Retrato: imagen del hombre y origen del arte
| Autor | David Vázquez Couto |
| Cargo | Personal Investigador en Formación en el Departamento de Historia del Arte y Bellas Artes. Universidad de Salamanca, España |
| Páginas | 341-378 |
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Co-herencia Vol. 18, n.º 35, julio - diciembre de 2021, pp. 341-378. (ISSN 1794-5887 / e-ISSN 2539-1208)
En ocasiones la teoría del ar te aborda un mismo tipo
de imagen desde la dis paridad discur siva. Este es el
caso del retrato, cuya imprecisa denición complica su acotación
conceptual y formal en los límites de la cu ltura occidenta l. Si
bien este texto no pretende resolver las dudas en tor no a uno de
los problemas más sig nicativos del arte -incluso el problema del
arte, si es que el retrato nace con él-, sí se propone mostrar las
dicultades par a llegar a un acuerdo sobre las convenciones que
lo denen, desde sus antecedentes en la Antigüedad y su consoli-
dación durante la Modernidad, hasta el advenimiento de su crisis
contemporánea que algu nos autores atribuyen a la saturación que
sufre el rostro en la socied ad de masas, y otros, al nuevo paradig ma
artístico que se imp one a partir del impresionismo.
Palabras clave:
Arte, imagen, individuo, pintu ra, representación, retrato, seme-
janza.
Portrait: Image of man and the origin of art
Sometimes, art theor y addresses the same typ e of
image from discursive disparit y. This is the case of the
portrait, whose imprecise denition complic ates its conc eptual
and forma l denition withi n the limits of the Western culture.
Although thi s text does not i ntend to resolve doubts a bout one
of the most signicant questions in art—even the question of a rt,
if po rtrai ts are born with it —it doe s attem pt to s how the difc ul-
ties in reaching an agreement on the conventions that dene it,
from its antecedents in Antiquit y and its establishment in mo-
dern times, up to the advent of its contemporar y crisis that some
authors attribute to the saturation suffered by the image in mass
society, and others, to the new arti stic paradigm t hat is imposed
from Impressionism onwards.
Keywords:
Art, image, individual, paintin g, representation, portrait, likeness.
* Este texto se
encuadra en
el proyecto de
investigación
Intermedialidad
e inst itució n.
Relacion es
interartísticas:
literat ura,
audiovisual, artes
plásticas, Ref.
HAR 2017-85392-P,
nanciado por
el Ministerio de
Ciencia, Innovación
y Universidade s
del Gobierno de
España, por medio
de la convocatoria
2017 de proyectos
I+D correspondiente
al Programa Estatal
de Fomento de
la Investigación
Cientíca y Técnica
de Excelencia.
** Personal
Investigador en
Formación en el
Departamento de
Historia del Arte
y Bellas Artes.
Universidad de
Salamanca, Espa ña.
orcid: 0000-0001-
697 1-78 68
Resumen
Abstract
Retrato: imagen del hombre y
origen del arte*
Recibido: 22/11/2020 | Revisado: 13/07/2021 | Aceptado: 13/08/2021
DOI: 10.17230/co-herencia.18.35.13
David Vázquez Couto**
davidcouto@usal.es
342 Retrato: i magen del hombre y orig en del arte
David Vázquez Couto
Muchos teóricos sitúan la aparición del retrato en Occidente
en distintos lugares y momentos de la Historia. Esto se debe a la
ambigüedad natural del término que permite una relativa libertad
en la interpretación de su signicado, pues se trata de una idea tejida
sobre una compleja red conceptual por la que se cruzan nociones como
imagen, representación o mímesis, todas ellas impensables al margen
del arte y de su preocupación por el hombre. En efecto, el arte debe su
razón de ser al impulso del hombre a vencer a la muerte mediante la
materialización de lo singular y lo distinto de cada individuo, al tiempo
que este se hace consciente de su naturaleza común con el resto de la
humanidad. Tal vez esta indeterminación del hombre, siempre a medio
camino entre lo particular y lo general, pueda explicar, al menos en
parte, por qué fracasa en su intento de verse reejado en una imagen
como realmente es.
