Misiones Bolivarianas: mirada crítica de enfoques, estrategias y terminología en la lucha contra la pobreza - Estrategias de despliegue institucional - De Chávez a Maduro: balance y perspectivas - Libros y Revistas - VLEX 691033805

Misiones Bolivarianas: mirada crítica de enfoques, estrategias y terminología en la lucha contra la pobreza

AutorAndrés Otálvaro
Páginas151-172

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La cotidianidad de las misiones bolivarianas se configura a través de prácticas, ideas, coaliciones y estrategias, que se orientan hacia la construcción de nuevas formas de organización, la redefinición de relaciones de poder y la lenta transformación de modos de producción. Allí tienen lugar la propagación y la legitimación de expresiones creativas de la cultura popular con base en experiencias y recuerdos de luchas, corporalidades, sentidos, emociones y manifestaciones simbólicas. La transformación paulatina de diferentes formas y técnicas de lenguaje complementan este cuadro. La participación de numerosos marginados de la historia constituye el fundamento de este movimiento colectivo que ha marchado de la mano del chavismo en los últimos 15 años. Sin embargo, los éxitos y los alcances sociales de este movimiento constituyente son todavía limitados, fragmentados e inestables. Desde la muerte de Hugo Chávez en 2013 y el éxito electoral de Nicolás Maduro, Venezuela y su política social cruzan por un período de redefiniciones, complejidades e incertidumbres, marcadas entre otras cosas por conflictos e ineficiencias políticas, profundos problemas económicos y una significativa baja de los precios del petróleo.

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A partir de lo que podría definirse como un enfoque liberal, se han desarrollado dos perspectivas opuestas (estrategias representativas) de cara al proyecto bolivariano1 y su política social (cuya bandera ha sido las misiones bolivarianas).2Por un lado, existe una evaluación positiva desde el desarrollismo latinoamericano. Por otro lado, se ha desarrollado un juicio negativo desde la democracia liberal hegemónica.

A la primera narrativa corresponden los informes y las valoraciones de instituciones supranacionales como: la Comisión Económica para América Latina y el Caribe -cepal-Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo -pnud-, Organización para la Alimentación y la Agricultura -fao-, Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura -unesco- y Organización Panamericana de la Salud -ops-, entre otras instituciones de Naciones Unidas. En esta misma línea, se suman las observaciones positivas de diferentes actores de credibilidad global en el área de los derechos humanos con respecto a los avances de la política social bolivariana (Joseph Stiglitz, Kofi Annan, Ignacio Lula da Silva, Mirta Roses Periago -Directora de la ops- y Alicia Barcena -Secretaria General de la cepal).3Más o menos cercanas a esta perspectiva (dependiendo del año en cuestión) se encuentran también las evaluaciones de organizaciones no gubernamentales venezolanas (por ejemplo, provea4). Indicadores sociales estadísticos recono-

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cidos en el orden científico occidental (así como dentro del correspondiente discurso político hegemónico) como el coeficiente de Gini, el Índice de Pobreza y el Índice de Desarrollo Humano -idh- (con relación a ingresos, educación y esperanza de vida) -han servido de apoyo a las valoraciones positivas de estos actores así como a la legitimación de la narrativa bolivariana.

El coeficiente Gini para Venezuela en el primer semestre de 2010 registró 0,38 puntos. Este país tuvo entonces el mejor coeficiente Gini de América Latina. Sin embargo, la brecha entre ricos y pobres continúa siendo muy profunda. En 2012, el 20% más rico de la población concentraba el 44,8% de los ingresos, mientras que el 20% más pobre de la población recibía sólo el 5,4% de los ingresos. Según cifras oficiales, la pobreza general disminuyó de 43,9% en 1998 a 21,1% en 2012; la pobreza extrema del 17,1% a 6% en el mismo período. No obstante, en los últimos tres años el país ha enfrentado graves problemas socioeconómicos, lo cual ha implicado un repunte de la pobreza. La cepal, en su Panorama Social 2014, destaca un aumento de 6,7% de la pobreza entre 2012 y 2013. Venezuela tuvo en este último año 32,1% de pobreza (Panorama Social, p. 17).5Desde la perspectiva del modelo estructuralista del desarrollismo, las misiones han jugado un papel importante en la política social y la productividad de Venezuela.6De la mano de estrategias de industrialización por sustitución de importaciones -isi-, este modelo fue impulsado e implementado por la cepal y diferentes gobiernos de América Latina desde la década de 1960 hasta mediados de la década de 1980 (antes de la extensión generalizada del neoliberalismo en la región).7Las Misiones, en conjunto con otras medidas

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económicas, han sido evaluadas por los teóricos de la cepal como mecanismos holísticos apropiados al servicio de la reducción de la pobreza y del hambre.

