La muerte del escepticismo o San Agustín y los académicos - Núm. 26, Julio 2002 - Revistas Estudios de Filosofía - Libros y Revistas - VLEX 744987017

La muerte del escepticismo o San Agustín y los académicos

AutorGonzalo Soto Posada
CargoUniversidad Pontificia Bolivariana
Páginas277-292
LA MUERTE DEL
ESCEPTICISMO
O SAN AGUSTÍN
Y LOS ACADÉMICOS
Por:
Gonzalo Soto Posada
Universidad Pontificia Bolivariana
En este mundo
traid01~
nada es verdad ni es mentira: todo es
según el color del cristal con que
se
mira
Copla popular
Nada es verdad, todo está permitido
Eslogan escepticista
de
todos los tiempos
Es que la completa saciedad de nuestras almas, la vida feliz no es
otra cosa que conocer
por
quién eres guiado a la
Verdad,
de qué
Verdad disfrutas,
por
qué medios te contactas con la Suma Medida.
Introducción
Estas tres cosas permiten conocer
al
Dios único y a la única
substancia, dejando de lado las vanidades de la superstición
San Agustín,
De
vita beata,
IV,
3 5
El presente ensayo es un diálogo con uno de los textos agustinianos que más me han
golpeado:
el
Contra Academicos. Digo golpeado porque dada la labilidad, fragilidad y
finitud humanas, siempre se viven momentos donde
el
escepticismo y
el
nihilismo negativo
inundan mi corazón y
mi
mente, proclamando con diáfana claridad: ¡nada
es
verdad, todo
vale! En estos momentos inevitables del cotidiano vivir, en una especie de ontología de lo
cotidiano, me he agarrado
al
Contra Academicos, no como puerto seguro contra la duda, la
probabilidad y la incertidumbre, sino corno una pequeña embarcación que me puede dar
luces en medio del caos, la penumbra y la oscuridad del agreste mar violento que es la vida.
Incluso, después de su lectura, los bramidos-chillidos-zumbidos del escepticismo no se
Estudios
de
Filosofía
No.
26
Agosto
2002
Universidad
de
Antioquia
calman Y vuelven a gritar hasta con más ahínco: ¡todo vale nada y el resto vale menos!,
como canta nuestro poeta León de Greiff. El ensayo, por lo mismo, no pretende llegar a
absolutas, necesarias y universales conclusiones. Su intención es muy sencilla: hallar un
oas~s
en
medio de las turbulencias vitales, para refrescar esta ambigua vida con
el
agua del
posible gozo de la verdad, en tanto frui, quies, delectatio, gaudium. Este ejercicio místico
del "gaudium de veritate" es lo que propongo como hermenéutica del Contra Academicos,
pero siempre desde la bella perspectiva agustiniana: "Busquemos para encontrar pero
encontraremos sólo la capacidad de buscar al infinito". 1
l.
El
Contra Academicos
El
Contra Academicos consta de tres libros; fue escrito en
el
retiro de Casicíaco en
el
año 386, los días
11,
12, 20,
21
y 22 de noviembre; fue dedicado a su amigo Romaniano,
atr~pellado
en estos momentos por los furores de la fortuna; Romaniano fue uno de los
a~Igos
más íntimos de Agustín, rico, noble y generoso. Así nos
lo
describe
el
obispo de
Hipo~a:
"Siendo yo adolescente pobre y emigrante por causa de mis estudios, Romaniano
me
~Iste
alojamiento y subvención para mi carrera
y,
lo que se aprecia más, una acogida
cordial. Cuando perdí a mi padre, me consolaste con tu amistad, me animaste con tus
consejos, me ayudaste con tu fortuna. en nuestro municipio, con tus favores,
tu
amistad
Y
el
ofrecimiento de tu casa, me hiciste partícipe de
tu
honra y primacía".2 La descripción
r~mata
con estas conmovedoras palabras: "si me alienta la confianza de llegar
al
sumo Bien,
me has animado, has sido
mi
estímulo, a
ti
debo la realización de mis anhelos. Pero la
fe,
más que la razón, me ha hecho conocer a aquel de quien has sido instrumento".3
. Las palabras citadas me dan
el
primer apoyo contra
el
escepticismo: la amistad. Es
Cierto
que existe la enemistad y en lucha constante contra la amistad. Pero la philía, la
amicitia fue para
el
hiponense un apoyo en su vida, obra y pensamiento. Incluso la vivió
cuando tuvo su amistad con los académicos, en cuyo movimiento militó antes de su
co?versión en el386: "¡Oh grandes hombres de la Academia! Ninguna certidumbre podemos
asir, estrella fija de nuestra vida".4 Esta expresión de
Las
Confesiones, rayando Agustín en
los
t~einta
años, nos indica que, incluso con quienes después podemos disentir, es posible
seguir en amistad. Bien lo anota Maurice Blanchot
al
hablar del último Foucault:
"De
ahí la
tentación de ir a buscar en la Antigüedad la revalorización de las prácticas de la amistad, las
cuales, sin llegar a perderse, no han vuelto a encontrar, salvo entre algunos de nosotros, su
2
3
4
De Trinitate,
IX,
]
Contra Academicos.
JI,
2,
3.
Seguiré citándolo con
la
sigla
CA.
Uso la edición bilingüe de la Biblioteca
de Autores Cristianos: Obras
de
San Agusiin. Madrid: BAC,
Vol.
III, 1982.
CA,
II, 2, 4.
Confesiones,
VI
,
XI,
18
.
278

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