Los rostros de la guerra. Las “Piedades” - Núm. 9-2008, Julio 2008 - Revista Co-herencia - Libros y Revistas - VLEX 69503362

Los rostros de la guerra. Las “Piedades”

AutorImelda Ramírez
Páginas211-212

Los rostros de la guerra. Las “Piedades” de Beatriz González

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Hace más de dos décadas, la toma del Palacio de Justicia por parte del grupo armado M-19, así como su posterior recuperación por parte de las fuerzas militares colombianas, dejó un saldo de doscientas personas muertas, entre subversivos, Magistrados de la Corte Suprema de Justicia y civiles “desaparecidos”. Ese hecho trágico, que mostraba la guerra colombiana como un acontecimiento público cada vez menos encubierto, y más radicalizado, marcaba el comienzo de una nueva etapa en la historia política del país. Al mismo tiempo, esa tragedia representaba para la artista bumanguesa Beatriz González, un punto de quiebre en el desarrollo de su proceso artístico.

Beatriz González fue alumna atenta, y muy estimada, de Marta Traba. La controvertida crítica de arte colombo-argentina -residente en Colombia durante parte de los años cincuenta y en los años sesenta- consideraba que la obra de González era la prueba de validez y de viabilidad de sus planteamientos sobre la resistencia y la autonomía del arte colombiano frente a las vanguardias norteamericanas y europeas de aquellos años. Esto quería decir que la obra de Beatriz representaba para Traba la comprobación de la existencia de un arte colombiano de cara a las crudas, y también fantásticas, realidades colombianas, sin recurrir a las retóricas del nacionalismo o a las estilizaciones modernistas.

En ese sentido, la exaltación de la cultura local y de sus aspectos «desmedidos» -en palabras de Beatriz González, o de su «incultura», en las de Traba-, se convirtió para la artista en una especie de militancia estética. En su batalla contra el «buen gusto», la artista encontró en la comedia social y política del momento su mayor deleite y la fuente para sus variadas experimentaciones plásticas: con una buena dosis de humor y de ironía, Beatriz González incorporó a su trabajo fotografías de prensa de sucesos trágicos y de eventos públicos anodinos que daban cuenta del absurdo de la sociedad colombiana. En otras ocasiones dirigió su miradaPage 212 hacia las imágenes de la historia de Colombia, o a las del arte «universal» que ella encontraba en sus recorridos por la ciudad, en los puestos de revistas o en las estampas de Gráficas Molinari, que intercambiaba con los objetos del Pasaje Rivas. En esos casos sus provocaciones proponían un desafío a los discursos de los poderosos, llámense historia oficial, historia del arte europeo tomado...

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