De "lo mismo" y "lo otro": la sociedad civil en la biopolítica del liberalismo - Núm. 146, Diciembre 2008 - Estudios de Derecho - Libros y Revistas - VLEX 70550759

De "lo mismo" y "lo otro": la sociedad civil en la biopolítica del liberalismo

AutorDiana Patricia Higuita Peña
CargoEstudiante del pregrado de Derecho en la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad de Antioquia.
Páginas249-269

Texto de la ponencia que obtuvo el primer lugar en la convocatoria realizada en el marco del Congreso "JAIME SANÍN GREIFFENSTEIN" Post-globalización: Del fin de los derechos humanos a la guerra infinita, llevado a cabo en la ciudad de Medellín, Universidad de Antioquia, los días 10, 11 y 12 de julio de 2008. En el evento se contó con la participación de autores como Costas Douzinas (Grecia/GB), Slavoj Zizek (Eslovenia), William Rasch (USA), Ken McMullen (Gran Bretaña), Yulia Kovas (Rusia), Marcus Rediker (USA), Óscar Guardiola-Rivera (Colombia/GB), Fabio Giraldo (Colombia), Julio González (Colombia), Ricardo Sanín (Colombia) y Juan Felipe García (Colombia).

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Introduccion

Los estudios sobre el poder han sufrido serios y contundentes reveses luego de las formulaciones teóricas sugeridas por Michel Foucault. Resulta paradigmática su fórmula de análisis asentada sobre lo que ha descrito como el tránsito y superposición del poder de soberanía al poder disciplinario y de éste a las sociedades de control. Sin embargo, las reflexiones que aquí siguen pretenden verificar las implicaciones de las nuevas configuraciones del poder sobre un concepto en el que se fundan los gobiernos liberales: la sociedad civil. Se trata no tanto de sugerir su desaparición -como lo indican algunos- cuanto de establecer la necesaria reformulación de su uso y contenido. Sólo a través de la adaptación del concepto de sociedad civil a las dinámicas sociales contemporáneas puede el liberalismo gestionar las poblaciones a partir del establecimiento de un gobierno económico y la reivindicación de la soberanía individual: ésta es su biopolítica, diferente de la relativa a los Estados totalitarios y de aquella correspondiente a los Estados policía.

Sin embargo, el intento de homogeneización y universalización del modelo de sociedad civil liberal en todas las culturas nacionales, ha conducido a una suerte de totalitarismo respaldado por su propia ideología. Con lo anterior, se procura la continuación del discurso de luchas raciales inaugurado en el siglo XVI, pues el cometido conjunto de este tipo de enunciados es el de continuar desde el aparato discursivo con una forma de organización política de la sociedad caracterizada por su composición jerárquica y la pretensión de exclusión definitiva del enemigo "racial" (no sólo entendido en sentido biológico). El discurso se ampara, en su integridad, en razones de supervivencia, aspiraciones de verdad universal que combaten la diferencia, realizaciones de ideales míticos de "raza" y esperanzas mesiánicas de salvación. Resulta entonces que este complejo enunciativo sirve ahora como amplio espectro sobre el que se asientan todos los intentos de perversión del pensamiento de la "unidad" a través de la universalización de la mentalidad de "lo mismo". Se produce, por contera, la negación de "lo otro" y sobre estas mismas coordenadas se verifican sus características de exclusión en las prácticas modernas contra poblaciones vulnerables: Page 250 rechazo a inmigrantes, refugiados, minorías étnicas, desplazados. Se trata de nuevas prácticas totalitarias de uniformación social, asentadas sobre métodos de segregación racial.

1. Tecnología biopolítica

Foucault, en lo extenso de su obra, recaba suficientemente sobre la conveniencia de abandonar un estudio del poder insistente en el modelo del Leviatán o, mejor, la insuficiencia del análisis negativo del poder, a cuyo respecto afirma la conveniencia, más que de efectuar investigaciones del lado del edificio jurídico de la soberanía y de las instituciones y aparatos del Estado1, el análisis del poder del lado de la dominación, los operadores materiales, las formas de sometimiento y, por fin hacia los dispositivos de saber2.

De acuerdo al estudio sugerido, se lee sobre las coordenadas teoréticas de Foucault que entre los siglos XVII y XVIII surge -o mejor, se inventa- una nueva mecánica de poder cuyos instrumentos y procedimientos resultan novedosos aunque superpuestos a las relaciones establecidas a partir del poder de soberanía3: se trata del poder disciplinario y del biopoder. El poder disciplinario4 -cuya mesa de disecciones la constituye el cuerpo, su tiempo y su trabajo (cuerpo del individuo), más que la tierra, sus bienes y riqueza ("cuerpo" del soberano)-, "[e]s un tipo de poder que se ejerce continuamente mediante la vigilancia, (...) que supone una apretada cuadrícula de coerciones materiales más que la existencia física de un soberano y define una nueva economía de poder cuyo principio es que se deben incrementar, Page 251 a la vez, las fuerzas sometidas y la fuerza y eficacia de quien las somete"5. Así, se constata la aparición de técnicas ajustadas a la distribución espacial de los cuerpos individuales, "su separación, alineamiento, puesta en serie y bajo vigilancia", la organización de un sistema periférico, de todo un campo de visibilidad que permitía su supervisión y el incremento de su fuerza útil mediante un ejercicio de racionalización económica del poder y el logro del adiestramiento individual mediante técnicas de vigilancia, inspección, jerarquía, escrituras, informes.6

