Tres parábolas sobre violencia religiosa, tolerancia y pluralismo - Núm. Especial, Diciembre 2008 - Revistas Estudios de Filosofía - Libros y Revistas - VLEX 744693593

Tres parábolas sobre violencia religiosa, tolerancia y pluralismo

AutorÁngelo Papacchini
CargoUniversidad dd Valle, Colombia
Páginas49-75
Tres parábolas sobre violencia religiosa,
tolerancia y plural
is
mo
Angdo
Papacchini
Univenidad
dd
Valle,
Colombia
TImOl"
Domini
initiwm
sapie
ruicJe
(PJw
17) , Menos op(iminas
en
cuam o a
10$
efectO$
del miedo, una serie de filósofos y peruadores ilustres
-dewe
Epicuro
hasta
Hume, Feuerbach y
Fr
eud-
se han empeñado
en
liberar a lo!; hom·
bres
de
ese
paVOt'
alávko
por
la
divinidad. Y hay que reconocer que este trabajo
terapéutico parecerla haber logrado su cometido.
No
ha disminuido
en
cambio
el
temor frente a quienes siguen apelando a
5Wi
dioses para legitimar
lOda
de
prácticas violentas.
AIIC
es
tán
l
os
asesinO$
que siembran
el
terror apelando a un
mandato divino, o
1011
que responden a estas amenazas con cruzadas
de
innegable
sabor
religios.o.
El recrudecimien
lO
de la violencia asociada con resortes o com'Íc·
ciones religiosas parece rla justificar
la
postura
de
quienes prefier
en
asimilar la
religión con la dinamita,
s que con el opio
de
los pueblos'.
B objetivo
de
es
te trabajo es
intemar
comprender las
ruones
de
es
t
as
act
i-
tudes aparentemente extemporáneas, y sobre lodo averiguar por la posibilidad
de
encon
trar una herramie
nta
distinta
de
la tolerancia para enfrentar o reducir
esta clase de
vi
olencia. Aclaro de
antemano
que por violencia religiosa en!ien-
do
cual
qu
ier intervención
que
milice la fuerza coactiva o destructiva pa ra re·
cortar libertades o acabar con la vida de heterodoxOll o infieles, o cu
al
quier arra
clase
de
herramientas
tendient
es a
pe
rjudicar la integridad
fÍ$ica
o m
oral
de
quienes
en
ca
man
la al!eridad
religiO$a.
En
vista de la complejidad del tema, me
a analilar
la
violencia heterooirigida, orientada a golpear
10$
enemigos
de
Dios, dejando
de
lado la violencia int
erna
ejercida
contra
quienes comparo
1
Cfr.
J.Aumann,
Non
_di
ah,...
Dio.
/J
"""""""'"
dtIJa
...
n
Mulino, l007 , p. 7.
l.1o
bibliofr;oll'a
vioknda
"'lip...
.......
v
...
ho
muy
Iof
úhin>O$
aM.
Me !imito a ..... ndonar.
R.
C;;.ald.
lAr
.........
;:11.
iI_
Mi
lano.
A
1980
; G. lbroa,l
io,
Dio
.ioIon",!
Lt,,,,,
..
d.Ut
5m!1
.....
brflÍClv.
m'sriano. Auioi.
Ouaddla
1
991
;
Ro;:
J
to'I
1m
O. J.
Ta,",,\'O
ni.). v."bodivino, Eildla,
2004;
X.
Pib
.a,
J
didlaco
'"
l1tt
ptOJHIO
""
P
San.ardt" S.I I .........
2004
; F. l'a
hlam
••
.oIrnt<>,
Bari
, la.cfla,
2006
; E. &ma'li.
RtIi,ioni ............
Mil
ano,
I\u¡,oy;.ni
.
2007
y d
nu_ro
."p.d
al
lk
Conci/o
......
di
viokn:a!
. 4.
199
1.
E>lud.fil
o.
IS
SN
011l
·J628 OC:lubre
de
20il8
Uni
v.n
idad
d.
Anlioqllia I'p.
49
.7)
ten un mismo
credd;
y me centrar
':
en la tradici ón judea-cristiana, con breves
referencias a religiones. Para guiar
la
exposición utilizaré como guía tr
es
parábolas -dos
dd
E"ange/io y una del DecameTÓn- tradicionalmente
Stoa
para justifica r
la
coacción y
la
viol,mcia contra la lllteridad religiosa, sea en
favor
de
la
tolerancia y del
re
speto por
la
s diferencias.
1.
La
legitimaci
ón
de
la
viol
encia
entre
el
viejo y el nuevo
Testamento,
entre
el
escand
alo y
la
paradoja
El
Antiguo Testamento no es una lectu
ra
aconsejable para meno
res
de edad;
e incloso para
los
mayores resultan chocantes
esos
innumerabl"s relatos
de
lu-
chas sa ngrientas, guerras, venganzas, masac res y destrucciones, toleradas, per-
mitidas y muchas veces propiciadas por
el
mismo
Yahv
é.
lo
que
más
inquit:ta
al
lector moderno no es
la
violencia claramente condenada por Dios,
ni
la
aotori-
zadón de
la
pena de muerte para cast
iga
r homicidios, abosos sexuales o
St.'Cues·
tros.
Ni
siqoiera nos escandalizan
las
amena.as proferidas por
Yahv
é de acabar
de una
vez
con el producto cumbre de su obra creado
ra,
ya
que
-por
te
rrorlficas
que puedan sonar a nuestros oídos- representan una reacción
al
desorden pro-
ducido por la violencia humana, perCibida y condenada como una amenaza para
el
universo enter
o.
Lo
verdaderamente asombroso son aquellos relatos de masacres
o genocidios perpetrados por mandato expreso
de
Yahv':, contra unos pueblos
cuya única culpa era
la
de
obstaculizar el acceso a
la
tierra prometida.
Lo
cho-
cante
es
la orden perentor
ia
de no dejar nada con vida de
lo
que respire, y
de
pasar por la espada a hombres y animales, so pena
de
despenar la vengama
dh'ina. Incluso aceptando como
legíTima
s
las
reivindicaciones
de
brael sobre las
tierras
de
Canafin, nos resu!!a difícil entender
las
raz
ones
de
ese
uso
indiscrimi-
nado
de
la
fuena desrructiva, muy por encima de la e)(igida por una guerra
de
conquista. Y
10
mfis
aterrador es
ve
r que en estos casos
Di
os no solamente no
condena esta violencia espelu;znante e inhumana contra los que considera ene-
migos
suyos y de su pueblo, sino que la
be
ndice y ordena, sin dejar
de
participar
en
dla
con un
rol
protagónico.
E:¡ta
aniquiladora se expresa con especial dureza en
las
hazañas de
Josué,
el
sucesor de
Moi
s.!s
y el encargado
de
destruir
las
dudades ubicadas en
la tierra prometida.
El
mandato recibido por Yahvé,
daro
y escueto,
no
deja
espaciu para tergiversaciones o dudas:
_en
las
ciudades de estos pueblos que d
Señor
te
entrega en herencia,
no
dejarás con vida a ningún ser que respire;
10
condenads
al
cxterminio.
(DI.
20,16_
1
7).
Cuando
se proclama el anatema
2
Como
la
rabUc$"
l.
vioknc," ."",inda!. 1. inviración
.k
Asom.""
linli'.rd
dt
violt'ICio ...
ligioI.¡I
,1
dt
l.
iU
.
dirigiJocom,.
¡..,.
cl>
J.
Di
os_.
Cf,. J
.....
«IM"".
up.
dI.. pp. 14·12.
50
(herrem)
contra
una ciudad, cualquier nlanifestación de vida tien e que ser eli-
minada, incluy
endo
los simulacros
de
dioses tallados
en
piedra, metal o madera .
y
se
trata
de
una orden taxativa, cuyo incumplimiento amerita la muerte.
La
actitud
enem
istosa hacia Israel por parte
de
los
pobladores
de
Canaán
explica
en
parte esta furia aniquiladora. Sin enlbargo, el motivo más poderoso
parecería r
aidir
en
la
necesidad de evitar a cualquier precio
el
peligro
de
q
ue
el
pueblo
co
mprometido con un pact o solemne (On
su
Dios se dejase seducir por
otros dioses.
Nada
mejor
que
la tierra arrasada para evitar
la
seducción o
el
contagio, y nada más eficaz que un castigo ejemplar
contra
seductores y seduci-
dos. Por ello no le tiembla el pulso a
E1ías
cuando,
al
cabo de una prueba vict
o-
riosa contra los idólatras, procede a degollar
350
sacerdotes
de
Baa\;
ni
se deja
vencer por
la
compasión
el
enfurecido Moisés,
cuando
decide degollar a tres
mil
judíos para vengar
el
culto r
end
ido al borrego
de
oro. Yahvé es un dios celoso,
para nada dispuesto a compartir l
os
favores de su pueblo con dioses advenedizos.
Incluso aceptando las aclaraciones de S.
Agmtín
,
en
el
sentido
de
que
no
ha·
bría que confundir
la
crueldad con
la
justicia, los celos enferm
izos
con
esa pru-
dente
vigilancia que los esposos emplean para reducir los riesgos de infidelidad
de
su pareja, queda
en
el
lector desprevenido
la
sensación
de
que Yahvé no
es
ajeno a pasiones tristes como
la
ira, los celos y la
Hay que reconocer que no siempre
la
aniquilación resulta
tan
dstica. A
veces los animales
se
escapan
al
exterminio;
en
otrOS
casos
la
furia aniquiladora
se detiene frente a niñas o mujeres rgenes;
en
otr
os
más solo son pasados por la
espada los hombres mayores
de
edad.
El
trato
más benévolo
se
aplica
en
el
caso
de ciudades lejanas, menos peligrosas para un
eventual
contagio
de
idolatría:
te acercares a una ciudad para asaltarla -leemos
en
Dr.
lO,1O·j5-le
of
recerás
antes
la paz.
Si
la acepta y te
ab
re las puertas,
todo
el pueblo allí
presente será tri butario tuyo y te servirá.
Si
en
cambio quiere
la
guerra,
el asedio a
la
ciudad.
Cuan
do
el
Senor
tu Dios la habrá puesta
en
tus manos,
pasarás por la espada a todos
los
va
rones;
en
cambio te llevarás como botín a
mujeres y ninos, y a todos los animales (
...
). Así actua r
ás
con
todas
la
s ciudades
muy y que no sean ciudades de estas naciones . En este caso l
os
les
conceden a los enemigos la poSibilidad de elegir entre el sometimiento y
la
destrucción, justo como lo hicieran
los
atenienses con los habitantes de la
de
Mdia,
si
le prestamos
fe
al
célebre relato de Tuddides.
Diferentes estrategias
han
sido utilizadas para
Menuar
la aspereza
de
los
textos y encontrarle un sentido aceptable a
es
tas aparentes apologías de
la
vi
o_
lencia. M
ás
plausibles resultan las lecturas que apelan al espíritu del tiempo y
al
context o
cultural-que
dejarían
su
sello y p rejuicios
en
los
textOS
sagrados- o
al
carácter progresivo de la revelación divina, que se realizaría por etapa
s,
de
do con
el
progreso cultural y moral
de
la
humanidad.
