Responsabilidad ante la transgresión moral - Implicaciones de la transgresión moral - ¿Por qué los buenos soldados hacen cosas malas? - Libros y Revistas - VLEX 879445154

Responsabilidad ante la transgresión moral

AutorGiovanni Alberto Gómez Rodríguez
Páginas279-297
279
Capítulo 1
Responsabilidad ante la transgresión moral
Existe una cadena causal y también un complejo de relaciones entre la percep-
ción de la realidad, los juicios morales, el actuar —correcto o transgresivo— y
sus implicaciones —efectos y consecuencias—, tal como hemos venido des-
cribiendo de forma analítica. Sin embargo, es prudente recordar que hay un
campo de eventos e impactos que no es visible mediante este procedimiento,
pues estos aparecen solo cuando los componentes han sido explicitados,
cuando se puede ver el todo y sus conexiones —ejemplo de ello son las con-
secuencias no previstas y las contingencias—. Respecto a la valoración moral
de las acciones e intervenciones militares, esta situación exige determinar
la coherencia de aquellas relaciones causales en función de la violencia —la
variable impulsora del proceso—. En ese sentido, nos parece pertinente
explorar cómo esta forma de acción instaura la culpa, categoría distintiva de
la responsabilidad individual sobre la cual discurre la argumentación de la
primera parte del capítulo.
La segunda parte toma en cuenta los argumentos de Arendt sobre la res-
ponsabilidad colectiva y la culpa individual, para demostrar que, a diferencia de
la imputación moral que recae sobre individuos o sistemas, las consecuencias
objetivas y formales no son correlativas con el tipo de transgresión. El fracaso
moral de los soldados repercute enormemente sobre la sociedad, a pesar de que
la culpa sea estrictamente suya, de la perversidad de su corazón, y no medien
condicionamientos sociales. En otras palabras, no solo la responsabilidad polí-
tica —por ser colectiva— afecta a la comunidad, también la culpa —responsa-
bilidad individual— es relevante. Esta idea es interesante porque controvierte la
concepción postmoderna de la ética como un asunto privado, sin importancia
para la acción pública y regida por la racionalidad instrumental, pues deja ver
que los fallos en la moralidad individual repercuten en la vida pública de formas
dramáticas e incluso catastrócas.
¿Por qué los buenos soldados hacen cosas malas?
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En la crítica de la violencia de Benjamin se distingue la violencia mítica
de la violencia divina o pura; la primera es fundadora de derecho y culpabili-
zadora, en oposición a la violencia divina, redentora y destructora de derecho.
En la violencia mítica “se muestra con la mayor claridad, que toda violencia
fundadora de derecho viene a garantizar un poder, y no un ansia excesiva de
benecio en forma de posesiones […] Poder es el principio de toda fundación
mítica de derecho”.1 La violencia mítica genera luchas dentro del derecho,
que terminan cuando esta se muestra absolutamente idéntica a toda violencia
de derecho; así, la única violencia que se opone a la violencia de derecho es la
violencia divina —exterior—:
Si la violencia mítica establece fronteras, la violencia divina arrasa con
ellas; si la mítica es culpabilizadora y expiatoria, la divina es redentora;
cuando aquella amenaza, esta golpea, si aquella es sangrienta, esta otra
es letal aunque incruenta […] La resolución de la violencia mítica se
remite, y no podemos aquí describirlo de forma más exacta, a la culpa-
bilización de la mera vida natural que pone al inocente e infeliz viviente
en manos de la expiación para purgar esa culpa, y que a la vez, redime
al culpable, no de una culpa, sino del derecho. Es que la dominación
del derecho sobre el ser viviente no trasciende la mera vida. La violen-
cia mítica es violencia sangrienta sobre aquella, en su propio nombre,
mientras que la pura violencia divina es sobre todo lo viviente y por
amor a lo vivo. Aquella exige sacricios, esta los acepta.
2
En el estudio de la violencia se explica cómo la violencia institucionali-
zada, de derecho, o si se quiere, política, se ha librado de las oposiciones que
dentro de su marco de control amenazaban con destruirla; el poder del que es
indisociable le otorga la capacidad de disponer virtualmente de cualquier vida.
Aun así, fuera del derecho y contra él, persiste la oposición de la violencia pura
—divina— que se sirve de la rebelión, la pulsión destructiva pasional y deca-
dente que relacionamos con la idea de transgresión de Bataille y de Nietzsche,
1 Walter Benjamin [1972], Para una crítica de la violencia y otros ensayos, trad. Roberto Blatt (Madrid:
Taurus, 1991), 40.
2 Ibíd., 41 y 42.

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