Al ser un concepto sin un origen formal denido, tan solo sujeto
a la mi sión de identic ar al modelo para sustit uirlo simból icamente en
su ausencia, el retrato ha tenido que aprovecharse de la potencialidad
de cada medio que ha sometido con la intención de ofrecer la
verdadera imagen del hombre, y no necesariamente logrando un
parecido físico exacto. Ahora bien, como sabemos, establecer los
límites de cada medio, encerrados a su vez por los límites de cada
arte, es, cuanto menos, una cuestión problemática, pues determinar
claramente su espacio privado y exclusivo, libre de contingencias con
otra s discipli nas que fre cuentan lo s territor ios fronter izos, es tan difícil
-diríamos incluso que imposible- como establecer el principio y el n
del ser humano, ya sea como especie, en un sentido biológico, o como
individuo, en un sentido existencial. La constitución y asentamiento
de estos límites, y por tanto también de las cualidades especícas que
caen en su interior haciendo ser a cada medio, nos vienen dados por los
criterios institucionales de la tradición artística. Es entonces cuando el
retrato se convierte en una cuestión hermenéutica que lo vincula a los
orígenes del arte y a la imagen del hombre.
¿Pero qué es un retrato? No creemos que haya una respuesta
completamente satisfactoria a esta pregunta, así que nuestro objetivo
aquí es, por un lado, tratar de llamar la atención acerca de cómo este
concepto se asume como un axioma sobre el que se erigen algunos
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Co-herencia Vol. 18, n.º 35, julio - diciembre de 2021, pp. 341-378. (ISSN 1794-5887 / e-ISSN 2539-1208)
discursos del arte y de la imagen, y por otro, demostrar que, a pesar
de la falta de consenso teórico sobre su denición, prevalecen ciertas
constantes ideológicas que perpetúan sus convenciones. A n de
cuentas, hablar de retrato es preguntarse plásticamente por el sentido
del hombre y del arte, una suerte de materialidad ontológica que
media entre los mundos sensible y suprasensible. Podríamos incluso
aventurarnos a explicarlo como una tékhne dirigida hacia la epistḗm
antropológica y metafísica, pero entonces deberíamos reconocer la
intención con la que el artista ejecuta la representación, tal y como
lo proponen, más o menos explícitamente, autores como Francastel
(1978, pp. 15-16), Todorov (2013, p. 19) o Belting (2007, p. 38). Sin
embargo, esta intención, así como la sionomía del modelo que nos
permite juzgar su parecido con la imagen, es una información de la que
por motivos obvios no siempre disponemos, lo que nos devuelve, una
vez más, al callejón sin salida donde queda atrapado el retrato.
El origen del arte: imago y retrato
Didi-Huberman arma que para hablar de ciertos conceptos como
“imagen” o “retrato” “es imprescindible plantear la cuestión, histórica
y crítica, de las relaciones que conforman su misma existencia”
(2011, p. 83). Y es que, a su juicio, sobre la “relación de semejanza”
se vertebra todo principio artístico, lo que nos lleva a indagar sobre
las raíces del arte. Aunque admite que situar este origen en un
momento concreto de la historia es simplicar en exceso la cuestión,
propone al menos dos puntos de partida que “conforma n un sistema”
y coinciden con la publicación, primero, del libro xxxv de la Historia
Naturalis de Plinio el Viejo en el año 77 d. C., y segundo, ya en el año
1550, con Le vite de’ più eccellenti architetti, pittori, et scultori italiani,
da Cimabue insino a’ tempi nostri, de Vasari.1 Plinio introduce el
mito original del arte que será recuperado e interpretado por Vasari
durante el Renacimiento, y a pesar de las evidentes similitudes entre
ambos textos, hay una distinción epistemológica clave que marcará
el discurso artístico de la Modernidad. Mientras Plinio tiene un
1 En 1568 se publica la segu nda edición de este tratado con el título de L e vite de’ più
eccellenti p ittori, scultori e arc hitettori.
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