La
violencia divina y su
furia vengadora corresponderían a un bajo nivel
de
desarrollo moral.
si
n dejar
por
dio
de
Jesempcilar un papel importante
en
la
educación del género
humano
51
hacia la d
et
enci60 o limitaci
ón
de la
vi
olenci
a.
Menos convincente r
es
ulta en
cam
bi
o el im e
nt
o de excu
sa
r los llamados divinos a la ven
ga
nz
a apel
ando
a una
supuesta ineludi
bil
idad de la violencia. Si toda la histo
ri
a humana es mancha-
da por la viol
enc
i
a,
si
todas l
as
formaciones sociales se fundan en ella
-a
argu-
mentan
algunos defen
so
res m:h recie
nt
es de los text
05
sagrados-, mal haríamos
en desgarrarn
os
la
s venimcntas frente a los relatos biblicos. Sin fa
lsos
morali smos,
habría que apreci ar
el
papel q ue cumple la
vi
ol
en
cia sagrada para co
mr
olar la
violencia originaria ind iscriminada, y por
end
e su contribución a
la
reducción
progresiva de la furia aniquiladora l
Con
esta d a
5<::>
de lectur
as
, que aprovechan
los
trabajos de
Gi
rard. el escándalo se diluye gracias a una conce
pc
n
en
extre-
mo g
ené
rica de violencia,
qu
e abarca de manera indi
sc
rimin ada la letima
defensa y la agre,ión,
la
respueu a judi
ci
al al crimen y las masacr
es,
el
uso de
la
fuerza con
fi
nalida
dc.
defensivas y la pulsión agresiva empleada para
so
me ter o
agra
vi
ar, l
as
guerras de liberación y los genocidios, la d rc
e!
impuesta a
un
homi-
cida y la tortura apl
ic
ada al sospechoso de herej
ía
. Una vez
s,
1\0
$OTl
motivo
de
e
sd
nda
lo las múltiples formas de
vi
olencia perpetradas por
af
án de riqueza,
placer o ¡xxle
r,
ni
la
s intervenciones divinas orie
nt
ad
as
a salvaguardar la sacr
ali
dad
de la vida, cast
ig
ar a los poderosos o restringir
el
alcance de
la
venganza
fr
em e
a crímenes de sangr
e.
1..0
que exige una explicación
es
el
uso y abuso de la f
uern
coactiva y destructiva exigidos directamente por la divinidad para destruir sin
piedad a sus ene
mi
gos.
En el
Eva
nge
li
o r
es
ulla m:h di
fícil
en
co
ntrar
exho
na
ciones a
la
violen
ci
a.
De
hecho
el
mensaje c
ri
$li
ano condena sin condiciones la viol
en
ci
a c
ontr
a
la
vid
a; extiende
e!
alcance del Decálogo,
al
prohibir
la
violencia ver
ba
l ju
nt
o con
la f
Í5
ica; y supera la lógica del ta
li
ón
-que
reduela la vloIenc ia de respuesta al
monto de la violenci a padecida- al recome
nd
ar la no-violencia fren te al agre-
w
r'
. Y todo en consonancia con
el
núcleo ce
ntra
l de la nueva
ley,
articulada
alrededor del amor.
De
acuerdo
con
esta más eKige
nt
e propuesta de salvación,
el amor hacia 1
015
am
igos
ti
ene que extenderse h
as
ta 1
05
desconocidos y extraños,
sin excluir a los en
em
i
gos.
Y lo más i
nt
er
es
ante es que quien e
nu
ncia normas
tan exige nt
es
actúa en conformidad con sus
en
señanza
s,
desafia
ndo
con
la
no
vi
olencia a $US agresore
s,
y m
os
trando una actitud
be
nigna freme a crimin
al
c$
y
J .
La
violencia .... d elemento b
.o
o:1truCh.ora1.
"'"
°
me
nos
o:1Condido,.
tod.ao
la>
ro
..
"
...
loOCilNad
c
onor;lo.Ia>
. A j.n.:io
rlt-
I en de $Ulllanladoo a la viokncia
la
Bibl
ia
Oci
a
ría
ya
la
Il'l'ibiliebd
un
rro<>.:Irlo
aocltebd no-vioknF.l.
N.1..ohfinl:
]1
1);0
,,;010,"0 dell"Amico Tt
ll
an-.en
.
oe
la
,«.ea
di
Im
a
noo
viol.",*.,
c;..;(¡¡.¡
.-..unIj.-
..
. 1
3S.
1984.
vol
1,
pp
.
1J
·H
4 . H
aWis
oU;,:
ojo
por ojo. dit'
,"e
por dit'nl
e.
Ptro
"fO
os
d""
de no
opontrOI
al
....
lv'OO:
iroel
......
i ..
no
goIpt
. L ......
,¡I
b de..-cha.
lit
......
q
...
drrce
,
farnbofn
10
01"'. (M •.
S.
18_
42).
EI
....... dr
Dio<
ni
de
ToIOI
oi.
e.
un larco eomenfario a
eOle
fn'
O de M
af
...
.
Cfr.
11
..-po
di
Dio
1
¡"
."(Ii.
Ton
......
Marco V.t..,io tdi.ort,
lOO
l.
52
pecadores.
El
con
lraste
co
n
tri,'
el esritu
quco
i
mprcogna
el Antiguo T
es
tamento
y
el que
al
ienta en el
Nuev
o
cos
tan marcado que algunos
han
llegado
a n
e!:"T
cu
alqu
ico
r vínculo
de
parent
C'$CO
entre
Jesús
de
Nazaret y Yahvi: el
au
to
r
del Serm6n
de
la
M
ontaña
no podría ser el h ijo d e un Di
os
vengador y violemo:
el
patrimonio de quien llamaba
al
amor y
al
perdón mal podría derivar-
se de una divinidad vengat iva y despiadada con \
0$
enemigos.
S
in
embargo
-y
aquf
empie%a
la
paradoja-
[
05
vei nte siglos
de
historia del
cristianismo no tienen nada que envidiarle
-en
lo que a cr
uddad
y fanatismo se
refiere- a los
hechos
relatados
en
el
Antiguo T
es
tamento.
Es
s
ufi
ci
eme
mencionar
[as
masacres
por
l
as
cruzadas una
vez
conquistada la
ciudad
santa:
la
fer
o%
represión empleada
en
la cruzada contra
los
ataros; el
Tr
IAum entonado
rn
la basíl ica de
$.
Pedro
en
agradecimiem o por la masacre
de
!res
mil
hugonotes
en París.
en
la
tristemente noche de $. la forma cruel y
san·
grienta de somet
er
a
kII
habitantes del nuevo mundo con
el
pretexto de
la
evan·
gd
i2aci6n; l u medidas desplegadas por los inquisidores
cont
ra 1
05
sospecho:sos
ht.Ierericae
p1"a
llirarU.
privados de
la
libertad. torturados y quemad05 vivos: las goe-
nas
de religión que ensangrentaron a Europa en
los
inicios de la Modern
id
ad. o
en
tiempos reciemes las crmadas contra
los
ejes del mal.
Con
el
agravante
de
que
en
est
os
casos hablamos de hechos históricos
to
mprobad05 y no, como parece
10 m:h probable
en
el
caro del Antiguo Testamento,
de
relatos posteriores que
tetonstruyen
de
manera idealizada
la
fomlaci
6n
del Estado judro.
2.
005
parábo
l
para
ju
s
tifi
c
ar
la
viol
encia
Para explicar en parte esta paradoja, muchos del Evangelio
han
acud
ido
a dos par:Sbolas, la
de
la
cb
aña
y la del (es tin, relatadas la
primera en Mal
eo
13
.
]6·
4] 'f
la
segunda
en
Locas
14
. 15- 24. Nos detendremos
en
el
aná
li
si$ de estos re l
alOS,
Uli
li
zados por los (au[Ores
de
la
vi
olencia. pero
también por los defen
5Ol'C'$
de
la
tolerancia.
a. La
qu
ma d e la
ciuña,
o
la
vi$ de-struc
riv./l
en acción
Preocupad
o:>
por
el
pulular
de
malas hierbas
entre
l
os
trigales, unos criados
le preguntan
al
dueño
si acaso las :;emillas
se
mbrada!
se
en
cont
raban averiadas.
El
dueñ
o lo niega,
co
nvencido
de
que
la
cizaña ha sido sembrada adrede por su
enemigo.
Enugo
i
da
l
os
criados proponen una err'3d
ic
aci6n manual, para que
el
trigo pueda madura r sin pr
ob
lemas. Pero
el
dueño
rech3za
la
propuesl
a,
ya
qu
e
al proceder de eSla forma se
co
rrería el riesgo
de
arr
an
ca
r parte del trigo.
El
rel
ato
concluye con una o r
den
perentoria: que
todo
crezca
hana
la sie-
s
Cfr
. e lA,....
.....
Ji
ttliP-""¡
c....,.....
....
ro.
Lattr.a.
2007.
p. J.
53
ga.
0$
mand
ar.!:
al
ar
haces
la
cizana para quemarla, y amasar trigo
en
mi
El
mi
smo
aut
or ofrece los códigos descifrar la parábola:
el
campo es una melMora del mundo; el trigo y la cizaña son una figura de los hijos
del reino y de los del maligno; y la siega prefigura d fin del mundo, cuando los
ángeles separa rán los
JUStOS
de los condenados, quemando las malas hierbas y
almacenando
el
trigo.
A pesar de
estAs
notas explicativas, la parábola
h¡¡
si
do
ObjclO
de lectur
as
encontradas, y
se
ha impuesto por siglos la interpretación de quienes
han
pre-
tendido ver
en
ella una justificación de la violencia contra
el
mal.
Es
el
caso de
la
exégesis realiz ada por S. Agustín quien, después de una época
fav
orable a
la
tolerancia, llegó a defender una poslura más intransigente contra los ht:terodoxos.
El
pa
dre
de la igle
si
a asimila las malas hierbas
con
los y se
lOma
la
libertad de modificar el mandato divino,
nansf
orm
anoo
la junificaci
ón
de la
orden
(para
que
no erradiquéis
dlrigo)
en
una condición restriCliva :
no
cortéis
la cizaña ocuando ex
is
ta
el
peligro de que pueda ser cortado también
el
Lo que transforma
en
Ik
ilo o meritorio
el
hacerlo
cuando
tal peligro
no
exina·
.
Esta lectura
es
compartida por S. To
s,
quien aprovecha la parábola como
argumento adicion
al
para legitimar la climinación de
10$
hereje1 q.lO,
a.8
ad
primam).
El
padre de
la
escolástica cree
que
un crimen tan grave amerita
no
so]¡¡mente
la
se
paración
del
culpable
de
la
com
unidad
cristiana
(excurnmunicalio), sino su eliminación radical del
'mbito
de la comunidad hu-
mana
(eTadicati
oJ. Y
la
parábola de la cizana aulorizaría esta obra de erradica-
ción, en la medida en que
el
mandato divino solo prohíbe oelltirparla cuando
esta acción suponga el
pdigr
o de
estr
opear
el
tri¡o.
(Il,
Ol,
I1cu
, q.
ll
, 0.3
ad
U'Ttium)
.
Ell
o no impide
que
la Iglesia asuma una aClitud
mi
sericordi05a frentc
al
exuavío. Sin embar
go,
en
caso de
que
herefc penisla en el e
rr
or, _debe ser
al juicio secula.r para que sea exterminado por medio de la muerte.l.
Una
aparentemente empleada para poster
ga
r la violencia es utilil
a.Ja.
así para matar y quemllr con
la
conciencia tranquila, como si
se
tratase de
una.
acción meritoria. Estas lecturas nos alertan
ademh
acerca de lo peligros del
lenguaje metllfórico: no falta r:ín los que
aprov«hen
la
s mct:íforas para quema.r
y cortllr vidns numa.nas como
si
se tratase de mera cizaña, o que tome n
al
pie
d..,
6 ·
Cuandnd
e
ri
......
n de eada
eu.
1
pano
todO$,
al '1"" el
incrimin:oJo
.qllioen
Io
ni
a por
10'1
....
pued
a
produci_
Ull
cilTltll,
l.
<.10>
d""ipll""
t
itnr
'1
....
••
.
S.
Auntlii AUllu,t.ni, ""'OlÍ
em..",
EjIU
....
Parmtn
.... ,
UIm
••
111
, 2,
13
.
En
1",
QwrJlÍOll" "
'<1>I
...
J..c""
ÍII
.....
.......
u-.....Iibn- ...... (11.5).
d.,.nto
habla
......".;dom
cambioq""
la
tiaÑ
trnla '1..,
....
tnltrada hasta
b Y la pa
j.
(I>o>/t,,)
-
>ómboIode
quimol
PI"''''''
una misma
de
mancno inc.on-..::la-
haH. d
procno
ulterior
de
Jdc.ccl6n
dellfiF,
cond
fin<.lo>
no
,,,,red
i.
"""
con
....
,sión.
7
Si
los
M.a ............
la
"mta el
CO
""')'01"
ra:Oro
la
"
...
loo
""'..-jor")"3 '1""
·e'
""
...
1>0
mh
gr.,'"
eo
... la
r.,.
...
no
la
l '1"" (
,,¡
..
roc
ar
troO<>C"da
•.
algo útil
¡lOIt1Ila
'r,n
porol. (
lI
a. Uac.
'1.1
1.
a.J)
.
54
la lt:ua la invitación a dt:jar de lado la pesca, para dedicarse a
la
mucho
s
rentable tarea de atrapar hombre
s.
b.
Co
mpelle intrare, o
lu
va
r
iillntes
de
lit
vis
COiIIcciva
Otra
no menos célebre parábola utilizada para aplacar l
Oili
escrúpulos de con-
ciencia
en
casos de violencia contra infieles o herejes es la del banquete.
Se
narra en ella que un gran
sdio
r, ofendido por
el
desaire cometido por
lOili
invita-
dos le o rdena al criado llenar las sillas vacías con cuantos pobres, ciegos y cojos
encuentre deambulando por las ca
ll
es
. Y
ya
que ni siquiera con
el
acceso masivo
de
estOili
menesterosos se logra llenar la sala, el señor le impone al criado
el
siguiente mandato:
_sal
por
lOili
caminos, paséate por las cercas y empújalOli a
entrar
(compe/Ie
imTtITe)
hasta que
mi
casa
se
1!ene
•.
Una
vez
más es
S.
Agustín
el
encargado de precisar
la
moraleja del relato. A
su juicio el texto indicaría a las claras
la
legitimidad de
la
coacci6n,
si
empre y
cuando sea practicada
co
n un
fin
but:no y mirando
al
interés de la perrona que
la padece:
.Si
en
el tiempo oponuno, gracias a la autoridad recibida de Dios y
por medio de rey
es
religiOlios
y fieles, la Igle
Sia
obliga a ingresar
en
su seno a
quienes encuentra por las calles y cercas -decir
en
medio de cismas y ht:re-
jíar
estOili
últimos no deberían quejarse por el
hecho
de
se
r forzados, y fijarse
más bien hacia dónde
se
l
os
empuja.
',
En obras anteriores el obispo de Hipona se
había mostrado contrario
al
uso de la coacción, argumentando que la voluntad
no
puede ser coaccionada y que las únicas armas permitidas
en
el
trato
con
infieles o herejes son
la
persuasión y
la
argumentación.
Per
o la lucha
en
carn
iza
-
da con tra
la
herejía donatista, y l
os
l
ogrOili
obtenidos gracias al empleo de medi-
das coactivas,
10
inducen
a cambiar de opini6n9 De acuerdo
con
sus nUt:vas
convicciones, no es procedente condenar de manera indiscriminada toda clase
de coacción: al lado de una coerción reprochable , que
es
la que
pe
rsigue fines
inmorales y es
pncticada
por sujetos inte
resadOili
en
su bienestar o
pocIt:r,
e
xi
ste
otra lícita y ha sta meritoria, empleada con
el
fin manifiesto de favorecer los
intereses y
el
bienestar de los dt:más
lO
, Por desagradables que nos parezcan,
la
8
S.
AII",l;i AugllSl;ni, Oprra
am""
,
Epi>.aIa
/85
o.-
Ckmm¡""rum
lib.r (6.l4).
9 En
o.-
!"W
/>
había
1'.000gnm
l.
de
¡ok
....
r a
10$
ho,c.odoxos en
arO!
la
concordia,
rnaf'\St'dllrnme
y 'olera",,", incluso
fr.",e
" '1u;'nc.
'"
a ¡",u Ita. b
Igl..,ia' _frente.
un.
injuria
e"",ha,
.ole
••
, disimula y
paso
por
alto..
Su lem. habla ,ido; enf",n! ••
el
error por medio de
l.
palabra, y luchar
poi'
..... dio de la disputa
«'trbo
....
",...wwm,
di.p..ktrioo><
pw¡n.md
.....
).
10
En
palab
S.
Al""f"
_no
hay'I'"
coruil. coaceiónen.; mi.ma, .ino
la
calidad del
par.! d cual",
emplea.
Ha>¡
'1'"
.""li:8''';
Io'lue
'"
p'"igue
e.
buenoo "",lo. No
y:>
par.! que .Igu;"n p....J.
Ikgar.
",r
bueno.
,11
1"'''''.
Simplemente
P"'.que
ti
miNo .ufri.
lo
'1"" no'l";"'''' en
ullo$
c"""" lo haga
'1'" lo
0Im>
lo
impu
l",
=onoc"l.
verdad
'1""
igrooraba
. Mn>á$,
eore
miffio
\o
rtth."
••
l.
0'
bwc.r
l.
""rdod
q
ue
no
=onocía.
Nf
que
••
"dp
por apega r", '
Xllunt
••
.\0
que
no
qucr"
.1
iHicio
_.
Epú,oIa
93
ad
Vinrtnríw",
(5,
16)
,
55
coacción y
la
intimidación
se
tornan
a veces necesarias para empujar por
el
reCI
O camino a las
ov
ejas descarriadas. Por ello incurriría
en
grave error quien
ll
egll$C
a confundir
..
la persecución injusta practicada por los impí05
co
ntra la
Iglesia de Cristo,
co
n
la
legítima coacción que emplea
la
misma Iglesia contra
10$
M
át
de ciertos parecid
05,
no
se puede
paur
por alto que
.la
Igl
esia persigue por amor, 1
m;
inlpíos por crueldad
..
lI
.
De:
m¡UlCra
anfiloga S. Tomfis utiliza la parfibola para legitimar medidas
co
er-
citivas contra
los
herejes, que
no
merecen ser toleraJos, sea por la gravedad de
su
culpa, sea porque representan un foco de contagio para la comunidad cristia-
na.
El
doclor
angdicus
anota
además que la coacción contra l
os
herejes puede
legitimarse apelando a
la
obligación de cumplir lo prometido -uno dc
10$
pre-
cept05 bfisicos del derecho narural-, que
en
dc!lerminados casos
puetk
ser exigi-
da po r medio
Je
la
fuerza.
Ya
que los here
jes
.se
co
mprometieron
con
la
doctrina
c
ri
stülOa,
.pueden
ser
CoacciOOlldos,
incluso
con
el empleo de la fuena física,
para que cumplan 10 que prometieron y conserven lo que alguna vez
aceptaron.
(I1a,
nae, q.lO, a.8l. De lo que se desprende que
el
compe
lle
inlrare incluye
el
prohibe
aire,
justO
como
en
1
0$
matrimonios de
antaño
: una
\"cz
empeñada la
palabra,
no
hay (orma de arrcpcntir!iC, y el poder civil o religioso se cncargarnn
de disuadir o castigar cualquier intento de huida. S. T
Onlá$
cxcluye d
el
compdlc
inr
r(lTe
a los infielcs,
jU5tifi
cando
el
trato
m:h benigno
en
el
menor
grado de
culpabilidad de quienes nunca recibieron el Evangelio (renle a quienes lo re-
ch
u3
ron o pervirtieron después de haberlo conocido, y
en
el menor grado de
peligrosidad de los enemigos lejanos, menos dañinos que
105
internos. Sin em-
bargo,
si
bien l
os
infieles no pueden ser obligados con la fllena a abrazar
la
(e
-.,.a
que .eI creer es propio de
la
los c
ri
stian
os
pueden emplear métod
os
coactivos, sin excluir la intervención armada, en caso de que los paganos trata_
sen de impedir
la
propagación de
la
fe
.con
blasfemias, lIfgurnentacione, malig-
nas o capciosas o
con
formas abienas de peuccución
•.
Cabe
en
fin
mencionar
la
ut
il
iz
aci
ón
de la parábola para legitimar
no
ya
la
lucha
co
ntra 1
05
herejes, sino la conversión
co
n la fuerta de los paganos del
Nuevo
Mund
o.
Bas:indose
en
la
lectura agustiniana, Sepúlveda considera legí.
timo acudir a
la
coacción
en
aras de
la
humanitaci
ón
de
los indígen
as;
_a
estos
w,rbaros violadores de
la
naturaleza, bla5femos e idólatras, que
no
$010
se.
1
05
puede ml
'ir
(lr, sino también
compckr
para que, recibiendo
el
imperio
de
l
os
cristianos, oigan a los apóstoles que les anuncian
el
El
humanista
1I
Epiltda
185
.
o.,.",.«1in!
(l,II).
S.
AguJtlncr«
ackm:bqur
en
ti
mandato impaflido al cnaJo
....m,roJoc
_ en el c
atoO
....
co;.o.s,
do:p
r
me
..... r
t....".u.
inft
...
pan
los
=IUI.J.::,¡
tnd
campo-If:/lalaria
o;Ic
pmlicación
ad«uad.
poo",
etapa' d'ltin.as
de
l.
hIStoria
ok
la
19k:,
i
.:
la en caro .... 1 c
ri"
íani .mo
primit,,,"o.
y
la
coacción
p.'"
una
en
qU(
la
fe
con el «Jp;okloJd pode, político.
