La ranura - Núm. 4, Enero 2014 - Revista Estudiantes de Ciencia Política - Libros y Revistas - VLEX 743980937

La ranura

AutorDaniel Muñoz
Páginas37-38
37
Revista de Estudiantes de Ciencia Política
N.o 4. Medellín, enero-julio de 2014
ISSN 2339-3211
LA RANURA
CÓMO CITAR ESTE ARTÍCULO
Muñoz, D. (2014) La Ranura. Revista Estudiantes de Ciencia Política, 4, 37-38.
Yo era un político en frenesí. Fui miembro del parlamento de mi
país durante dos períodos seguidos, aupado por los votos de un electo-
rado tan pío como putero. No sé qué pasó en la tercera campaña, pero
perdí la curul (es decir, mi destino). Mis ganas de trabajar por el bien
común eran irrefrenables y, a la sazón, me resistía a dejar el capitolio
sin rabiar. Esto me sumió en un estado lamentable: no había semana
en que no visitara las ocinas del órgano electoral para solicitar un
nuevo escrutinio, a ver si por algún lado aparecían los votos faltantes.
Se acercaba, entretanto, el día de la instalación del nuevo cuerpo
legislativo y, como no aparecían los votos prometidos por los electo-
res, yo seguía de capa caída: ¡qué sería de mí sin mi cómoda silla de
parlamentario! Todas las promesas las había mantenido intactas, res-
petando las reglas del arte. Había asistido puntualmente a los cocteles,
respetando las reglas del arte. Había respetado las reglas del arte y, sin
embargo, esa vez no me fue bien en las urnas (a lo mejor no tenían
ranura). Esa hipótesis era mi consuelo: los tarjetones que me salvarían
fueron depositados en urnas sin ranura.
Un ataque de optimismo, que se extendió más allá de lo debido, fue
el detonante de mi vocación política. Es lo normal: cuando eso pasa,
uno termina en el púlpito o agitando turbas. Yo no estaba preparado para
lo primero: siempre tuve problemas con los evangelios. La redención
de las masas en las urnas era lo mío. Y como yo no era, no soy, un
hombre de excepción (de esos que no tienen que ir a la universidad,
habida cuenta de que esta es para el hombre medio), pude concluir,
fácilmente, que debía ejercitarme en pos de las lides electorales, el
sino del hombre medio.

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