Situación económica y política económica
| Autor | César A. Ferrari |
| Páginas | 169-194 |
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Cualquiera que sea la situación de los mercados, dado un cierto contexto
definido por la situación internacional, el desarrollo institucional
vigente e, incluso, el nivel de productividad existente, la política econó-
mica puede alterar las condiciones de los mismos y sus equilibrios.
Puede alterar también el nivel de desarrollo institucional y la produc-
tividad existentes, aunque en procesos más lentos. Así mismo, puede
modificar la competitividad de los productores.
La alteración de las condiciones iniciales implica, usualmente, trans-
ferencias de ingresos intersectoriales e intrasectoriales, de productores
a consumidores o viceversa, hacia el Estado vía impuestos o desde el
Estado vía transferencias a productores o consumidores. De tal modo,
la política económica no es neutra ni puede serlo. Formular política
económica adecuada requiere conocer la situación específica en que se
encuentran los mercados y los agentes económicos y cómo los afecta. A
diferentes situaciones corresponderán soluciones diferentes. Los casos
siguientes ilustran diversas situaciones, las medidas fiscales y moneta-
rias apropiadas para corregirlas se analizan más adelante.
Inflaciones por demanda y por costos
La inflación es un proceso de crecimiento sostenido de los precios. No
consiste en un cambio de los precios por una sola vez, aunque sea gradual
y progresivo, que puede ser consecuencia, por ejemplo, del cambio de la
unidad monetaria, como ocurrió en Europa cuando se impuso el euro
como moneda común. Ese crecimiento sostenido de los precios no se da
necesariamente en todos los mercados ni de manera simétrica.
Si la economía atraviesa un periodo inflacionario y la mayor parte de
los mercados se ajustan por demanda, lo indicado sería estabilizarla a
través de un ajuste de dicha demanda. Como la demanda depende de las
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preferencias, los precios y el ingreso disponible y, a su vez, este último
de los salarios, las utilidades distribuidas a las que acceden los propie-
tarios de las empresas, y el crédito, la estabilización de precios requiere
un ajuste, una estabilización en esos tres componentes o su variación
compensada de tal modo que mantenga la demanda en su mismo nivel.
Esos programas de ajuste se imponen, usualmente, cuando se supone
exceso de demanda en la economía por la existencia de los llamados défi-
cits gemelos, fiscal y en la cuenta corriente de la balanza de pagos. Los
mismos imponen restricciones a los salarios y el crédito. No consideran
la restricción de las utilidades porque se argumenta, primero, no son
instrumento de política económica, sino resultado (aunque los sala-
rios también lo son), y, segundo, y más importante, se consideran razón
necesaria, aunque no suficiente, para lograr un aumento en la inversión.
Pero si lograda la estabilización de precios, la demanda se mantiene
estancada durante un plazo largo, la estrategia indicada limita también
el crecimiento de la producción que debería ser motivada por la expan-
sión de la demanda (a menos que se piense en la expansión de la demanda
externa que requiere un ajuste diferente que propicie el aumento de la
competitividad de las empresas productoras). Por lo tanto, luego de
la estabilización, lo deseable sería incrementar la demanda en forma
progresiva y, simultáneamente, eliminar las barreras que limitan la
expansión de la capacidad instalada o la productividad. Ello exige facili-
tar la inversión (el aumento de la capacidad instalada y la productividad
depende de la inversión; véase capítulo 7). De ahí, para motivar la inver-
sión, la importancia de lograr una rentabilidad de la producción respecto
a lo invertido, al menos superior al costo de oportunidad del capital.
Muchas veces los diagnósticos de excesos de demanda para expli-
car situaciones inflacionarias no son adecuados. Ocurre con frecuencia
cuando la inflación elevada coexiste con elevados niveles de desempleo
de máquinas y hombres, aun en presencia de los déficits gemelos, fiscal y
en cuenta corriente de la balanza de pagos.
Lo más probable es que, en ese caso, la inflación sea de origen impor-
tado, consecuencia de la elevación de los precios internacionales de
los alimentos, como ocurrió poco antes de que sobreviniera la Gran
Recesión mundial 2008-2009. En este caso, la elevación notoria de la
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