12
Ginú de
St:J'Il
I...-da.
T,,,,,",,,,,
oobr.
ta.¡,,,,,,,,
CD""".t.
lo
"""rD
loo
indic>..
...
,
o.
FCE.
19%,
JI.
S6
desestima
105
baulizos fOrlados. Recoooce sin embargo
que
el sometimiento
pm.oio
de
los i
nd
ígenas es indispensable para
que
sus almas
estén
bien
dispuestas a
aceptar
el
mcruaje evangélico V de paso las
kcciones
de
humanidad
impartidas
po
r los espanole$.
CoTUidl!rn
además licito obliga r a los infieles a o ír
el
meruaje
cristi
ano.
Si
es
cieno
que
nada
de
lo
humano
nos es ajeno, V
que
nueUlO prójimo
abarca la
humanidad
o!otera,
no
podemos
queJar
ins
ens
ibles (rente al d rama
de
los extraviados a puntO
de
caer en un precipicio: -as! co
mo
enall105 obligad
O/;
a
mostrar
el
camino
I!.
los hombres
er
rant
es, as! la
ley
de
V
de
caridad
humana
nos ob
li
ga
a
conducir
de
nuevo
a los paganos al
conocimien
to de la
verdadera religi6n
"u.
Si cada persona raronable
aceptl!.TiI
gustosa qlll! los demás
empleasen la
(uena
para impedirle
cae
r e n un abismo,
no
hay rarones para con-
denar
a
qu
ien acude a
la
CO
ción para salvar
un
alma de
la
perdición eterna.
Al
est
aña
el
ve
rdadero sen
lKl
o
de
la regla
de.
oro
enunc
iada por el Evangelio:
.hagamos a los
demá
s hombres lo
que
qu
isiéramos
que
hidesen
con
nosot
r
os_o
el
z..
alren
·
d.d
ame
n
u.da
o
eliminad.
La
reinterpretaci6n de
la
s
dos
parábolas
ha
contribuido
as{
a unir
10
inconci-
liable, V a lOmar plausible lo
que
podía sonar
como
un
().l:(II\OTOfl:
un
cristiani
smo
habilirado para ejerccr
la
violencia. Los primer
O$
cristianos
empeña
dos
en
de-
fen
de
r su libertad
de
culto frente a las medidas represivas del imperio,
no
hubie-
ran
nunca
imaginado
que
en
un futuro
no
lejano
105
perseguidos se ttaruformarían
en
verdugos, y utililarían la cruz para perseguir, reprimir y marar.
La
Eur
opa
cristiana se
toma
intolernnte frente a las manifestaciones de la alteridad religio -
sa, En algunos casos
el
objetivo prioritario
1':5
el
de
conte
ner
la
ah eridad poten-
cial
que
brOla desde
aden
tro;
en
otros
la
preocupación
se
Ce
ntra
en
la asimilación
más o menos
coacla
de la aheridad exterior;
en
otros
m'
s la percepción
de
la
alteridad
como
un
pel
igrOl$O
foco
de
comagio se traduce
en
el
despla:amiento
forroso o
en
la
eliminación del
hete
rodoxo.
Mer
ece
especial
atención
la violencia de los inquisidores,
que
a distancia
de sigl05 nos sigue llenando
de
horror por
la
crueldad de 1
0$
métodos procesales,
la
indefensión de
la
s y la sevicia
en
la
forma
de
mata
r,
asf
como
por
la
extraña pretensión
de
transform
ar
la
violencia
en
una muestra
de
cristiana soli-
daridad.
Los
tribunall!s de la
sa
nta Inquisición ulili:aban
ellotmento
como
una
herramienta del proceso penal, para .persuadir_
al
sospechoso V obligarlo a re-
conocer
su
cu
lpa, o para
inducirlo
a
confesar
eventuales
c6mplicl':s. Para
la
tradic/llw d
el
hereje se acudía al fuego purificado r
-parn
que
no
quedasen sino
cenizas de
un
ser
tan
malvado-
V
en
los raros
caSO$
dc
demencia
el \'erdugo
se
encargaba
de
ahorca
r
previ
a
meme
al
co
ndenado
. A ve
ces
la furia
de
los
inquisidores
no
se dc:lenfa ni siquiera fn:nte a la
ml.k!Tle,
como
10
muestran
C$OS
]J
lbócl
..
p.
117
.
57
macabros relaros de cadr
es
exhumados para ser dCKua
ni
zados o quemados,
PIIra
que
el
crimen
de:
he r
ej
ía
no
qUt:dase
en
la impunidad. Y en lo que a ca
ri
-
da
d cri sli
ana
se refiere, i
mpona
r
ecor
dar
que el
ca
Sli
go era a
pl
icado
con
el
saludable propósi to
de
que
la ctima
se
arrepintiese
in
ex
rrcmis V pusiese a salvo
su alma, un logro consi
dc
r
ado
m
s valioso que
la
rdi,
1a
de
la vida terrenal.
Fr
en
te a estos h orrore
s,
poco importa saber que la tortura era ampliamente
lIIili
-
lada
en
los tribunalcs civ
il
es dc la época, que los inquisidores
la
emplea ban
b¡¡j
o
norm
as
taxativas
en
a duración y tipo de t
or
mento, V en
toJo
caso
olvida r los
buen
os
modales
Jol
Ningun proceso de revisión
de
la historia pod
borrar lo verdadcramente mi
gi
co
de e5ta institución: los podcrcs que se atribu·
yeron esos acuciosos defensores
de
la
fe
para mart iriza r l
os
cuerpos y am
ed
r
entar
las almas, el empleo
sbt
emdel terror,
la
pretensi
ón
de:
r
eem
plaIar
la
justicia
di
vi
na, V la justi ficación de la crueldad apelando a un
Eva
ngelio que p regonaba
la necesidad de e
nf
re
nlar
la
vi
ol
encia c
on
mét odos no violentos.
Qu
ed
aa
ah
ora por preguntarnos
si,
V
en
qué mt:di
Ja
, la violencia sagrada
influyó
en
la
profana.
No
es
el
caso de discu tir aquf la
l
eb
re hipótesis formub _
da
po
r Gi rard,
kgu
n la cu
al
en
los orígenes de
la
cu
ltura
I!\
violencia sagrada
hab
a actuado
como
un (r
eno
poderoso (renle a
la
violencia indisc riminad
a,
gracias a la
co
ncentración
de
la
agresi
vi
dad
en
el
chivo expiatorio V a b consi·
guio:
ntc disminución de
13
violencia interna
en
el
imerior de la comunidad. Lo
que parece innega ble es que
en
el
ámbi
to
de
la hisloria co nocida V documenta·
da se ha venido
dan
do
una relación dialéc tica, o
de
doble vla,
ent
re
vi
olencia
profana V violencia sagra
da
:
si
de un lado
la
s
reli
giones histó ricas se apropian
¡J
e
la violencia del medio
-no
inventan la tortura,
ni
las formas c rueles
de
matar, ni
la hogue
ra-
, del
otro
aporlan
de
su
yo
cierta cre ativ idad
en
los métodos represi·
vos y
en
la
fo
rma
de
legilimarlos. No un secr
eto
que muchos regím
eoe
s
tOl:a·
litarios se ha n
ap
ropiado de los
todos inquisi toriales, V que exi
sten
asombrosas
coincidencias en
tre
los manual
es
de
la
Inquisición V l
as
s recie
nte
s instruc-
ciones para interrogar V a los sospechosos
de
terro
ri
smo. Sin e mbar
¡!O,
el
aporte m
ás
import
an
te de las religione¡; consiste en el perfeccionamiento
de
las d cticas tendi.:nles a legi timar la violencia, gracias a las nociones
de
mal
radical y enemigo absoluto, a
la
de
la violencia o
ri
entada
a salva·
guarJar
el
h
onor
V
la
glor
ia
d.:
Di
05
, o a
la
asimila
.:
ión de
la
fuena
co
acti
va
a un
rma
co
salud
ab
le
panl s
al
var las almas.
En
un horizonte eminentem
ente
rel
i
gi
oso m r
ge
la
n
oc
i
ón
ti.:
enemigo
abwIllW,
utilizada
-tras
la
.:on.sol
iJaci
ón
del monOl:eísmo y del mand
ato
.:xeluvcnte imerito
en é l- para
ooi
gnar a qu i
enL'S
desafían con su conducta
divinidad
ni
genernl, al pueblo elegido,
al
bien y a
la
humanidad s
in
más.
N05
eneomrnffi05 así con una hostilidad infinitamente radical y abarcadora, sus-
tentada no
en
rnwnes contingentes o fácilmente negociables
-como
en el c
a$O
de
reivindicaciones territoria
le
s o
de
imereses comerciales- sino
en
un extrañamien-
to tOlal e incondicional.
¡Quién
$e
atrevt!TÍa
a cue:nionar la lucha to tal contra un
enemigo percibido como una afrenta para
la
divinidad. una para
el
más
poderoso factor
de
cohesión de un pueblo y como
la
encamación
dd
mal?
¡Cómo
cuestionar la adopción
de
medidas de excepción
pa
ra enfrentar estas inquietantes
apariciones
de
lo siniestro? los Estados no
han
demorado
en
apropiarse
de
esta
herramienta para enfrentar
sus
ern:mi
gos
internos y externos, tratando
al
rebelde
oon esa misma $everidad con
la
que
antaño
era castigado el culpable kllJe
mlmae
maiBuuis,
y aprovechando
el
fantasma
del
enemigo
ab$o
luto para emplear a fondo
$US
aparatos destructivos
en
guerras total
es.
La raigambre religiosa ule a relucir
en
esa s refinada legitima-
ción
de
la violencia, que pretende justificar los tratos crueles
co
mo
una
contri-
buci
ó n al
bien
entendido
de
las
vk
t
imu,
de
la
soc
iedad
o
de
la
humanidad.
De
acuerdo
co
n
la
lógica
de
los inqui
si
dore
s.
la intención
de
hacer
el bien
pe
saba más que el derramamiento
de
sangre. los cort
es
en
la
carne o los
gritos desgarrador
es
de las v{ctimas. Lo que explicaba y
tomaba
plausibles esas
escenas conmovedoras -relatadas por los cronistas
de
la d e verdugos y
víctimas enlazad
05
en
un abrazo de edificante caridad crÍ5tiana. El aspecto más
ofensivo y humillante
de
este _terror bondadoso_
-que
se
ha vuelto a presentar
bajo ropaje profan o
en
pleno
si
gl
o
xx,
en
los proce
lOS
estal
in
i
stas-
es
que
la
v{c
tima se
ve
obligada a agradecer
le
al verrlugo por su
ob
ra caritativa, el pasa-
porte expedito
pa
ra la dicha
eterna
en
el
más allá o,
en
la versióo profana, la
contribución
neceuria
a un proceso revolucionario con
el
que
la víctima había
identificado su destino perronal.
La
inspiración reli¡iosa sale
en
fin a relucir en los numerosos
in
tentos de
legitimar la violencia
en
vista rle un
fin
valioso. que jusrificada
con
creces los
sacrificios y atropellos realizados para consegui
rl
o.
la
tesis agustiniana
acer
ca
de
la
valoración de la violencia
en
función
dd
fin perseguido - legítima
si
em-
pleada contra las
(ueru
s del mal, y perversa cuando
nota
a l
os
adalides
de
la
fe
-
ha gozarlo de enorme fortuna a lo largo de los siglos.
Es
suficiente men
ciom
r
el
terror virtuoso. practicado
ge
nerosamente por Robespietre para acabar
con
los
enemigos
de
la r
o:vo
lución,
el
terror
como
medio para acceder a la
utopía
de
un mundo mlb
humano
y justo, o inclu
$O
-en
sus aplicaciones más
bu
r
das-
el
recur
$O
a
la
violencia
de
regímene$
dictato
riales junificarlo
con
la
promesa de mil aflos
de
paz
IOtal
y univt!rsal. H
an
sido
de
todas formas los líder
es
revoluciona rica quienes le
han
sacado d mayor provecho a la j
uni
ficación de
la
violencia
ud
maIoTmI
[k¡
glori.Jm.
En
cualquier proceso revolucionar
io
-aCQ!i-
tumbran
argumentar-
es ineludible pisar
110rC$
y sacrificar vida$ humanas, el
precio inevitable a pagar para
la
construcci
ón
de
un mundo más
hernIOSO
V de
59
Angrlo
Papa.;chin'
una
humanidad
ricamente desarrollada.
La
desmentida s categórica
de
':5ta
pretensión
de
legitimar
la
violencia .:n función del
fin
perscguido sigue
si
endo
la
célebrt' frast'
dI!
Castelión: «matar a un hombre
no
es
dt'fender una doctrina,
sino simple y !!¡¡namente matar a
un
hombre.ll .
4.
La
paráb
o
la
de
la
cizaña
co
m o
argumento
para
la
tolerancia
El
llamado a la tolerancia responde antes que todo a
un
imperativo pragmá-
tico dt' paz y supervivencia.
Camadas
de
la
mi
seria e inseguridad producidas por
los enfrentamientos religiosos, y hastiados
de
l
os
obscenos rituales
de
sangre y de
las
inhumanas
manifestaciones de crueldad que acompañaron estos conflictos,
quienes
han
logrado sobrevivir al
od
io y a
la
s guerras ven
en
la tolerancia su
única tab
la
de salvaciónu>.
La
mayoría de quienes la reclaman no dejan
de
odiiIT
a l
os
heterodoxos, ni dejan
de
co
nsiderar
la
r
enun
c
ia
a medidas represivas fren·
te
al
error como una manera de transigir con
el
mal.
EsIOS
aspectos nocivos les
resul
tan
de
todas formas más soportabl
es
que los conflictos desgarradores produ-
cidos por
el
fanatismo
religiOSO
.
En
una
co
ndici
ón
en
que
la
gran mayoría de los
actores enfro:ntados
en
conflictos religiosos siguen apegad
os
a s
us
prejuicios frente
a
[as
diferencias pero
no
qu
ie
ren seguir utilizando la violt'ncia para enfrentarlas,
no qu.:da
ot
ra opció n q
ue
la
de soportar
la
presencia del .:xtravío y del
er
ro
r.
Para legitimar la renuncia a la violencia
se
ensayan nu.:v3S exégesis
de
los textos
sagrad
os
, que se
centran
de
manera preferenci
al
en
el
Nuev
o Testamento y lo
utilizan para
re
interpr
etar
en
clave alegórica el Antiguo. Sin atreverse a negarle
el
carácter de revelación divina a las obras de
la
Biblia judía,
euos
intérpretes
ven
en
los relatos
de
la ira divina el lenguaje propio de una época arcaica de
la
humanidad, y por ende los consideran
_más
dignos de admiración
que
de
imita·
ciÓn.ll; o simplemente re<:omiendan class="ls8ed ws2aa">aceptarlos como una metáfora
de
la
lu
c
ha
despiadada
contra
los vicios y
la
s pasiones, es decir
co
ntra
los demonios
que
acechan
desde adentro más que
contra
sujetos d e carne y sangre!!,
15
S.
Ca'leUion, .Reply
,o
Dlvino
,
en
R.
Bainl
on
(.J
.)
.
Concernint
"",
rie
•. Un;""Dity
Pr
...
. N .. w Yor
k.
1935. p. 271.
16
Lo.
1"'1'\Ie,,0
1l
d.
l ... ,eligiosas m:mipulKión
po,secuci6n
lo.
herejes
para legil;nl"
IOda
d a
..
de e
,,,,,ldad
501'1 denunciad""
COn
energía pcn
Cal
tcllion,
.un.
v
e.
l""haJode
el
individuo
es
pe
..
con crueldad desenfrenad. j
Unt
O
cOn
...
defenderlo •.
Anoto adem
1s
. I.uto,
qlOe
lodos
le
ua.sfoTm.n
en
herejes
.1
d
...
pl.,.,..,
de.o.>
ci"Jad o Estodo.
Alí
qlJO
paTa
,i
n ptobkrnas,
.h
ab".
dilponer
un número
d.·
credeo o rel;g¡""". igua l
al
de
la.
c
iuJoo
••
y
.\eCt.
, •• .
S.
Ca.
rellion.
/..4
J"r/i
Too"",
La
R
edinie • . 1997.
pp.ll.1S.
17
B.
de
Lu Ca"" •.
ApoI(J(fll,
Qb,,,,
9, Mod.id, Aliarua .edirorial, 1988,
p.
l45.
18 . H
abk"""
Jd
o;".
l. """I!"rua
Ern
.rn<>-,
,¡"rnpre vc
".nJo
la
v
'.
conlb .le
loo
.'ieioo.
ck
lal
m.ne,
. que 1
..
ma""""
de que ••• ;\" Teplc'O$lo. Itbros
,k
los
judro.
"w"l"en
1
..
"",ción
teooÍ
",,, a alejar del coraron 1
..
po.;""",. n>alv,.J"s,
'1''''
l.,
Jiferent
.,
60
En ese
contexto
se ubica la nueva lectura de
la
parábola
de
la cizaña, mili·
ahora
para justificar un
trato
t
olerante
hacia los infieles y herejes.
Paradigmática al respeto es la interpretación realizada por
fusmo
en
su parMra.
s
is
del Evangelio
de
Mateo. En opinión del gran humanista holandés
-que
lee
el
EIJangelio
a
la
1m
del sermón
de
la
mont3ña y del mensaje de amor allí consigna·
do
l9
_
la
parábola supone una
dara
deslegitimación
de
la
violencia y un rechazo
inequívoco
de
las pretensiones de anticipar
en
esta tierra
la
justicia divina. w
prinCipales destinatarios del relato son pre.:::isamente e
sos
sujet06 atrevidos que,
desconociendo
el
mensaje de no
vi
olencia ofrecido por
el
Evangelio y haciendo
caso omiso
de
la
orden explícita impartida por Dios, se mueren
de
las ganas de
COrtar
y quemar,
.pretendiendo
acabar por medio
de
las armas y de la muerte
con los pseudoapóstoles y herejes.1UA juicio
de
Erasmo, el mensaje no podría
ser
daro:
hay que convivir con los malvados y tolerarlos con paciencia,
ya
que la acción justiciera solo le compete a Dios; porque es voluntad divina que se
les brinde a los extraviados la posibilidad de redimirse, y porque resulta men06
oneroso tolerarlos que eliminarlos.
La
interpretación liberal
de
la
parábola
es
compartida también por Lutero.
Más allá
de
la
polémica siempre más dura entre estos dos hombres que dejaron,
cada uno a su manera, una huella profunda en la conciencia de sus contemporá·
neos, ambos coinciden
en
el
rechazo
de
la
violencia por razones religiosas . Apren.
demos de este texto -sostiene Lutero refiriéndose a
la
parábola del trigo-
la
fOTma
como tenemos que comportamos con los herejes y los
falsos
doctores.
Es
daro
que
no hay que extirparlos o matarlos, como lo demuestra Cristo con
la
máxima evi·
dencia c
uanJ
o afirma: déjalos crecer a l
os
unos y a
los
otr
OS.
ll
A
106
herejes hay
que combatirlos por medio
de
la
palabra
de
Di
os
sin pensar
en
eliminarlos,
ya
que
de
esta
forma
le quitariamos
al
extraviado
la
posibilidad de regresar a
la
verdad.
Nada impide que
la
cizaña pueda transformarse con el tiempo
en
trigo.
ma
.... ra>
de
desg:om>
' a
\0$
hombrc$"
QutrtI.o
pad:<.>
Ül>tTa
Ütrtrtia;
o.!idt-rii
Er""";
Rottmd.Jmi.
Am:!
l
O
xf
ord, Publi.hing
COnlpany,
1977,
1.
11, p.70.
19
Nu
nc
a
n\Contn
r:iu
n
el
Ev
a..,.t;o
nado q
...
no
1'""
q .... no
.la
bt
l.
amillad, q
...
no
.....
la"
caridad ! ... ).
Tod
a
¡U
dOClrina
la .oleranc
ia
y el
amo'·.
Dwlct
b.ll"",
inapm¡',
La.OtnUI,
d·Éllo;Ít.Imint., Btrch.em·8,,,,,,,lk •.
1953,
p.
54
.
Por
dIo
el (omidera
oknIivn ¡rnagil\3r
.iquien
-<1""
pueda
o
quien
..
rdo:("r>dido
por nledio
do:
l.
e.pada quien.
en.u
mutne.
por quie"".lo malan_
.U
na
idn
.inlil.r
..
enc
...
nI
..
en VoI!.irt, T.anato
..u..
iOIkro:m"la,
cap.
11.
TOrillO,
Einaooi, 2006,
'"
88.
lO
Cito
d.
Gilmort Myron·P.,
.Le
.limitu
de
la
IOlh.nce
d.ml'ocuvrt
J'tnm>e_.
CoUo.:¡..",
tT",mi"""
vol.
11,
Pari., Vrin,
1972,
pp.
73)·)4.
Con",
10
anota
J.
Leck" en
OltaS
Er:JS
..
lO
la
par:íoola
do:
l.
cu
afLa
pa
ra
cueS
!;"l\3r
10<
mftodoo
d(
lalnqui.ición.
Cfr.
Srcrit>
J.,Il"
ToIlnrm::a
nd
xcol"
delLa
rifQrmlt,
1,
J 967,
p.
J
46.
II
Eltexlo
..
eneuen",
,,
incluidoe"
1"
y.
diada
an!olog!a rtdopor
G,td¡6n
po"
••
en
COnl'.
C.lvino, d ",ch.,o y .
in
condido"".
de la q ....
nI.
de
lo¡,
\w,"'¡..
•.
Cfr.
S.
Ca'l
La
d,tU
,mid.
"P
.
di
.,
p.
