En primera fila, los abogados - Núm. 1, Diciembre 2001 - Criterio Jurídico - Libros y Revistas - VLEX 43820546

En primera fila, los abogados

AutorFrancisco José Lloreda Mera
Páginas215-218

Intervención del Ministro de Educación Nacional en el acto de presentación del programa de derecho de la Pontificia Universidad Javeriana de Cali, el 30 de marzo de 2001. Abogado Universidad Javeriana y Magíster en Administración y Políticas Públicas de la Universidad de Columbia en New York.

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Estamos reunidos para reafirmar la fe en Colombia. El inicio de una carrera de derecho no puede tener un significado distinto. Menos en un país como el nuestro, donde el ejercicio de las ciencias jurídicas lleva implícita una responsabilidad especial que no se le puede pedir al resto de las profesiones. Ahí radica el compromiso de quienes han iniciado sus estudios en la Universidad Javeriana de Cali, y quienes serán sus graduandos en los tiempos por venir.

Fui un estudiante de derecho algo inquieto, en las postrimetrías de la era del Padre Gabriel Giraldo en Bogotá. Una época de búsqueda y apuesta intensa que dio pie al Movimiento de la Séptima Papeleta, y que prometía cohesionar las energías dispersas de los estudiantes del país, ansiosos de espacio y dialéctica. Con un ingrediente común de efervescencia que contagió a varias universidades pero que se diluyó de manera estrepitosa, opacando sueños y vivencias juveniles.

No se vislumbraba en aquel entonces la apertura de un programa de derecho en la Universidad Javeriana de Cali. A pesar del vacío que en opinión de muchos existía y el reclamo natural por una educación superior con el sello de los Jesuitas, pasarían varios años para que se cristalizara, gracias a la perseverancia de quienes no desfallecieron en la idea de crear en Cali este programa, que hoy se inaugura de manera oficial con pasión vallecaucana.

El inicio de dicho programa no podía improvisarse. Debía surtir un proceso de maduración como el que ocurrió en Cali. Más, cuando en la ciudad existían otras iniciativas en igual sentido, y era necesario estructurar una carrera con sus propias especificidades. Y cuando el país no soporta ni necesita Page 216 un programa mediocre más, en medio del mercantilismo que infiltró a la educación terciaria, oculto en el Caballo de Troya en que muchos convirtieron la Ley 30 de 1992.

Si bien es cierto que el país debe esforzarse por ampliar la cobertura en las instituciones de educación superior, para que no siga siendo el privilegio de unos pocos, no se debe cohonestar con la mala calidad. Hacerlo constituye un engaño, una estafa, para quienes ansiosos de aprender se juegan sus restos para...

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