Una poesía de luz a través de la grieta - 12 de Noviembre de 2016 - El Tiempo - Noticias - VLEX 653056733

Una poesía de luz a través de la grieta

Jacobo Celnik* Especial para EL TIEMPO El día que se anunció la muerte de David Bowie, las peores pesadillas se hicieron realidad. Lloramos con Héroes de fondo intentando dar respuesta a lo imposible, a la inexistente inmortalidad de nuestros ídolos. Nos consolamos con la idea de que nos queda su música a la mano, a un clic de distancia, pero no basta. Nos dio fuerza saber que aún quedan otros guías espirituales (McCartney, Dylan, Gilmour, Richards, Townshend) que mantendrían el equilibrio emocional en un mundo que se cae a pedazos. Uno de esos estandartes era Leonard Cohen. Gentil, cortés, elegante, oscuro y prudente en todo el sentido de la palabra, gozaba de aparente buena salud y una chispa creativa que le permitió dejar cuatro trabajos memorables entre 2012 y 2016. Se mantenía de gira, pues se debía a su público y nada parecía indicar que se uniría tan pronto a Bowie, Glenn Frey, Prince y Marianne, su musa de la juventud y de quien se despidió en el verano con una hermosísima carta. Ella fue la responsable de darle vida a una de sus canciones más hermosas, So Long Marianne. En la carta de despedida, Cohen dejó una pieza suelta para el rompecabezas que no supimos armar: “Bien, Marianne, hemos llegado a este tiempo en que somos tan viejos que nuestros cuerpos se caen a pedazos; pienso que te seguiré muy pronto. Que sepas que estoy tan cerca de ti que, si extiendes tu mano, creo que podrás tocar la mía”. Hijo de un sastre y una enfermera, Cohen nació en un hogar judío en Montreal (Canadá), en 1934. A los 9 años perdió a su padre y tuvo que madurar antes de tiempo. Sus tíos y el peso de ser un primogénito judío le concedieron la inmensa responsabilidad de ser el hombre de la casa, de velar por su madre y su hermana. Pronto encontró en la escritura la fórmula para la salvación emocional, para superar la ausencia de una imagen determinante en el desarrollo de todo ser humano. A los 16 años tuvo el primero de varios big bang. Sucedió en una librería donde cayó rendido ante la poesía de Federico García Lorca, su principal influencia. En el libro Poemas selectos se detuvo ante Gacela del mercado matutino. Sylvie Simmons, autora del libro biográfico Soy tu hombre, recuerda que Cohen se erizó con la fuerza de esos versos, algo que solo le había sucedido en la sinagoga durante los rezos matutinos. La soledad de la poesía de Lorca lo marcó, algo se rompió en él y cambió para siempre. Se identificaba plenamente con Lorca. Había encontrado su voz...

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