61
La
nueva lectura urilita varios Mpect
O$
del
rel
ato
como argumentO$ a favor
de la
to
lerancia, empezando por
el
miedo a equivocarse: por e
uidadOS()l;
que
sean
10$
encargados de erradicar las malas hierba
s,
acabarlin irremediablememe
por
cometer
errores de aprt'ciaci6n,
con
consecuencias graves e irrevt'rsibl
....
s
para
víc
tima5 inOCentes.
Se
anuncia así un tema que encontrará un rico desa-
rr
o
ll
o
....
n l
os
siglos venideros;
la
apelación a la falibilidad como
mz
ón
poderosa para abst
....
nerse de dedsiones irrevocables acerca de
la
vida de otros.
Frente a
la
irresponsable ce
rt
eza de quien levanta la espada seguro de acaba r
con
un enemigo de Dios, o qut' mata de manera indiscriminada dejándole a
la
divinidad
la
tart'a de · recoooct'r a
los
se impone
la
aCli!Ud
s pruden_
te de quienes perfeccionan
el
arte de la duda para liberarse de sus prejuiciO$lJ.
Además del peligro de t'
rr
or,
l
os
que tratan de deriva r de la
paribo
la argumcnlO!i
co
ntra
la violencia i
ruinen
en
el
carácter arbitrario, soberbio y arrogante de
quienes pr
etende
n a nticipar
10$
tiempo$
de
la jus
ti
cia divina o simplemente re-
emplazarla, como
si
DiO$
careciese del poder y de los mediOl para logra
rl
o por si
mismo. En este orden de ideas recomie
nda
Las
Casas que se deje para el final de
105
tiemp justicia divina contra judí05 y musulmanes: si bien .el impío ac-
tuar de los urracenO$ es contrario a
la
ley natural, porque dios veneran
un
impío seudo profeta e ncena gado en el fango de todos l
os
vic
irn;.,
no
por ello
deben ser castigados por
el
papa o por otro príncipe,
_y
a que
el
castigo de sus
pecados reservado
al
juicio
•.
Ex
iste en
fin
un tercer
demento
de
la
parábola que,
si
bien de manera me-
nos di recta, se pr
es
ta para defender la tolerancia:
la
faha de un su
jew
habilitado
para ejercer
en
esta tierra
106
cortes y quemas de las mal
as
hierba
s.
Mal podría
ser
la Iglesia -
una
inst
ituci6n em
ine
nt
e m
en
te
esp
i
ritua
l- la
enca
rgada de
mancharse las man
O$
O)n.
la $angre. Tam poco le corresponde a l
Es
tado una imer-
venci6n de esta naluraleza,
ya
que
el
poder eoactivo del que d
is
pone solo puede
ser empleado para canigar conductas que al
enten
eon
lra las libc nades de
1(1$
demás, y no para promover la salvaci6n
eterna
de
10$
ciudadanos/!. Desde la
22
Eo
la
f.mosa
muo!:
atribuid. a
Amoldo
Am;¡ur¡.
trao
la
toma
u."('ey
fuqo
<1<:>
l.
c;oo.dSé,;'-
...
la
c
"".Ja
cootr.>
boc'taroo.a..
L.
Flow..l
a.ump...mriJtj...v,
1999,
p25.
l3
Nod;.-
q""
ha
funnulodo
conuió.l
entTe
f.libiliJad y
t""',anda:
q''''
m'mIJII'odooI
ycm:.orn,
la
Icy
la
na,lJr"OIct.
"",obIip.
perOOn.
lTlOI
t«ípmc
an
..
n,e
n""
.....
loo;ulal·.
LX:OOnario
jiJowfico.
Sm"ni
fi/oI,c(iri
vol
.
1,
&ri,
'""¡e
....
,
1972,
p.
501
.
H
o.:
n'
a"""
;Mlik>saoe
orieruan la, t«orncnd"",iono:.
..
elt,"
,o
lb
¡..:lit»:
hn:ho
... ,
j..:lOo
ei
un
pecado
ante Dioo, quien c ....
ipn
tal crin
...
n.
pero
noeo un pendo ante
Jo¡,
•.
elI
.•
JI-.109
.
! 5 P
aralode
d cuidadola,
.1
.....
non
;nc"""""nd
l dcl .... ciltrado
ci",
l,
quim
por corui-
luitn
.c
nond
a"'oriuodo.
"",.
la
f...:
.... terreno. Ni w
""nonas
....
dividuak
..
ni 1
..
'lit"",.
ni
lo.
Eo!:oJo.
purdcn
vIOla,
bdct«hof
c
J"
,\e.!osciu;JaJ¡,noo
baJUd
la
rdici6n
:
.ToJos
los
dct«hoo V l"ivi
kgk>sQUt"
.ndivrduoc,,",II'I
)
'c
omo ciudadano
"'"
,,\VioIabl
...
62
perspectiva del Estado moderno, poco importa
el
tipo
de
matas que broten
en
los
terrenos
,rob
re 1
05
que ejerce soberanía.
Ante
la falta
de
criterios atendibles para
d trigo de las malas hierbas ,
el
Estado tendrá que proteger
la
inte-
gridad
de
todas las
fo
rmas de vegetació
n,
apelando a la fuerza pa ra disuadir a
quienes pr
etenden
cortar y limpiar a su antojo, y
se
empecinan
en
erradicar esas
encendid
as amapolas que en
los
inicios del veran o florecen
como
manchas rojas
ent
re los dorados trigales.
5. V
is
coac
tiva
versus vis
pers
uasiva:
una
nue
va l
ec
tura
del
<:o>
mpdl
e
¡ntr
a
re
la
más célebre y articulada reinterpretaci6n
de
la parábola del
co
nvite es
la
de
Bayle,
quien
le dedica una obra entera al
comenta
rio
de
ae
paso
dd
Evan-
gelio
de
Lucas. Desde
el
tituh}
6
el
autor
adara
los objetivos
de
su obra: demos-
trar que
no
existe «nada más abominable que convertir por medio
de
la fuerza_,
y r
ef
u
tar
las lecturas
de
quienes
han
utilizado la parábola
como
pretex
to
para
legitimar toda clase de a!ropellos
co
ntra
las conciencias. Para lograrlo in
tenta
ante
s que todo mos
tr
ar,
en
el
terreno
de
los principios, la insostenibilidad
de
una
interpretación literal del
mandato
evangélico, a su juicio incompatible
co
n los
dictados
de
la
ley
na(Ural y
con
el espíritu
de
paz del Evangelio. A la luz de las
«las ideas más puras y distintas
de
la
Razón_
-que
ca
da persona
encuentra
gra-
badas
en
su
conciencia-, resultaría evidente para rod
os
la necesidad de que las
creencias religiosas
broten
de
una libre adhesión del alma. Por eso
mi
smo
cada
perso
na
ra¡:anable
entenderá
fácilmente que «las amenazas, multas, exilios,
garrotazos, suplicios, y
en
general
todo
lo que
es
co
ntenido
bajo el senti
do
literal
de
coacción_
no
deberían afectar las relaciones
con
la
divinidad.
Una
condu-
sión se derivaría de
la
lectura del t
exto
de Lucas a
la
luz del motivo
impirado
r del Evangelio. A juicio de Bayle ,
no
es
p
la
usiblt! creer que
un
hombre
de
paz
como
Cristo haya obliga do a sus discípul05 a utilizar
la
intim
idación
pa
ra
imponer
un
mensaje
centrado
en
el
amOf.
De
hecho
no
que
se
obligue a nadie,
ya
que ello sería tratar a
[os
dem
como
o simplemen-
te utilizarlos para una acci 6n manual o como una máquina
.l/
.
y
iQI\
a.untw
q
.....
no l
i<
.... " q
.....
vor
con
l.
rdigión¡ .in importar q
.....
crini.no
o
pag.n<>.
cada
c".l
.....
q .... q .... dar prologido ¡;"'nto l. injusticia y
la
violc:nda •. A
Mil.no, Bompiani, 2002,
p.lIS.
26
EllilUIo com
pk
!o
de
1.
olm.,
publkad. po. prime ...
1686,
n el.iguiem", eo",,,,cuai
....
,wr W
p..roIt.
do
JÓ,,,,·Crh>Ul
. Conlraim·1t.
""
l'"" ,",,1M!.
p..'
¡oI",itW1S
rai>on.
Jémooul
.......
.,.,
q.N
n',
ri..,
de
pi",
CIbominabk
1«"
de
fairo
de
por
la
"",,!ram":
<1
OO'
1'""
""'"
el
..
C""
''mW.W1S
conrraml<
.
qw
SI.A""""""
fail<
<1
..
".,..ma
l".
" . Cila," d
to
xl
O
o:Ic:
l.
eJkión
¡)OI
Ju,,
·Mk .... 1
0'0$'
Piulo
Dolo:
'MlIn
P"'
....
pocko
l,
1
'J9Z.
27
l
bid.,
p.
107.
63
La
propues ta cristiana de
sa
lvacn coi ncide así con los dictados de
la
reve-
lación interior: ambas condenan
la
violencia en :uu
nt
os de conciencia.
lo
que
signi
fic
a de paso que
una
eventual legitimación de la
c()o!
rción en asumos de
fe
supondría .
Ia
inversión genera l de
la
moral divina y
humanh
ll. Una vez desca-
lificada la violen
ci
a en
el
plano de l
os
prindpi05,
Bayl
e emplea argumentos prag-
máticos para m
ostr
ar su ineficacia .
Adem:h
de icila, la
coacció
n
de
las
conciencias resullaría inut
i!
O contraproducentc, en
la
medida en que los méto-
dos coactivos producen a 10 sumo _actos extem05 en nuestro cuerpo desligados
de cualquier dimensión in terior_, fomentando a
la
di
si
mulación y la hipocre.
s
ía.
Entre las consecuenc
ia
s desagradables que se podrían Jerivar de una inter-
pretación
li
teral del te xtO evangélico,
Bayl
e
indu
ye
adem
is
la posible confusión
enUe
el
vick>
y la
vi
rtud, la kgitimación de toda clase de atropellos contra _los
derechos de la conciencia
_,
y un clima generalizado de insegu
riJaJ
en
el
que
nadie quedaría a
sa
lvo de medidas represivas19
En
la
$egu
nda parte del OmInwntaire
el
autor refuta posibles objeciones a su
interpretación del Eva nge
li
o. No
se
ITata
de coaccionar l
as
concienc
ia
s
--r
epli-
c
an
algunos-
si
no de aplicar dosis razonabl
es
de coer
n necesarias para
dC$-
penada
s de un letargo perezoso; o
tr
os prec
inn
que el mandato de Cristo no
incluirfa ni rueda
s,
ni patíbul
os
ni horcas, sino multas,
ex;lio:s
O pequeñas inco-
modidade
s,
dirigidas además contra
el
error y no
cont
ra
la
verdad ; otros m
ás
subrayan los efectos perjudiciale s de la tolerancia, que una
vez
aceptada para
algunos deberíll extenderse a todos. B
ayl
e comesta lInQfllndo que la interpreta-
ción minimalista abre
el
camino a un plan inclinado
que
acaba irremediable-
ment
e con
[as
formas más arroces de represi6nlC ; acepta
el
reto d e quienes
destacan la inconsistencia de una tolerancia limitllda a unos pocos, reconocien-
do
si
n miedo su carác ter universal; y responde
con
coraje a quienes ponen en
tela de juicio la autoridad moral para
den
unciar la violencia
de
quien sigue
respaldando a quien tiempo atrás había ordenado
la
mue
rt
e de Serveto. En una
muestra de imPllrcialidad poco común
en
una época marcada por
el
sectarismo,
nue
nro
autor reconoce el error
de
Calvino, añadiendo que esa que
ma
por here-
i
fa
fue un rezago de cato
li
cismo.
