Los matices de la intimidad: Una mirada a la dimensión política de la obra de Dora Ramírez - Núm. 20, Enero 2014 - Revista Co-herencia - Libros y Revistas - VLEX 521549366

Los matices de la intimidad: Una mirada a la dimensión política de la obra de Dora Ramírez

AutorAna Cristina Vélez López
Páginas287-295

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“Pues, más o menos éramos locas,
esa es la palabra que escuchábamos decir: esta está loca”
Dora Ramírez1El estudio, el taller se conigura como un espacio de creación donde se pueden comprender los debates que las mujeres artistas han debido afrontar relativos a su rol social y a la intimidad que requiere su proceso creativo. El taller es la bisagra entre la casa y la sociedad, entre lo privado y el escenario social que las requiere en tanto madres, esposas y artistas. Por esto, nos ocuparemos primero de la evidencia histórica que nos muestra cómo las mujeres artistas estuvieron relegadas del ámbito público; para luego, cruzar la puerta y entrar al taller con el in de mirar la obra de la pintora Dora Ramírez y lo que ella nos dice de estos desafíos.

1. Mujeres artistas, mujeres rebeldes

No es novedad airmar que la dicotomía entre el espacio público y el espacio privado haya sido en la modernidad determinante en la coniguración de las subjetividades femeninas, si se tiene en cuenta que el sobrentendido que cruza transversalmente la época es que la naturaleza biológica y psíquica de la mujer la convoca a la esfera privada, a la intimidad y al resguardo del hogar.

La burguesía y las ciencias sociales en el siglo XIX conminaron a las mujeres a la casa, al cuidado y crianza de los hijos; igual pasó con la literatura de mujeres para mujeres de inales del XIX y principios del XX: novelas románticas en las que se exaltaba la felicidad de la mujer que se vuelve esposa y madre. Nos recuerdan Anderson y Zinsser “Las novelas para mujeres eran romances domésticos (…) y enseñaban que los castigos por el inconformismo eran severos: os-tracismo social, no lograr encontrar maridos” (Anderson – Zinsser, 2007: 631) en una época donde el ideal de mujer estaba determinado por el logro de casarse y tener hijos.

Sobre el castigo del aislamiento social, el antropólogo Lévi-Strauss airmaría, como cita Susana Carro, que la prohibición de

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trascender en la esfera pública no tendría por qué estar legitimada por ley, pues para que resulte eicaz, simplemente bastaría un mecanismo disuasorio que diiculte el acceso de la mujer a lo público y que estigmatice a quienes osan intentarlo (Carro, 2010); lo que nos muestra la asimetría histórica, social, económica, subjetiva entre ser mujer y ser hombre en el París de inales del siglo XIX. Esta diferencia, producto más de la articulación social que de la diferencia sexual determinó la manera en que pintaron hombres y mujeres (Pollock, 2001: 254). Al respecto, la historiadora de arte Griselda Pollock aclara que en las observaciones relativas al arte, la feminidad es exclusivamente doméstica y materna, mientras que el artista como creador se asocia con cualquier cosa que sea anti doméstica (Winkenweder, 2010).

Pero antes de ver qué pintaron echemos un vistazo al lugar en dónde pintaron así vayamos un poco en contravía de lo expresado por Robert Storr cuando airma que los artistas trabajan donde pue-dan y como puedan y que el asunto del estudio no es lo importan-te sino que lo misterioso y maravilloso está en la obra misma pues el resto es realidad contingente o realstate (Storr, 2010). Nosotros creemos que en el caso de Dora Ramírez y de muchas otras artistas mujeres, el taller o mejor, el no taller, si inluyó decididamente en su obra.

2. El taller, espacio de creación

Tanto para las escritoras como para las artistas, el abandono del cuarto de estar de sus casas era tan improbable en los siglos XVIII y XIX que el uso del anonimato o de un seudónimo les signiicó la única forma de independencia, pues “la libertad sólo era posible si se actuaba como un hombre” (Anderson y Zinsser, 2007: 646), eso sí, pagando un precio alto; pues de una parte había que rechazar el papel tradicional de las mujeres y de otra, ser rechazadas por aquellas que sí lo seguían. Aun así, las escritoras podían serlo casi...

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