Servientrega
Autor | Edgar Van den Berghe R. |
Cargo del Autor | Economista Industrial de la Universidad de Los Andes |
Páginas | 149-165 |
Servientrega
Propietario: Jesús Guerrero Hernández
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rincón estaba un señor sentado, al verme llegar cortésmente se presentó: «yo
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interés de realizarle una serie de entrevistas para el libro que estaba escri-
biendo; me dijo «he realizado más de 150 entrevistas para diferentes medios,
sobre la empresa, de allí puede sacar la información»; le contesté: «no quiero
solamente escribir sobre la compañía, deseo escribir sobre la persona, darle
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las empresas no se forman solas, se crean por personas como usted, líderes y
emprendedoras, que generan trabajo; además deseo darle a cada entrevista
un valor agregado que sirva de motivación a los futuros empresarios, que se
miren, como en un espejo, en los líderes empresariales , se proyecten y se
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una condición: que no escriba acartonado, escriba para que le entiendan,
me molestan las personas acartonadas, usted debe escribir de una manera
sencilla que le llegue a todo el mundo, para que todos puedan leer el men-
saje de ser empresarios, hasta los más humildes; tan humilde como yo fui,
un campesino sencillo, nacido en el pueblo de Jenesano en el departamento
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de, muchas veces con la pata al suelo, pero que con un gran esfuerzo logré,
como cualquier persona puede hacerlo, salir adelante y ser un empresario
exitoso».
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empresario ejemplar; doctor emérito de dos universidades; considerado en
varias oportunidades como uno de los ejecutivos del año; con reconocimien-
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Tratados de libre comercio
to nacional e internacional; lo detallé, estaba vestido de sport pero elegante, con
ropa italiana exclusiva, marca Le Collezioni y zapatos Ferregamo, adquiridos en
uno de sus innumerables viajes a Europa; esa era la persona que me hablaba y se
comportaba con una gran sencillez; ¿cómo llegó allá, partiendo de cero?; ¿cuál es
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mo; hasta cuando vivió en el pueblo, el cual dejó a la edad de 15 años, heredaba
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hermano al que le heredara los zapatos; pero como pateaba todo lo que encon-
traba en su camino, piedras, pelotas, tapas, cáscaras, acababa los zapatos en po-
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compañeros, la alpargata es típica de la región y él se sentía más boyacense; el
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10 años, a hacer el primero elemental; mientras llegaban a esa edad permanecían
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lo mandaron desde los cinco años porque en la casa los tenía desesperados; era
demasiado hiperactivo, siempre estaba molestando a los demás, lo llamaban “el
movimiento perpetuo”; desde que llegó a la escuela siguió con la misma tónica;
a los 15 días lo devolvieron a la casa, porque les había hecho la vida imposible,
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molestar todo el día; las profesoras se preguntaban ¿de dónde sacará tanta ener-
gía para joder tanto?; lo tuvieron en varios colegios haciendo la primaria; varias
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profesora por quitarse el problemita de encima.
Ya un poco más serio, y jodiendo menos, o por lo menos no tan parejo, comenzó
el bachillerato en el Colegio Departamental de Jenesano, a donde cursó hasta
tercero de bachillerato; por ser un colegio comercial, recibió las primeras clases
de contabilidad y de lo que era una empresa, las que le servirían más tarde en su
propia compañía, porque en él se le despertó el deseo de ser comerciante y de
aplicar los conceptos básicos aprendidos, por eso cuando sólo tenía once años, le
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el cariño que le puso a su parcelita que hasta soñaba con ella; la cultivaba y ro-
ciaba con tanto cariño como el que le tiene un padre a su hijo; los domingos, día
de mercado en el pueblo, llevaba los atados de cilantro, los colocaba encima de
una caja de cartón, los pregonaba a gritos, como el mejor cilantro de la ciudad;
con el dinero de la venta, sembraba más cilantro, era su especialidad, el resto lo
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