La
parte final del Commenr
aiu,
quizás la más
famosa, se detiene en reivindica r los derech
os
de la conciencia a seca
s,
inclu·
yendo
la
cOl1$cie
ll
ce t
lTllllr
e.
28
rbtd
..
p.
II
L.
19
'1"" c ..
,b
5c'C
'.
cOfll.ldc,,,,con.::o
1
..
únic
..
onOOou • •
",'a'"
;ncvi,abkmrme de """"'luir .
1003> laoOr.m... lo
'1""
por
proJ
i.
-U""
K ....
..
.. corllinUl rn
111
c.U
ef de la.
CÓ..JaJef
r
en
los
campoo,
enI..,
.....:ionts, yel
cnsl
i
aniJmono
krio
mMQUt"
un ¡
nfoc:mo
""r¡'>eIUO
Pl'nI
'Iuient. 3m..,
Lo
q
""""¡'
y
mio
en
Jtnc
... r
par.>
Jo.
más dIbi ......
/!oód
••
pp
. 1
1)·14
. En
una
. •
,OJO
\o
'1
....
puNa
concebi"", de mio
",
..
X.Io( 'r.>oufotma ...
en
"""
"",ción
¡H"""''',
,..
..
ti:» " r .. r",hacOl\lr.> b
30
"'.
aU
l
on.:-.:!
..
una (
)I'IN
ck
c,,",,
( .
..
)
no
uifl<
un
1"''''0
fi
.........
'1""
pu<>:l"
c1ctencnt'.
1'"
'1""
1>1$
ni"'",,"
1'r
..
0"'"
uI¡lu",!..
pan
un
¡.,.,
...
'"
Ji"",,,
lo
"",",n
P"'"
11Nd
.•
p.
H
1.
64
En términos sim ilares
se
habla expresado
mru;
de un siglo antes
Las
Casas, al
descalificar
e!
r«.u
rso a la coaccn por su incompatibilidad con
e!
mandalO
impartido por Cristo y
coo
dictados de la ley natural. A juicio de! prmectot
de los indi
os
tomar
III
pie de la letra
el
CornpeUi
lt inlrart significarla .Irlm
omar
e!
orden divinamente establecido en
la
naturaleza_ y de
pa
ro
.destruir
la
dignidad
de la criatura racional.
JI
,
ya
que quedarlan inoperan te s la tazón y
el
libre albe-
drlo, el don
m',
elevado
ent
regado al hombre por
la
divinidad.
Pa
ra evitar tan
grave perjuicio para la libertad de y paganos,
el
EtJaIlgelio
habría esta-
blecido una forma de difusión del mensaje cristiano sustentadll en
la
persuasión
que
en
la
fuena, en b dulz ura
mru;
que en
la
intimidación, en la seducción
más que en
la
viol.:ocia. Ya que
la
convenli
6n
supone un impul50 iOlerior
la voluntad, que
50
10 se logra con ademanes suaves y con pacificas y agradables
estn
tegias de persullsi
6n
ll
nada resulta más pernicioso que
el
ruido de los ca-
ñones pata escuchar y apreciar
el
Evangelio. Tan apasi
onado
elogio de la t
emu-
n-una
fuena
milagrosa capaz de ve ncer la dureza la pied ra y de -suavizar la
ciega y feroz
mi
r
llda
de 1
01$
enemigos __ deja e n cla ro que
el
comp.elliu
inlrare solo
puede ser leido con10 una acuciosa, insistente y seductora manera de pedir y
50lici
tar
el
consenso. justo como lo leerla
siglOl$
después uno de los exponentes
s insignes de
la
Ilustración:
_no
os
canséis de
rogar.
su
pli
car e insistir hasta
obtener lo deseado. n.
Lo
que por lo demás no deja de resultar a ratos molesto o incluso ofensivo,
como toda iniciativa de conversión unilateral.
Si
n desconocer
el
coraje de
Las
CaS8$
y
el
caricler revolucionario de muchos de sus planteamientos. su opción
por la evangelización pacifica n o queda exenta de un benévolo pa
tem
alismo,
imeresaclo más
en
el
bienestar
que
en
la autonomía del otr
o.
N:itdie
duda de que
la conversión
con
métodos seductores sca de lejos prcferible a
la
conversión
violenta
!lo
sangre y fuego. asimilable de lleno a una violación.
Si
n emba rgo.
en
casos de marcado desequilibrio de fuerzas o de falta de alternativas para
la
per-
sona seducida configura una
lona
gl'U
entre violencia y consentimient
o.
En
una condición de radica l asimetrfa entre evangdizador
cJ
e infiel
C$,
entre quie-
nes detentan
el
poder de
la
verdad y de las armas, y quienes solo disponen de su
inocente ignorancia para enfrenta r
el
sofinicado poder de$tructivo y
la
s comple-
jas argumemaciones de
los
conquistadores, l
os
linderos entre violencia y seduc·
J I S. la$ Ca»$,
[)ti
únko
modo
M
a.oJo.
ro.
.
.....
dado,,,
TtIi,i6n.
Méx
ico,
FCE,
1975. p. 69.
J2
.El
modo de (1UCl'Iarlu a lo.
Mmil.u
lo
vtrdodna
....
nofJ la$
Ca»
...
Wr
lcaJo.
dula
y
mocIo
no
uo
u
...
cosa
oino
la
....
:ooi6n
y d y
Lo
moc
ión M
la voluntad .
rNol
..
p.
67
.
B r,all,""
•••
/1"
to/kTan:a.
ca
p_
14
. .",. rif .. p. l iS.
En
IfrmiI"Q
oimilane$,
Gmdo
coru
io.k.a q"'" (
II(
CMO
-obIop,
oi",if",a
la
llamador •.
/XI
drr",hoM 1.0",,= J
dt
'"
1>
••
l.
KI.
Madrid
.
1925.1"
1
45
.
65
ción se lOman
borrO$OS
, V
cu
alquier propuesta de ·seducción amorosa _ acaba
por encubrir (ormas
rnfi
s o menos veladas de coacción. Si para los vencidos no
existen alternativas a la conversión, mejor acata
rla
de buena gana,
celTil
ndo
los
ojos V disfrutando.
lo
que pondría
por
lo demás de manifiesto el peligro de vio-
len cia latente en rooa
misi
ón evangeli:adora donde, corno lo anotaría dos
siglO$
más tarde Monte
5qu
ieu, unos sujetos convencidos de su verdad se empecinan
en convertir a otros
si
n contemplar en ningún momento la posibilidad de poder
ser a su ve: con"ertidos)<.
6 . Ve
nt
ajas y
limit
a
de
la to l
erancia
como
al
ternativa
a la viol
enc
ia
ToIcrar es
un
mal menor frente a la aniquilació n violenta o frente
<1
los
i
ntent
os de conversiones fanosas por medio del terror. Pero si
glk!
si
endo de tooas
formas un mal,
ya
que lo IOlerado es percibido como una presencia de$3gradable
y molesta.
Ñf
lo indica sin rnfirgenes de dudas
eS
la cita de la
Apología
de 1
3$
Casas:
_se
confirma esta razón por las reglas que los
doctCM"es
juristas dan de
la
tole
rancia, la cual,
en
verdad, es aceptada
cuando
se permiten males y hasta
graves pecados pa ra evitar otros más graveli
en
la repúblic
a,
o para
no
poncr
obs táculos
al
bicn por
el
cu
al
es
la
condición del Estado.
&10
es
evi -
dente en
el
caso de la lole rancia de las prostitutas en
la
s ciudades V de los ritos
de los judíos •.
En
caSO!i
parecidos,
_el
príncipe o gobernador de cualquier repú '
blica
debo::
tolerar, de acuerdo con el derecho, un mal del c
ual
se espera que se
origina una
ve
ntaja para la república o se impedirá un
mal
futuro_
JI.
Los
crc ·
dos
to
lerados merec
en
un tralO s
im
ilar a
los
prou(bulos, un atentado con tra
la
decencia pero tolerados para evitar los e
fectO$
mib
dañ
inos
que
se derivarían de
su
desaparición. Corno lo expresara S. Agustín, _quila las prostitutas V pronlO las
pasiones engendrarán
el
caos.)j,.
lo
que mucsu a a l
as
daras
que
en
medio de las
cruentas guerras religiosas que
ma
rcaron d denominado
sig
lo de hierro, el con-
cepto de tolerancia no
euaba
$Obreca
r¡:ado de
1000$
e
sO$
valores que se
le
han
venido añadiendo a
uav4!
s
de.
los S
iglos,
ni mucho menos incluía
el
por
las diferencias o la aceptación generosa de 1
06
derechos de las minorías. Por eso
mismo la gran mayorla de 1
05
teó
ric
os de
la
tolerancia
se
cuidan de fijar con
claridad línea diviso
ria
pa
ra distinguir lo
toleuble
de lo
io¡¡
ceptable, la
tolerancia legítima de
la
co nnivencia con
el
mal. Y c
¡¡da
cual traza a su
manera, e n función de la peligr
os
idad de determinada dase de herejes <. class="_ _3"> inflc-
Id,
de cálculos militarista
s,
o dc
la
s relaci ond de poder exinentes. Algunos
So.'
muestran
di
sp
uestos a tolerar a
los
infieles, pero
no
a los her
ej
es;
OIros
extienden
H Cr..Uf,
.....
..
.
3)
B .
..k
La
. Casal,
ApoIcJ,,,,,
"". c-., pp.
no·}
n.
36
Ci
to J.. J. RosI,auJ,
Lo
"..,..
....
: ...... nd
F.,."
6:ori.
t".,(
..
198
4, p.
lO-¡.
66
la tolerancia a los herejes que no amenacen
la
libertad religiosa o la estabilidad
del Estado, excluyendo a los anabaptista5, los cuáqueros y
105
_papistas_; los más
radicales se atreven a reivindicar
la
to
lerancia para toda clase de creencias y
prácticas religiosas heterodoxas, excluyendo sin embargo a los ateos. En la di·
mensión propiamen te institucional los credos tolerados no gozan de los privile-
gios propios de la religión dominante, y tienen que someterse a
una
serie de
limitaciones fijadas para
que
no
perjudiquen
el
orden público.
El
Estado que
concede
la
tolerancia puede por lo demás revocarla
en
cualquier momento,
lo
que marca
la
diferencia frente a una auténtica libertad religiosa, concebida no
como una concesión a rbitrar
ia
del soberano,
si
no como un derecho sagrado de
los ciudadan
os.