Diversos informes de esta organización muestran destacados logros sociales de la última década en Venezuela, a saber: aumento de la seguridad social, redistribución de la riqueza nacional, disminución de la desigualdad social, ingresos adicionales invertidos en el campo social, política laboral eficaz, crecimiento económico y respeto de los derechos sociales. Estos esfuerzos y resultados convergen en la construcción de un paradigma vanguardista de política social y de Estado de bienestar en América Latina (Otálvaro, 2013; Otálvaro, 2009; Medina, 2006; Ribas, 2011) que se distancia del dogma neoliberal latinoamericano de las décadas de 1980 y 1990, así como de las medidas disciplinarias de austeridad fiscal que actualmente se aplican en la Unión Europea.

El renacimiento del Estado social latinoamericano se presenta como modelo antagónico al anunciado fin de la historia à la Fukuyama. Dentro de esta misma narrativa y con base en desarrollos sociales verificados, Venezuela es vista como un país que a principios del siglo xxi cumple los Objetivos de Desarrollo del Milenio. La Misión Cristo como estrategia de erradicación de la pobreza y eje de articulación de los demás programas sociales, imprime a esta narrativa de desarrollo una clara marca religiosa y profética.

Las Metas de Desarrollo del Milenio poseen asimismo un carácter religioso-milenarista. En la última década se han levantado voces críticas con respecto a los componentes de estas metas.8Tanto las reuniones preparatorias y la planificación general, así como los procedimientos formales y la aprobación del documento oficial tuvieron un carácter marcadamente vertical con participación preponderante de algunos gobiernos y la tecnocracia global en el área de lo social (sin la participación de los Estados débiles y movimientos sociales globales y locales). De hecho, el Banco Mundial, el fmi y la ocde desempeñaron un papel clave en la redacción de los Objetivos del Milenio y su proceso de ratificación. La Cumbre del Milenio funcionó bajo el tradicional modus operandi neo-colonial de la comunidad internacional, la ayuda

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para el desarrollo y la visión neoliberal de la lucha contra la pobreza. Un amplio proceso de transformación de las causas estructurales de la pobreza no es contemplado en el documento. En este sentido, los Objetivos del Milenio se caracterizan por su anacronismo, debido a la falta de un análisis crítico de los procesos históricos y las estructuras de poder, así como de las concomitantes estrategias de producción, consumo y comercio global.

El tenor oficial se orienta hacia la reducción de la pobreza en lugar de su abolición; la estrategia del milenio tampoco considera una campaña multidimensional y estructural en contra de la desigualdad mundial en términos socio-económicos. Su enfoque apunta hacia la disminución de la pobreza, mientras que la lucha contra la concentración, la acumulación y el aumento de la riqueza en forma de capital no merece atención en el documento (Usategui, 2010; Houtart, 2007; Amin, 2006; Lapeyre, 2006).

Otras críticas al dispositivo del Milenio apuntan hacia los métodos estadísticos utilizados para medir el cumplimiento de las metas con respecto a la pobreza. Los criterios de evaluación continúan basados en los ingresos y el PIB (crecimiento económico). Dentro de este método, predominantemente cuantitativo, se ignoran la participación real, el empoderamiento y las voces de los más pobres, es decir, los históricamente excluidos y quienes sufren de primera mano el drama de la pobreza. Las declaraciones fundamentales sobre este flagelo no deberían provenir de los gobiernos, las organizaciones mundiales o las ong, sino de las mismas personas que en su día a día viven directamente las realidades de aquel.

Una segunda perspectiva de la política social de las Misiones se basa en un enfoque liberal-democrático. De allí han emergido críticas y acusaciones de varios políticos/as, académicos/as, ong’s y think tanks, tales como: Human Rights Watch, Transparencia Internacional, Amnistía Internacional, Freedom House, National Endowment for Democracy e Internacional Crisis Group. Los medios de comunicación globales se suman a esta línea (matriz de opinión). Como jugadores globales, estas organizaciones y actores reclaman una "pretensión de verdad" (Wahrheitsanspruch) en el contexto de la ideología de los derechos humanos y los valores universales eurocéntricos.

Vale decir que ellos gozan de una elevada credibilidad en la "opinión pública mundial" (sociedad civil global). Su crítica nutre el desarrollo de una narrativa de la nueva República de Venezuela como un "Estado problemático" en el contexto de la comunidad internacional. A partir de una crítica central

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que destaca la ausencia de un Estado de Derecho, se han desarrollado complementarias líneas de argumentación y acusaciones directas al actual modelo político venezolano: violación de derechos civiles; represión y persecución de la oposición (mostrada como la "real sociedad civil" venezolana)...

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