El pensamiento político en William Ockham (Guillermo de Okham) - Núm. 104, Julio 2005 - Revista Facultad de Derecho y Ciencias Políticas - Libros y Revistas - VLEX 214085969

El pensamiento político en William Ockham (Guillermo de Okham)

AutorOlmer Alveiro Muñoz Sánchez
CargoLicenciado en Filosofía Universidad Pontificia Bolivariana
Páginas208-223

Olmer Alveiro Muñoz Sánchez1

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En el marco de la política medieval, la academia se ve enfrentada al estudio de un periodo particular de la teoría política; este segmento de la historia aparece representado en el periodo de transición del siglo XI al XIV, en el que la sociedad europea encuentra los inicios de nuevas tendencias económicas, de pensamiento como lo es el inicio de la Universidad Medieval 2, un cambio en la mentalidad con respecto a lo estético, y se asiste también a una transición del poder político religioso en cabeza del Papa, quien justifica teológicamente la esencia del Poder Político en Dios 3, hacia un poder civil representado en los gobernantes. Estos siglos son fundamentales, no sólo para entender el porqué la sociedad medieval comienza una etapa de transición hacia nuevas reformas, que llevan a un cambio en la mentalidad con respecto a lo político, sino también porque es el momento en el que se revalúan las concepciones sobre el poder político, alejándose de una concepción teocrática del mismo y acercándose a una civilista.

En Ockham se encuentra, además del teólogo y el filósofo al político, quien sorprendió en gran medida a los pensadores medievales con sus conceptos avanzados sobre la política y el gobierno civil. En este sentido, esta corta reflexión no pretende ser vista como novedosa en todos sus aspectos, sino aportar una interpretación del presente político a la luz de los pensamientos ockhamistas. Se sostendrá como tesis central que Guillermo de Ockham fue uno de los primeros pensadores modernos, que al igual que Marsilio de Padua, supo distinguir entre el poder espiritual y el poder temporal, entre el régimen político cívico y el de institución religiosa, distinción que daría inicio, en los siglos siguientes, a las teorías del Contractualismo moderno, representadas en dos grandes autores como lo son Thomas Hobbes y John Locke, considerados como los padres del contractualismo y del racionalismo político moderno occidental, al igual que como los padres del Estado moderno 4 occidental europeo 5.

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Guillermo de Ockham, para finales del siglo XIII y los albores del XIV, aparece como la piedra en el zapato no sólo para los estudiosos de la filosofía sino también para aquellos que desde el punto de vista político intentan justificar el poder del Papa por encima de los emperadores y de los reyes. En este sentido es sumamente ilustrativa la Bula del Papa Bonifacio VIII 6, en la cual se instituye la supremacía del poder espiritual sobre el poder temporal, y se establece que la sociedad está ordenada en tanto cumple con los designios del Papa y de la Palabra de Dios, es decir: la política, el poder, lo civil y lo privado, corresponden únicamente a la potestad del Papa, él es quien determina quién se salva y quién se condena, quién puede participar activamente de la actividad política y quién no, quién es el santo y quién el profano 7.

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Esta tradición fue heredada del Papa Inocencio III, en su Bula Venerabillem, del año 1202 y ratificada por el Papa Bonifacio VIII, en su Bula Unam Sanctam, en la cual se afirma que el poder espiritual se encuentra por encima del temporal 8. Esto constituye, según Ockham, una contradicción, ya que al menos desde la tradición Greco-Latina, la filosofía política ha comprendido que si bien en un principio el poder político puede provenir de las deidades, no puede tener un sustento claro como reflexión y acción en el campo público si no está atravesada, en primer lugar, por el lógos y, en segundo lugar, por la ley 9. Su antecesor en la disputa sobre los poderes, Marsilio de Padua, en su Defensor Pacis (la fecha probable en la cual escribe su obra Marsilio de Padua puede ser situada hacia el año 1324), no sólo establece una plena autonomía entre lo temporal y lo supra-temporal, sino que separa claramente las aguas entre los hacedores y los enemigos de esa paz: "el príncipe causa eficiente y garante del bien vivir de los hombres, será por esto mismo causa eficiente de la tranquilidad, mientras que los que pongan impedimento a la acción del gobernante temporal lo serán de la discordia" 10.

Cuando Marsilio de Padua se refiere a la naturaleza de la ley, no la caracteriza como una norma que esté basada en la teoría teocrática descendente, sino que

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la ley es un "precepto coactivo", es decir, obligatorio, que le da toda la caracterización posible como ley, así, son los hombres quienes le dan sentido de obligatoriedad a las leyes para que los gobierne. "El gobierno, como parte instrumental del Estado, recibe su poder de este pueblo, es decir "LEGISLATOR HUMANUS", en quien todo el poder civil" 11 está presente.

