Orígenes y desarrollo de la violencia en Colombia - Núm. 26, Enero 2007 - Revista Iusta - Libros y Revistas - VLEX 42242759

Orígenes y desarrollo de la violencia en Colombia

AutorÁlvaro Echeverri Uruburu
CargoDecano de la Facultad de Derecho de la Universidad Santo Tomás de Bogotá. Magíster en análisis político, desarrollo económico y relaciones internacionales..
Páginas137-151

Fecha de presentación: 6 de marzo de 2007

Fecha de aprobación: 11de mayo de 2007

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Origin and development of violence in Colombia

En el Marco de la Escuela de Verano (Julio 006) sobre el tema "La sociología jurídica al servicio de los Derechos Humanos en los procesos de paz", organizado por el Instituto Internacional de Sociología Jurídica de OÑATI (País Vasco- España).

Introducción

Colombia soporta, particularmente a partir de la década de los ochenta del siglo pasado, la más grave crisis de carácter humanitario de todo el hemisferio occidental. Las estadísticas la muestran como el país con el más alto índice de homicidios del mundo por cada 100 mil habitantes (78.2 seguida de lejos por Jamaica con el 27.7 y Rusia con el 20.2)1; el segundo con el mayor número de población desplazada -cerca de 3 mil millomes de personas- como consecuencia del escalamiento del conflicto interno durante los últimos quince años; posee el mayor número de secuestrados al año -cerca de 3.7002- y es el tercero, a nivel mundial, en tener sembrado su territorio de minas antipersonas, que anualmente causan la muerte o la mutilación a cientos de inocentes, particularmente campesinos y menores de edad.

Posiblemente por debajo de los índices masivos de brutalidad provocados por la confrontación entre utus y tutsis en Ruanda y que conmovieron a la opinión internacional hace pocos años, Colombia ha padecido desde la década mencionada, numerosas masacres de campesinos e indígenas perpetradas por grupos guerrilleros y paramilitares, cuya característica ha sido la extremada sevicia que ha acompañado a tales matanzas y que inevitablemente traen a la memoria colectiva el recuerdo de la barbarie que caracterizó a los autores de asesinatos masivos cometidos durante el período conocido en la historia política reciente de nuestro país como "la violencia" (1948-1962)3. Page 138

No obstante la gravedad de esta situación, resulta paradójico su relativo desconocimiento en los medios académicos extranjeros y la pasividad de la comunidad internacional para contribuir a su resolución.

Por tal motivo, como colombiano y académico comprometido con la suerte de nuestro país, no podemos menos que agradecer al Instituto de Sociología Jurídica de Oñati, el haber programado en esta Escuela de Verano, un espacio para reflexionar sobre la violencia colombiana y explorar, desde esa disciplina, posibles caminos de salida a la crisis humanitaria que ella ha provocado.

La presente ponencia pretende, por tanto, historiar los períodos de la violencia reciente en Colombia para ubicar someramente a los participantes en esta Escuela en dicho fenómeno, dejando a otros docentes de nuestro país, la tarea de analizar los distintos intentos pacificadores vividos durante estos años así como el proceso de reinserción que actualmente se cumple con los grupos paramilitares o de autodefensa por iniciativa del actual gobierno.

1. Etapas de la violencia colombiana

Dado el carácter multiforme de la violencia que ha padecido y padece la sociedad colombiana con respecto a actores, comportamientos y contextos, la violencia a la cual nos referimos en esta ponencia es la violencia estrictamente política.

Este último tipo de violencia ha sido un fenómeno constante de la historia del país, particularmente desde su constitución como Estado independiente en 1810.

Podemos distinguir, por tanto, tres etapas de la violencia política colombiana, teniendo en cuenta sus elementos principales: el contexto general de cada una de ellas; el carácter de sus protagonistas y sus correspondientes motivaciones y objetivos:

  1. Etapa de las guerras civiles del siglo XIX.

  2. Etapa de la llamada "Violencia" de mediados del siglo XX.

  3. Etapa contemporánea de la violencia.

    Las guerras civiles del siglo XIX. Las siete guerras de carácter nacional y 59 guerras e insurrecciones armadas entre los Estados federales y dentro de estos durante ese siglo, fueron el resultado de las fuertes confrontaciones entre las elites políticas de la época en torno a definiciones estatales generales: relaciones Iglesia-Estado, concesión de la libertad a los esclavos negros, régimen de organización territorial federalista o centralista.

    Como es apenas obvio, las frecuentes confrontaciones armadas hicieron difícil y extremadamente lento el desarrollo del país. Cuando Colombia inicia el siglo XX, es un país destrozado y a punto de su desintegración como consecuencia de la última y más sangrienta de todas sus guerras civiles, la de los mil días" (1899-1903) que deja más de cien mil muertos, dentro de una población total que apenas si llegaba a los tres millones de habitantes.

