Presentación - Núm. 54, Julio 2016 - Revistas Estudios de Filosofía - Libros y Revistas - VLEX 744171653

Presentación

AutorCarlos Vásquez Tamayo
CargoDirector Revista Estudios de Filosofía
Páginas7-8
Presentación
Las preguntas de la losofía tienen que ser hirientes. Responden por necesidad
a una determinada urgencia. Urgencia entre hombres, en un momento
determinado. La losofía pregunta lo que la gente pregunta. La delidad a unas
preguntas es el espejo en el que la losofía se mira. Son por demás las mismas
palabras. Unas cuantas. Las palabras de hoy vienen de muy lejos y la losofía las
cuida. Pero, a la vez, debe estrujarlas, sobre todo allí donde esas palabras ocultan
algo, un mando, una imposición, una afrenta. La losofía agita las palabras o trae
aquellas que hace tiempo se mantienen calladas.
Acaso por eso la losofía es incómoda. No se ajusta a los usos ni conviene
con lo que habitualmente se cree. Ella vuelve problema lo que tiene una apariencia
de hecho probado. ¿Cuál es el tiempo de la losofía? Ella nos previene, nos
advierte, desenmascara la crueldad que amenaza. Dice a la vez de dónde vienen la
intemperancia, la cólera, el resentimiento, las pasiones torvas. Arma qué y advierte
quién. Avizora, adivina, si bien no promete nada, sí advierte: lo que viene, lo que
va a ocurrir. Quizás propone posibilidades para esquivar el error.
La responsabilidad de la losofía es ineludible. Si los lósofos la eluden, ella
se vuelve sobre ellos y los denuncia. La losofía es un habla inmemorial, no es de
nadie, acaso ni es un ocio. Ella lleva consigo una voz muy antigua. Una voz sin
comienzo certero que vuelve siempre. Cada pueblo la usa, la habita. Las divisiones
de culturas y geografías no hacen sino volver particular un habla de siempre.
¿De qué responsabilidad se trata? La verdad de la losofía es la eminencia
de las otras personas. Por eso ella se dispone como una escucha. Para la losofía
hablar es responder. ¿A qué? Al reclamo nunca agotado de cada hombre por tener
su lugar. El asunto es de lugar. Un lugar en el espacio y en el tiempo. Los modernos
descubrieron que ese lugar, el más eminente, es el yo. Cuando alguien dice “yo”
se muestra, le recuerda a los otros que a ese alguien no se le puede borrar. La
responsabilidad de la losofía es velar por el lugar del yo de todos y cada uno. Por
eso ella dice lo universal en cada particular.
Responsabilidad muy alta en tiempos de indigencia. En esta época en la que
ya no queda casi ningún lugar. A la losofía le toca decir “tú” para que cada yo se
disponga. Y viva y exista allí con todos y cada uno de sus derechos. Casi a nadie
se le oye decir “yo”. Ese yo, partícula de la indefensión y la fragilidad, es ahogado
por un “él” terrible y omnímodo. O por un nosotros que no es sino el eco, en la
mayoría de los casos, de una palabra sin inteligencia ni misericordia.

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