Al analizar la intención de Marsilio de Padua con respecto a su función como un detractor de la teocracia pontificia explica, Anthony Black, lo siguiente:

"La intención de Marsilio es erradicar de la mente de los hombres esa opinión perversa en relación con el poder temporal del clero, guiar a los hombres hacia la paz. Porque era su deber utilizar la inteligencia que Dios le había otorgado para proclamar la verdad y ayudar a los oprimidos; imitará a Cristo en la enseñanza de la verdad por la cual dicha plaga de los gobiernos civiles puede ser extirpada del género humano, y sobre todo de los pueblos cristianos, ofreciendo ciertas conclusiones y testimonios necesarios para los ciudadanos, tanto en condición de gobernantes como en cuanto súbditos" 12

Con la afirmación de Marsilio de Padua, se reconoce que existe una clara intención: escribir en términos generales para cualquier sociedad con el fin de que desde el punto de vista filosófico se pueda llegar a consolidar un pensamiento político sensato y racional a la manera de Aristóteles. Las disputas entre el Papa Juan XXII con Luis de Baviera cada vez son más intensas, y llegan al punto del rompimiento no sólo diplomático sino también religioso, en esta medida se aboga por un orden político público, entendido éste como la posibilidad que existe en las sociedades democráticas por discutir y defenderse con argumentos de razón más que de fuerza.

Con Guillermo de Ockham el pensamiento político en el medioevo comprende graves consecuencias para la modernidad; en primer lugar, sus aportes desde el nominalismo permite ver un acercamiento a la concepción posterior del individuo

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de Descartes, es así como el Cogito, la res cogitans del moderno puede verse claramente expresada en Ockham y su nominalismo 13.

El interés por las existencias particulares, los individuos, la interpretación teológica, la posición sobre el poder temporal y espiritual, lo convierte en todo un pensador moderno, entendido éste como un hombre que piensa en las instituciones fuera del contexto religioso y teológico dándole la oportunidad al individuo y a la sociedad de decidir sobre sus instituciones, sus gobernantes, sus creencias y su libertad al referirse a sus derechos y deberes.

Las rupturas que este pensador medieval realiza con la tradición, lo llevan a ser condenado por hereje, situación que no sólo lo convierte en un paria de la sociedad, sino también en un hombre alejado de conseguir la salvación de su alma. A pesar de esto su pensamiento político se convertirá en el germen para

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que en sociedades como Inglaterra y Francia los ciudadanos puedan reivindicar sus derechos ante el gobierno y pueda ser legitimado éste no por vías de la autoridad eclesiástica sino civil.

Guillermo de Ockham y su construcción teórica sobre el nominalismo hacen pensar que la sociedad compuesta de individuos puede determinar, por la existencia de los mismos, la pertinencia de sus intereses políticos. Es importante señalar que en este pensador la ruptura con la Iglesia en cuanto a la defensa de la plenitudo Potestatis es radical, no admite por ningún motivo que el Papa sea infalible y por ello él mismo condena al Papado de Aviñón por dedicarse a asuntos que, lejos de ser religiosos, pertenecen mucho más al ámbito social, secular o civil.

La reestructuración del pensamiento político en la edad media, permitirá acercarnos a las denominaciones propias del autor sobre el poder y los gobernantes; cuatro elementos nos ayudarán a pasar a la comprensión que el autor tenía sobre lo político, y son los siguientes como lo expresa el profesor José Iglesias Antonio:

"La concepción teológica de Ockham excluye toda posibilidad de remontarse de este mundo al trascendente por una intuición intelectual. El teólogo no puede conocer a Dios más que a través de lo que constata que Él ha efectivamente querido aquí y ahora. Él no razona más que sobre las criaturas, es decir, sobre las objetivaciones de una voluntad de la cual los motivos se le escapan. Por otra parte, sostener que es imposible a la razón humana encontrarse con la razón divina, es sostener la trascendencia radical de Dios respecto de la razón humana. Como segundo la separación de la razón y la fe, asignándole a cada una dominios distintos, sobre los cuales ellas reinan soberanamente. No pudiendo encontrarse, ellas no pueden chocar o contradecirse. El escepticismo en materia de causalidad es el tercer agente de la laiquización del estado. No hay una causa final que dirija al Estado o a lo que de él queda en Ockham hacia el dominio de lo sobrenatural. El cuarto: el horizonte que la ética de nuestro autor abre a la moralidad natural, asentada sobre el libre arbitrio."14

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Estas características nos permiten analizar varios aspectos de la política medieval; en primera instancia la separación de poderes, lo espiritual y lo temporal, marca una diferencia radical en el pensamiento del Venerabilis Inceptor, pues al afirmar que la autoridad del Papa usurpa las libertades de los hombres, está concluyendo que el Sumo Pontífice no puede discutir los asuntos de orden civil, los cuales le corresponden estrictamente a los reyes y a los jueces15. Ambos poderes, temporal y espiritual, son entendidos separadamente por el franciscano, y su tesis lo...

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