    Pero, los comienzos del siglo XX tampoco trajeron la paz. La represión oficial contra las primeras manifestaciones de organización sindical en la década de los veinte (ferrocarriles, puertos y "enclaves" de producción en manos extranjeras como el banano y el petróleo), culminan con la "masacre de las bananeras" en 1928, que victimiza al movimiento reindicativo de los trabajadores bananeros en contra de la empresa norteamericana que explotaba la fruta mediante concesión del Estado, la United Fruit Company. El número de obreros asesinados ese año por las tropas del gobierno en la plaza del municipio de Page 139

    Ciénaga (departamento del Magdalena) es un dato que nunca se sabrá con exactitud, tal como lo simboliza con trágica belleza nuestro premio Nobel de literatura, Gabriel García Márquez, en su más célebre novela Cien años de soledad, mediante la figura de la aquel tren infinito, cargado con los muertos de la matanza, que se pierde en la oscuridad de la noche.

    La violencia de la década de los Cincuenta. El retorno al poder del partido Liberal en 1930, después de 45 años de exclusión a través de métodos violentos (expulsión del país de sus principales dirigentes, censura de prensa y la guerra civil de "los mil días"), lo mismo que de procedimientos seudolegales (un sistema electoral fraudulento), provoca los primeros brotes de violencia entre los dos partidos tradicionales, el liberal y el conservador (matanzas de campesinos en el departamento de Santander) que alcanzará su clímax sangriento en la década de los cincuenta.

    El período conocido en nuestra historia reciente como "la violencia" (1948-1960), sigue siendo un referente obligado para entender la violencia contemporánea, no sólo porque ésta última hunde muchas de sus raíces explicativas en ese período -vg; las primeras zonas de implantación de ésta corresponden a aquellas que vivieron más intensamente el período de la violencia de los años cincuenta. Igualmente, uno de los protagonistas decisivos de la actual violencia, el movimiento guerrillero de las Farc surgió durante ese periodo- sino también por los métodos de acción violenta empleados por sus agentes actuales, tanto la de los grupos guerrilleros como los de las fuerzas paramilitares, narcotraficantes y agentes gubernamentales.

    La "Violencia" de mediados del siglo pasado ha sido presentada por sus protagonistas principales (los partidos tradicionales) y algún sector de la historiográfica nacional, ligada a la ideología del Frente Nacional4, como una suerte de "fatalidad telúrica" que anegó al país en un turbión de sangre, sin autores ni responsables conocidos de su génesis y desarrollo (Pecault, 1987).

    Por el contrario, la abundante bibliografía sobre este período de nuestra historia, tiende a demostrar que los hechos violentos que lo caracterizaron tuvieron su origen en un proyecto político reaccionario, de tintes inocultablemente fascistas, de un sector del partido conservador -el "laureanismo", por el nombre del jefe de esta fracción, Laureano Gómez- que pretendió exterminar físicamente al partido liberal, visualizado entonces como el "caballo de Troya" del comunismo a raíz de las reformas sociales que dicho partido había promovido durante el gobierno de Alfonso López Pumarejo (1934-1938) como la consagración constitucional de los derechos laborales de asociación, negociación y huelga; la función social de la propiedad- a cuyo amparo trató de revolverse el viejo problema de la concentración la propiedad agraria lo mismo que el de la separación entre la Iglesia y el Estado, con su secuela de libertad de cultos y de enseñanza por medio de un nuevo concordato suscrito con la santa Sede, que puso término al concordato anterior de 1887 que había sancionado el monopolio de la enseñanza y la orientación ideológica de ésta en cabeza de las jerarquías de la Iglesia Católica; la igualdad de derechos entre el hombre y la mujer; la creación de la Universidad Nacional como centro de educación pública para la formación profesional de los sectores más po- Page 140 bres; la reforma tributaria que estableció el impuesto de renta progresivo de acuerdo a la riqueza de los contribuyentes, entre otras varias reformas.

    Estas, orientadas a la modernización del país, encolerizaron a la oposición conservadora, a la iglesia e incluso a sectores liberales ligados a las élites tradicionales. Dirigentes del partido conservador anunciaron entonces el "inicio de una contrarrevolución de masas"5 para oponerla a "la revolución en marcha", proclamada por el gobierno del presidente López. Laureano Gómez hace entonces la apología sin ambages del atentado personal. El lenguaje de la confrontación contribuye al enrarecimiento de la atmósfera política y prepara el desencadenamiento de las acciones violentas.

    Cuando López decreta la "pausa" en el proceso de reformas, el liderazgo de estas pasa a la fracción más radical del liberalismo, acaudillada por Jorge Eliécer Gaitán. El partido liberal se divide y pierde el poder frente al Conservatismo en 1946. Gaitán, convertido en jefe único de ese partido y contando con las mayorías electorales que le favorecen, se muestra como el próximo presidente indiscutible de la Nación. Se suceden entonces una serie de matanzas e incendios...

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