Con todo, en la segunda mitad del siglo XVIII entra en escena una nueva tecnología de poder no disciplinaria, que no procura la exclusión de esta última sino que la captura, la engloba y logra emplazarse en otro nivel, con otra superficie de sustentación e instrumentos meridianamente disímiles7.

A diferencia de la disciplina, que se dirige al cuerpo, esta nueva técnica de poder no disciplinario se aplica a la vida de los hombres e, incluso, se destina, por así decirlo, no al hombre/cuerpo sino al hombre vivo, al hombre ser viviente; en el límite, si lo prefieren, al hombre/especie (...). (L)a nueva tecnología introducida está destinada a la multiplicidad de los hombres, pero no en cuanto se resumen en cuerpos individuales sino en la medida en que forma, al contrario, una masa global, afectada por procesos de conjunto que son propios de la vida, como el nacimiento, la muerte, la producción, la enfermedad(...) Luego de la anatomopolítica del cuerpo humano, introducida durante el siglo XVIII, vemos aparecer, a finales de éste, algo que (...) yo llamaría una biopolítica de la especie humana.8 Page 252

Sobre ella conviene decir una serie de cosas importantes: lo primero sería afirmar que se introduce un nuevo cuerpo dócil9, cual es la población: "cuerpo múltiple, de muchas cabezas, si no infinito, al menos necesariamente innumerable". Aparece la idea de población como problema político y científico, es decir, como asunto que se incrusta en las urgencias biológicas y a la vez de poder. Como segundo, los fenómenos de los que se ocupa sólo se deben considerar en el nivel colectivo, en últimas, fenómenos de serie y de duración; por lo que el nivel de intervención política viene dado en la determinación de los fenómenos generales.

(...) [S]e trata, sobre todo, de establecer mecanismos reguladores que (...) puedan fijar un equilibrio, mantener un promedio, establecer una especie de homeóstasis, asegurar compensaciones (...), optimizar, si ustedes quieren, un estado de vida; (...) en síntesis, de tomar en cuenta la vida, los procesos biológicos del hombre/especie y asegurar en ellos no una disciplina sino una regularización (...),10 con lo que, si se revisa detenidamente el esquema, aparece un poder sabio y nuevo, que es el poder de hacer vivir.

De estos primeros recorridos sobre las tecnologías de poder, podríamos concluir de una buena vez y sin reparos, que la denotada referencia al esquema organizativo de la soberanía para dirigir los fenómenos del cuerpo político y económico se hizo inoperante en una sociedad creciente en niveles de industrialización y ampliación demográfica. Variados elementos escapaban "tanto por arriba como por abajo, en el nivel del detalle y en el de la masa" (Foucault). Frente a esto último se procuró la adaptación de los mecanismos de poder al cuerpo individual, lo que hasta ahora se ha identificado como disciplina, y a continuación se siguió con los procesos globales, de la población o biosociológicos de las masas humanas, "[a]daptación mucho más difícil porque implicaba, desde luego, órganos complejos de coordinación y centralización".11 Page 253

Ahora bien, luego de señalar las líneas gruesas de las tecnologías de poder, quepa referirse seguidamente a las técnicas ("técnicas de poder", según Foucault)12orientadas al gobierno de los individuos y destinadas a su dirección continua y permanente, en un primer momento, y a su vinculación posterior al poder totalizador del Estado.13

2. Poder pastoral, razón de estado y gobierno liberal

Según Foucault, la racionalidad del poder se caracteriza en las sociedades occidentales modernas por una notable bifurcación que resulta inevitable: individualización y totalización. La primera tendría su asiento en una suerte de poder pastoral (idea cristiana que Foucault hace remontar hasta las sociedades antiguas del oriente cercano) cuyo propósito se fundará en el intento de salvación de un pueblo procurando ajustarse paciente y firmemente a cada individuo sin desconocer que el amparo del "pastor" debe encargarse a su vez de la salvación de todos. La otra vertiente de esa racionalidad (totalización) se encontraría en la idea de razón de Estado (aparecida en el siglo XVI) y que se desarrolló como el principio racional que tendía a reforzar el poder estatal.14 Estas dos tendencias vendrían a articularse (en el siglo XVIII) en la teoría del Estado de policía, es decir, un Estado que tiende -aunque resulte una Page 254 afirmación paradójica- a acrecentar su poder procurando...

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