Palabras pronunciadas en el acto de presentación de los libros "Teoria general del acto jurídico" y "Curso didáctico de bienes y derechos reales". Cali, 31 de agosto de 2006. - Núm. 6, Diciembre 2006 - Criterio Jurídico - Libros y Revistas - VLEX 43904402

Palabras pronunciadas en el acto de presentación de los libros "Teoria general del acto jurídico" y "Curso didáctico de bienes y derechos reales". Cali, 31 de agosto de 2006.

AutorRodrigo Becerra Toro
Páginas389-393

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Si con benévola indulgencia, quizás, un tanto forzada me lo permiten, quisiera compartir con ustedes las experiencias, gratas unas, y no tanto otras, que toca vivir a quien en cualquier momento de la vida le viene por antojo y ocurrencia barruntar cuartillas, más por afición que por oficio. Quiero decir que este ejercicio suele comenzar como un virus que ataca a la razón cuando menos se espera, y termina por convertirse con el paso del tiempo en una auténtica manía, que luego ya no es posible erradicar, y que se insinúa repleta de íntimas cogitaciones y malabares a granel.

Sin pretensión alguna, confieso que en ocasiones pienso que quienes por atrevimiento incurrimos en este menester, tal vez, osadamente y, lejos de imaginarlo, acercamos las dos orillas del pensamiento, los dos ríos de la cultura de que hablan los humanistas, lo que encarna lo viejo y lo nuevo, lo que decanta el proceso civilizador, lo que lo rejuvenece y dinamiza, y hasta presumimos que en ese orden la razón, las ciencias y las artes fluyen de tal manera que lo actual se torna el punto de partida de las expresiones culturales del futuro. No soy escritor, pero, pienso que con este ejercicio se ilumina de cierto modo el proceso civilizador de la humanidad, y que desprevenidamente contribuye él a sostener los pilares sobre los cuales se sustenta la cultura, sin más recompensa para el artífice que el mero placer estético o el gozo de penetrar en lo recóndito de la mente del lector para dejar en ella semillas de imaginación.

Al escribir vienen a la mente de cuando en cuando chispazos de luz, se crea y transforma el conocimiento, y curiosamente se descubre lo que siempre permaneció subyacente.

Cada palabra tiene un doble carácter, el lógico y el estético, comporta el compromiso implícito de crear el pensamiento, como el tallador esculpe la piedra con el cincel hasta que aparece la efigie. Es borrar, corregir, destruir lo hecho en horas de desvelo, y resurgir partiendo de nada. No hay palabras inútiles ni sin alma, y siempre anda uno a la caza de la más adecuada o conveniente, para que la idea resulte lógica. No se escribe para perpetuar, porque el mundo de las ideas Page 390 implica una mutación constante, es una aventura incesante de caminante, una ruta ignota de navegación al pensamiento nuevo, y en tal peregrinaje por fuerza de razón se remoza el tiempo, las ideas, lo que se tiene por válido; se revisan postulados admitidos y se formulan nuevas hipótesis; es...

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