitario del juego de la
imaginación. Creer que ese placer es el juego natural de las capacidades
humanas diferencia a Kant de lo que iba antes y de lo que vino después,
del extremo esfuerzo de un Loyola por disciplinar la imaginación en sus
Ejercicios espirituales ante la imagen del Crucicado, hasta alcanzar el
Para un tratamiento de Kant y el problema de las imágenes, véase Brandt
(). Como se ve, aquí todavía hay un proceso desde las im ágenes a la obra
de arte, que viene a sustituir al arquetipo. Proceso inmanente, cierto, pero
que como veremos no logra separarse de u n platonismo regulativo.

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