Poesías de Agripina Montes del Valle. Tomo I - Núm. 37, Julio 2022 - Revista Co-herencia - Libros y Revistas - VLEX 923406451

Poesías de Agripina Montes del Valle. Tomo I

AutorRafael Pombo
Páginas15-54
Co-herencia Vol. 20, n.º 37, julio - diciembre de 2022, pp. 15-54. (ISSN 1794-5887 / e-ISSN 2539-1208) 15
POESÍAS
DE
AGRIPINA MONTES DEL VALLE
TOMO I
BO GO
imprenta de vapor de zalamea hs.
1883 .
Las sacerdotisas
Rafael Pombo
16
las sacerdotisas.
conversación a propósito del libro de la señora montes
del valle.*
Muchos al abrir este libro, si tienen la dicha de conocer a su
autora -criatura fina y eléctrica, opulenta en dones del espíritu y en
excelencias de mujer- lo leerán con interés, con viva simpatía, con
profundo y cariñoso respeto.
Muchos otros, y quizá otras, de los que nada sepan de ella, lo cerrarán
al punto, diciendo con desdén: “¡Ah! ¡Versos de mujer! Por leídos.”
Y yo sería de este número si no fuese naturalmente desconfiado
de las injusticias vulgares, y refractario a todas las profanas
excomuniones en masa; si no me hubiese dado tantos chascos
deliciosos, en contra de esa vulgar prevención; si no hubiese pasado
lo mejor de la vida buscando y adorando almas bellas, disfrazadas a
veces de ángeles palpables, por añadidura de la Divina largueza.
Dicha prevención de uno y otro sexo contra el numen del débil viene
de muy antiguo, y no ha desaparecido aún. Ni Aristóteles, con toda su
filosofía, dejó de participar de ella. Ella hubo de entrar en la envidia
de Fenenna contra Ana, la cantora profética, madre de Samuel; —y,
desde Ana hasta madama de Stael, y desde la Stael hasta, en nuestras
letras, doña Vicenta Maturana de Gutiérrez, callando nombres más
próximos, muchas son las que por su propia voz la certifican.
“Tan pronto como una mujer sobresale (dice la insigne autora
de la obra De la Littérature, ii parte, capítulo iv), el público general
se previene contra ella”. Explícase luego la sorpresa y la aversión del
vulgo, quéjase de la poca generosidad de los hombres de talento hacia
sus émulas, que ellos deberían proteger, y concluye preguntando: “¿Y
será menos de temerse la injusticia de las mujeres respecto de aquellas
hermanas suyas? ¿No excitan en secreto contra éstas la malevolencia
de los hombres? ¿Hanse aliado alguna vez con una mujer célebre para
* Prólogo de Rafael Pombo. En Agripina Montes del Valle (1883), Poesías, Tomo I (pp.
iii-lii). Zalamea Hermanos. Versión digital: https://catalogoenlinea.bibliotecanacional.
gov.co/client/es_ES/search/asset/62879/0. DOI: 10.17230/co-herencia.19.37.2
Co-herencia Vol. 20, n.º 37, julio - diciembre de 2022, pp. 15-54. (ISSN 1794-5887 / e-ISSN 2539-1208) 17
sostenerla, para defenderla, para apoyar sus pasos vacilantes?”. —Lo
cual me hace recordar ciertos versos feroces de mi adolescencia:
Mas la mujer con la mujer es hiena,
Su amistad, guerra, su piedad, vengan za.
Destronaran al hombre con su a lianza
E imposible su alianza hizo el Señor, etc.
Pero la radiante y generosa Corina es quizá figura excepcional en la
historia moderna, como fue excepcional Napoleón, su mayor enemigo,
y excepcional también su época, cuando la sensibilidad parecía haberse
agotado en torno de aquellos dos colosos con los ríos de lágrimas y
sangre vertidos en una especie de social frenesí. Es cierto, por otra parte,
que la guerra que la Stael atrajo sobre su frente, fue gradualmente su
escuela, musa íntima de sus mejores obras y la precisa corona de los
sublimes méritos de su espíritu y de su corazón. Antes y después de la
aparición de Corina, la posición de las mujeres de talento cultivado ha
sido más tranquila en la misma Francia, y su influencia generalmente
aceptada, refiriéndose desde luego a aquellas cuya fuerza era el talento, y
no otros medios de prestigio equívoco; y exceptuando también a las que
hayan empleado ese don divino como arma de escándalo y abogado de
causas moralmente desesperadas.
No olvidemos a madama de Sevigné, a quien Luis XIV honró
con su antipatía porque no le adulaba, no lo deificaba al uso; y
provoca observar, en honor del corazón, cuán efímero fue el reinado
de los dos más ruidosos monarcas de la Francia, y cuán fantásticas
sus conquistas, comparándolos con el reinado y conquistas de las
cartas íntimas de esa madre a su hija, y con las indelebles notas de
viaje de aquella sensible expatriada.
¿De dónde procede, qué significa en lo general, por parte de los
hombres, la aversión a que aludo? ¿Es soberbia de casta? ¿Es envidia
profesional? ¿Es artículo de credo político o es de gobierno doméstico?
¿Es de origen religioso? ¿Es producto fisiológico o patológico, síntoma
de salud o enfermedad? ¿Es el principio económico de la división del
trabajo? ¿Es repugnancia nuestra al monopolio, a la acumulación, en
unas mismas manos, de la belleza y el culto de lo bello, del ídolo
y el incensario? ¿Son celos de que perdamos en respeto, cariño y
atenciones cuanto nuestra bella mitad consagre a un señorío más

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