Sobre Religión - Núm. 6-2007, Enero 2007 - Revista Co-herencia - Libros y Revistas - VLEX 76690576

Sobre Religión

AutorErnst Tugendhat'l
CargoFilósofo moral checo, profesor en las Universidades Heidelberg y Libre de Berlín
Páginas12-22

Filósofo moral checo, profesor en las Universidades Heidelberg y Libre de Berlín. Es autor de Diálogo en Leticia, Introducción a la filosofía analítica. Lecciones de ética, entre otros.

Page 12

En el drama de Goethe, a la pregunta de Margarita "¿qué significa para ti la religión?' Fausto respondió con evasivas.1 ¿Cómo debemos ver las cosas si no queremos refugiarnos en ambigüedades como Fausto, pero tampoco ser ingenuos como Margarita? Me parece que la necesidad de creer en dioses o en un dios no es meramente un fenómeno cultural, sino que es un fenómeno antropológico, es decir, un fenómeno que tiene su base en la estructura del ser humano, de modo que, por un lado, si se es honesto, no hay manera de esquivarlo y, por otro, hoy en día, para alguien que no quiere engañarse resulta imposible dejarse arrastrar por este sentimiento. Si esto es cierto, la relación de los seres humanos con la religión estaría marcada por una contradicción entre el deseo y la necesidad, por un lado, y la imposibilidad de realizarlo, por el otro. Contradicciones de este tipo parecen ser inofensivas desde un punto de vista lógico y son, en la vida humana, algo bastante normal.

Podría ser útil aclarar esto con otro ejemplo. Los seres humanos tienen, por lo menos en general, el deseo de seguir viviendo. Esto tampoco es meramente un hecho, sino que también tiene una base antropológica que he intentado mostrar en otro lugar. Ahora bien, este deseo está en contradicción con la realidad. La realidad es que la vida de un ser humano termina después de un tiempo. Pero el deseo de seguir viviendo posee fundamentos antropológicos tan profundos, que en todas las culturas se ha intentado, de una u otra manera, construir una vida después de la muerte.

Incluso hoy muchos piensan así. No es contradictorio, dicen. Tal vez no, responderíamos, ¿pero no ves que si la única razón para mantener esta creencia es nuestro deseo de que sea así y que si no hay evidencias independientes a favor de ella, tu pensamiento es una mera expresión de deseos, lo que en inglés se llama wishful thlnklng? El deseo de que algo sea el caso, no sólo es una razón insuficiente para creerlo, sino que es, si no hay evidencias independientes, una fuerte razón en contra. Una opinión de que algo es así o asá, que se basa solamente en un deseo, lleva, en el caso normal de una opinión empírica (por ejemplo, Ana desea que Juan esté enamorado de ella), a una negación de la realidad, es decir, si la persona se entrega a ella, a una alucinación, a un espejismo. La creencia en un Dios o en una vida después de la muerte sólo consigue escapar al destino de la alucinación debido a que su objeto se encuentra en una esfera sobrenatural, es decir, en una dimensión que está situada más allá tanto de evidencias como de contra-evidencias empíricas. Esta es la razón de que tales creencias no tropiecen con la realidad; tropiezan sólo con la honestidad intelectual. Page 13

En cuanto a la creencia en Dios, hoy parece haber tres posiciones. Primero, están los que dicen: Dios no existe y así es mejor para nosotros. Piénsese, por ejemplo, en Nietzsche o en el hegelianismo de izquierda. Los que mantienen esta posición no se limitan a negar la existencia de Dios; niegan además el deseo humano de tener una fe. En su opinión, la presencia de este deseo en un ser humano siempre es el resultado de una errada comprensión de sí mismo.

En segundo lugar, están los que piensan que pueden pasar sin más trámite de su deseo de creer a la creencia misma, apoyándose quizá en la tradición o en una supuesta revelación. Según ellos, el hecho de que una persona que está en una tradición religiosa no crea en Dios, sólo se explica por la falta de profundidad de su deseo. A esta segunda posición podría denominarse la posición de los teólogos. Su error consiste en no ver que el deseo por sí sólo no puede ser nunca una razón, sino únicamente una razón en contra.

La tercera posición es la de aquellos que piensan que todo el problema es más bien social. Por esta razón, pueden dejar las cosas en una atmósfera vaga. Ni parten como los que mantienen la primera posición, de una necesidad de liberarse de la religión, ni tampoco ven en ella algo que surge de un deseo, de una necesidad humana. Cuento en esta tercera posición también a los que se califican de agnósticos. Agnósticos se llaman los que piensan que la existencia de Dios no puede ser comprobada ni refutada. En términos sociales, llamarse así parece tener como motivo la voluntad de evitar la palabra "ateísmo" y de ganar así entre los creyentes mayor respetabilidad. Lo que me parece errado en esta posición es que quienes la defienden no ven, lo mismo que los teólogos, que si de lo que se trata es de algo que no se puede comprobar ni refutar, pero es objeto de un deseo, entonces este deseo pesa sobre el platillo negativo de la balanza. Es trivial que no podemos verificar ni falsar la existencia de un ser sobrenatural, pero esto precisamente significa que lo único que cuenta a favor de esta creencia es el deseo, y desde luego así no se refuta la existencia de este ente, pero sí la creencia en ella.

Lo característico de las tres posiciones es, en mi opinión, su autocomplacencia, o quizá debiera decir su presuntuosidad. Es cierto que la vida es más fácil si uno no se halla en una contradicción. Lo que yo, en cambio, quiero mostrar es que parece más honesto verse inmerso en una contradicción entre el deseo religioso, por una parte, y la imposibilidad de satisfacerlo, por otra. Dicho más claramente: los seres humanos necesitan relacionarse con un dios, pero la realidad frustra esta necesidad. La primera parte de esta proposición me parece poseer validez general: Page 14 está basada en la estructura antropológica de los seres humanos; mientras que a la segunda parte tengo que calificarla con un "hoy", pues era fácil proyectar dioses cuando no se hacía una distinción tajante entre lo natural y lo sobrenatural y era posible pensar que los dioses vivían en el monte Olimpo o que Dios estaba en los cielos. Hoy se dice que Dios existe fuera del espacio y el tiempo. Esto resulta bastante difícil de entender. Que un ente concreto (en contraste, por ejemplo, con un número) exista, tiene el sentido de que existe en el espacio durante algún tiempo. Una realidad sobrenatural es por definición una realidad para la cual no hay evidencias ni a favor...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR