Revisitando la agenda de la seguridad en América Latina - Núm. 31, Mayo 2020 - Revista CS de Ciencias Sociales - Libros y Revistas - VLEX 851687280

Revisitando la agenda de la seguridad en América Latina

AutorBrenda Focás, Amparo Marroquín-Parducci
Páginas13-16
Presentación
CS / ISSN 2011-0324 · e-ISSN 2665-4814 / Número 31 / 13 - 16 / Mayo-agosto, 2020
DOI: https://doi.org/10.18046/recs.i31.3997
Revisitando la agenda de la seguridad en América Latina
“El panorama en materia de seguridad en América Latina ha experimentado tran-
siciones signicativas en el último lustro. En muchos de nuestros países, cada vez
nos sentimos más inseguros y tenemos la certeza de aproximarnos a una debacle
en seguridad. Nunca antes estuvimos peor”.
El párrafo anterior encabezó la convocatoria para que académicos de distintas
geografías nos enviaran sus reexiones sobre el tema de las políticas de seguridad
en América Latina. Fue en el tiempo previo a la pandemia. Escribimos esta presen-
tación en un contexto que ha cambiado más de lo que podíamos imaginar y donde,
en muchos lugares de la región latinoamericana, las tentaciones populistas y de los
cuerpos de seguridad para controlar la movilidad nos hacen volver a la frase que
escribimos en un tiempo que ya nos resulta lejano: “nunca antes estuvimos peor”.
Sabemos que antes y ahora existe un reposicionamiento del tema de seguridad
en la agenda pública, política y mediática y nuevas aristas signicativas del debate
emergen en torno a él. Parece que muchos gobernantes están decididos a atacar
los virus biológicos y losvirus” de la recesión económica que se avecina, a punta
de remilitarizaciones y discursos de miedo y control. Los textos que presentamos
muestran cómo ciertos actores sociales se han posicionado en un lugar privilegiado
en el espacio público y cómo algunos relatos sobre la seguridad han conseguido una
mayor aceptación y legitimidad social.
Antes pensábamos en la mano dura como una respuesta a la cuestión securitaria
que se impuso con fuerza en diversos países de la región, como Honduras, Brasil o
Colombia, o en la legitimación del ejército como actor fundamental que debe ser
repensado en sus facultades, ya no para defender de amenazas extranjeras a los
territorios, sino para atender cuestiones de seguridad en los territorios urbanos,
como se ha insistido en México, Argentina o El Salvador. Hoy nos encontramos con
una agenda de seguridad que se cruza con medidas de higienismo decimonónicas y
con fuerzas punitivas y totalitarias del modelo que Donald Trump ha exportado en
pleno siglo XXI. Muchos de esos relatos constituyen expresiones del apoyo público
a policías que asesinan ilegalmente a delincuentes, de políticas públicas orientadas
a criminalizar el espacio público y de protocolos que facultan a las fuerzas federales
a disparar a delincuentes en fuga.

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