Reseña de Antonio Annino - Núm. 54, Diciembre 2015 - Revista de Estudios Sociales - Libros y Revistas - VLEX 649660101

Reseña de Antonio Annino

AutorAntonio Annino
CargoDoctor en Historia de las Instituciones Políticas por la Università degli Studi di Firenze, Italia
Páginas204-206
LECTURAS204
Reseña de Antonio Annino*
DOI: http://dx.doi.org/10.7440/res54.2015.18
* Doctor en Historia de las Instituciones Políticas por la
Università degli Studi di Firenze (Italia). Profesor de la
Università degli Studi di Firenze y el Centro de Estudios
en Historia, Universidad Externado de Colombia. Correo
electrónico: anninovondusek@gmail.com
Renán Silva es sin duda alguna un historiador de nivel
internacional, no sólo por su fama bien merecida, sino
porque su obra no pertenece a la cultura colombiana
sino a toda la cultura que piensa —a partir del presente—
aquel fascinante, decisivo e intrigante momento de la
historia occidental que con una fuerte conciencia de
sí se llamó “Ilustración”. Los aportes de Renán Silva
quedarán como una pieza del entramado historiográco
que empezó a rescatar, en la segunda mitad del siglo XX,
el fenómeno ilustrado, y le fue otorgando un “reconoci-
miento” civil que antes no tenía. Es un dato que quizás
vale la pena recordar: la Ilustración tuvo una aceptación
contundente en su momento, que sin embargo se opacó
a lo largo del siglo XIX, y aún más en las primeras
décadas del XX. No es éste el lugar para detenerse en
los itinerarios dramáticos del Siglo de las Luces. Lo que
cuenta es señalar que el rescate se debió a la nueva
cultura democrática antiautoritaria en búsqueda de
su razón histórica, más allá de los eventos del “siglo
breve”. Sin embargo, no es atrevido decir que, a lo largo
del proceso, Nuestra América sufrió un descuido que la
dejó en una soledad historiográca que hoy nos parece
sin justicación. El Atlántico, la condición “colonial”,
el catolicismo, el conservadurismo, el “atraso”, todos
estos fantasmas agobiantes moldearon lugares
comunes acerca de la “falta de Ilustración”. Y como se
sabe, los lugares comunes no son un buen instrumento
para denir un campo del saber. Ni se trata de pasar de
una de las tantas leyendas negras a algunas de las tantas
leyendas rosadas, hoy de moda. Ni la cuestión es lo que
pasó, sino cómo pasó, por cuáles caminos, por cuáles
instrumentos, por cuáles lecturas de una propuesta
cultural que —como hemos señalado— tuvo siempre una
aguda conciencia de sí misma. Es en esta perspectiva
que la obra completa de Renán Silva fue y es pionera. El
trasfondo histórico es el reto clásico para quien se ocupa
de la así llamada “época borbónica”: en el plano interna-
cional, el fantasma agobiante de la Revolución Francesa,
de las guerras perdidas en el escenario europeo, de la
necesidad (igual de agobiante) de reformar un imperio
demasiado “compositor” (en el sentido de John Elliott),
donde la componente americana no dejaba de manifestar
esporádicamente, pero con fuerza, su histórica queja
por una independencia no “absoluta”, pero sí una forma
de autogobierno en línea con el “orden natural” de las
cosas. En este escenario, la Ilustración neogranadina, y
más en general la americana, sigue siendo un reto, no
sólo por los silencios, sino por las dicultades heurís-
ticas que propone.
En esta perspectiva, este libro de Renán Silva marca un
punto de maduración, en el sentido de que construye
su objeto a partir de un entramado crítico sumamente
sosticado, donde es casi imposible separar las ree-
xiones personales de las lecturas de las fuentes, y de los
comentarios acerca de la bibliografía de apoyo. Al mismo
tiempo, nos enfrentamos con un texto “inquietante”,
en el sentido de que sus páginas inquietan al lector, lo
sacan de muchas certezas y lo ponen en aquel “Lugar de
las dudas”, que para Silva (2014) es el verdadero lugar
del historiador, como él mismo enfatizó hace poco en
un librito muy sosticado y contundente. Nos permi-
timos dar al lector dos consejos: el primero es que se lea
aquel librito, si tiene paciencia y voluntad de entender;
y el segundo, que, tras la lectura de la nueva obra que
aquí se comenta, nuestro lector vuelva a reexionar
sobre las citas dedicatorias de las primeras páginas.
Allí, el autor nos ofrece unas claves para entender su
mirada. El recuerdo de François-Xavier Guerra no es
sólo un homenaje a un historiador que abrió horizontes
sin retorno, sino también a un intelectual que miró
a la historia como un campo de “construcción impro-
visada de la sociedad” (nota 82, p. 268), una mirada que
desafía —como anota Silva— la estructuración extrema
de las relaciones sociales y responsabiliza al historiador
acerca de la contingencia y de la creatividad en los
tiempos históricos.
Los agradecimientos para Roger Chartier no se justican
meramente con las citas a lo largo del libro. Chartier
trabaja Au bord de la falaise —citamos un texto suyo de
1998—, es decir, sobre una historia que discute constan-
temente de sí misma produciendo textos, formaciones
discursivas, dispositivos de lectura, un conjunto de
caminos donde la incertidumbre de los actores históricos
es materia fundamental para el historiador. La memoria
de Franco Venturi es la del historiador que dio un impulso
decisivo al rescate de la Ilustración en los años de la
segunda posguerra. Sin embargo, también en este caso
no se trata sólo de un homenaje a la obra (los volúmenes
del Settecento Riformatore) sino a un hombre que hizo
de lo “ético-político” la motivación de su vida intelectual.
Y no es necesario conocer personalmente a Renán Silva
para percibir en su escritura esta tensión éticamente
engagée. La cita de Pierre Bourdieu es clarísima sobre
este punto: “El summum del arte en ciencias sociales es,

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