Ell
o explica
las
criticas recurrentes
co
ntra
el
concepto y la prác-
tica de la tolerancia, tildada de arbitraria, irrespetuosa o
La.
tolerancia resulta
en
fin
una herramienta precaria e insuficiente para dete-
ner
la
violencia. ln.suficienu,
ya
que las medidas práctica5 inspiradas
en
ella siguen
legitimando foonas de violencia contra los q
ue
no merecen
se
r tolerados, y recor-
tan
las
libertades de culto y palabra
de
los
cultos que lo merecen. Y es
p!"ecaria,
ya
que la permanencia
en
el
tiempo de
los
beneficios acordados depende
en
cual-
quier caso del arbitrio del gobernante. Sigue
ademb
actuando
-de
manera más o
menos
latente-
uno de l
os
resort
es
más
poderosos de
la
violencia
rdigiOlia:
la
con-
vicci6n de
los
tolerantes acerca de
la
ve
rdad de su propio credo y de
la
irremedia-
ble falsedad y deficiencia de
los
demás, puede desencadenar
en
cualquier momento
-y
por cualquier pretexto-, nuevos brotes de fanatismo e intransigencia.
Adem
el
auge de
la
tolerancia parecería coincidir
con
cierto debilita-
miento del espíritu religioso, o por
10
menos con la disminución del peso relativo
de
la
s religiones
en
la esfera política, en las actividades económicas o
en
la
s
prácticas cotidianas.
Lo
que disminuye s u eficacia a la hora de enfre
ntar
el
resur
gi
r del fanatismo en una época postsecularizada.
La
tolerancia tiende a
debilitarse cuando
10
religioso recobra peso y fuerza
en
l
as
políticas de los Esta-
dos y
en
la
conciencia de 1
0lí
ciuda
dan
os, tras
el
resurgir del fundame
ma
lismo, o
cuando
la apel ación a la
fe
ancestral de los an
tep
asadoo se
en
tr
emezcla
con
desaforadas demandas de identidad, o
es
manipulada para recrear o modificar la
memoria colectiva de una nación o de un conjunto de pueblos.
Los
destinos de
la tolerancia parecerían depender del avance o retroceso del proceso de 5.,;ula-
rización,
10
que
la
condenaría a la ineficacia
en
aquellas coyunturas
en
que Dios
se
toma su revancha y lo religioso -antaño relegado
en
la esfera de la concien-
cia-
aspira de nuevo a desempeñar un papel hegemónico
en
el
espacio p
úbli
co.
7. ¿E
liminar
la r
eligión
para
acabar
con
la
violencia
que
ella
fomenta?
La
incapacidad de
la
para detener la violencia, junto con la sos-
de que
eWI
última pueda estar eventualmente incrustada
en
el
corazón
67
mismo de
la
experiencia religirna, parecería posturas
co
mo las defendi-
da
s por
un
o
de
los recientes Nobel de Liter.ltura. Si las religiones poco o n
aJa
han
con
tribu i
do
a
coruo
lidar
la
paz y por el
contrario
siguen
alimentand
o
tOOil
clase de a lo largo y a
nch
o del
pl
a
neta
; si
el
.facto
r-
Di
os.
filmas-
ma c re a
do
po
r los humanos para exorcizar
la
m
ue
rt
e-
siguc e
nv
ene
n
ando
l
os
pen
samiemos y a lime
ntan
do
la
crueldad; si
elOe
Dios _que
lOe
va
nilgloria
de
ha
-
be
r cr
eado
al
ho mb
re
de
una
benia,
ha
contrib
u
ido
a
deshumanharlo
,
trasformándolo en
an
imal
.,
no
queda
otra
$O
luciÓll que
lil
Je liberar
al
mu
ndo
de
unil pl
agil
tiln peligrosa y de ese nombre vacío que ta m o . diflculta d
camino
hacia la
hum
anidad .
Jl
La
guerra
cont
ra el t
erro
ri
smo
debería incluir
po
r d io,
entre
sus objetivos básicos, una lucha sin c
uart
el
co
nt
ra la alie
na
ción religiosa".
Saramilgo puede apel
ar
a una rica tradición de pensamie
nt
o para legitimilr su
terapia de c
hoqu
e.
Algo s
im
ilar
pr
oponían,
de
manera más o menos crlptica, los
exponemes
mb
radicales
de
la
l1us
traci ó n ; sin
ha
blar
de
pensadores
co
mo
Feuerbach, Marx.
Nieusche
y Fre
ud,
el'llpeñad
os
en
denunciar
s
in
rodeos el
c
ar
ácter
alienante
de
la religi ón.
en
especial sus consecuencias negativas en
C
Uilnl
O al empobrecimiento
de
10
human
o y
al
letargo o apatía de los oprimidos.
La
tarea
se
enfr
cm
a
si
n embargo
con
serias dificultades.
Pa
ra
empe
za
r.
hil-
brla que pensar en
co
nvertir a los fieles
al
ateismo.
co
n
el
riesgo de incurrir
en
t'5
aS
mi
s
ma
s pcticas
co
activas
antaño
denunciadas
en
lil
s
reHgi
on
es. o
de
co
tribuir
si
n quererlo a fortal
ece
r
ona
fe
tambaleante, que en much
os
ad-
quien: nuevos aires gracias
iI
la persecuci
ón
en
m
co
mra
.
Ad
emás, e n ca
$O
de
que
la
tar
ea
resultase exitosa,
es
muy probabl.:
qu
e sur
gi
rían
nu
evas (or
ma
s
s
o menos encubiertas de religiosidad, que
se
encargarían de
dar
re:;puesta a
la
s
inquietudes rd acionadils
con
el
semido
y la finitud de
la
vida,
se
la
ing.:ni
il
r
ía
n
p
il
ra satisfacer
el
anhelo
de
absoluto, e inven
tarian
nuevos
ri
tos para enlu
ci
r o
sa
ntificar
105
momentos m
ás
$O
lernnes
de
la
vida individual o
co
lectiva.
Ni
e xis-
ten
gilramías
de
que estos substitutos resulten menos
imole
rilntes.
Ah'
está
el
ejem
pl
o
de
los derechos humanos, que una vez
transf
ormados
en
objeto de culto
propician medi
da
s inqu
i$i
to
ri
ales y cacerias
de
brujas
co
ntra
cuanto
infiel o
he
-
reje
lOe
resista a ace ptar el
nuevo
credo; iy pobre
el
que
se atreva a
hab
lar de
manera indebida
de
cuesti
on
es de sexo o
etn
ia.
un
t
eneno
hoy
en
día ta n mina-
do y
pe
ligr
oso
co
mo lo fue r
an an
t
año
las di$quisiciones acerca
de
la Trinidad!
Sin
men
cionar
el
vacío que experimentarían los oprimidos de la tierra, aC05tum-
brad05 a buscar
en
la divini
dad
una posibili
dad
de
alivio, consuelo, justicia o
liberación. Apelar a
Di
os es t
ambitn
u
na
forma de conserv
ar
un opacio pa ra la
utopía y
de
mamcrn!r vi
va
la esperanla
cuando
todo
pa
recer
ía
pe
rdido,
como
lo
37 J.
SaromaJO,
_
UccKk
.c
i"
"
0'"''
di
Dios_,
cn
lA Ik"..w":d.
20
ICjl1;'mbr.!.
1001
.
38
d p.op(nuo
de
la
OO
.a
S.
Ho",.,
T¡,..
... d Itnvr. /lnJ
,'"
(w'w
..
<>f
p",
».
2005.
68
destaca un autor nada sospechoso de excesivas
si
mp
at
ía
s por
la
religión. Al rela-
tar
el
cli
ma
de violencia e incertidumbre producidos por las invasiones barMricas,
tras
el
derrumbe del paganismo y
en
medio de una despiadada persecución
d",
los h",rejes, Maquiavelo anota que .Ios hombres dejaban [[aslucir
en
sus oj
os
el
espanto de sus almas,
ya
que
II
los
infinitos males
que
tení
an que soportar se
añadía la imposibilidad de invocar la ayuda dc Dios,
en
quien tocios los míseros
acostumbran cifrar sus esperamllS.
La
radical incertidumbre acerca del
Di
os
al
cual acudir
les
quitó toda ayuda o esperanza, condenándolos
II
unll mísera mue
r-
te.)'). Un mundo sin religiones seria un mundo más pobre
en
cuamo
a diversidad
cu
ltural, y
no
necesariamente menos violento; y la innegable contribución del
fanatismo religioso a la proliferaci
ón
de la violencia no debe enceguecernos
acerca de los llamados a la
paz
y de las propuestas de no-violencia que
se
han
alimentado de un humus eminentemente religioso, como lo demuestran los ca-
sos de Tolstoi, Gandhi o Luther King.
8_
De
la tol
erancia
al
respeto:
la
opció
n
del
pluralismo
$i la religión es ineludible, y
si
la
tolerancia ha mostrado de sobra sus límites
a la hora de
enfrema
r la violencia religiosa, pareceríamos destinados a sufrir
paciememente l
os
arrebatos recurremes y dclicos del fanatismo, a la espera de
que los humanos se cansen de nuevo de
la
violencia, que sus dioses se olviden
por un tiempo de este mundo y que
se
vaya gestando un clima
fav
orable a
la
tolerancia.
Ant
es de resignam
os
freme a lo ineludible, conviene de todas
for-
mas mirar otras posibilidades y ensayar otros caminos. Por ejemplo, la opción del
respeto por las diferencias, una categoría
ya
señalada siglos atrás por
Goethe
como
una alternativa a la tolerancia indiferente, que sin embargo solo
en
l
os
últimos años ha empezado a dar frutos
en
el terreno religioso.
Sin negar los aportes de Kant y de los ilustrados,
en
la esfera religiosa la
toma
en
serio de los
co
rolarios que
se
desprenden de
la
dignidad humana em-
pien
en
el momento en que
se
reconoce el valor imrirueco no
ya
de la humani-
dad
en
general, sino de las múltiples y ricas configu raciones
que
ella adquiere
en
grupos e individuos diferelÍles. En otras palabras, cuando la dignidad queda
asociada con
el
pllmlli.smo,
asumido como
el
horizonte indispensable para \'isualizar
esta nueva dimeruión de! respeto y como su condición material de posibilidad.
Gracias al pluralismo,
e!
respeto por
la
s diferencias deja de
se
r una declamación
retórica e empieza a incidi r
en
13
praxis de
!O/;
creyentes y de las Igle sias, promo-
viendo iniciativas que no dejan de asombrarnos: líderes religiosos pidiendo per-
dón
por los atropellos cometidO/;
en
el pasado por sus iglesias, teólogos que se
39
N.
Sr"";. [iurrnrin •.
1,
5,
Tuu<
k
OP
Somo,,;. 1997!. p 637.
69
atreven a reconocerle a otros profetas la unción o
el
cankter
de
Cristo
mwia-
dor,
antaño
atribuidos exclusivamente a Jesús, hombres
de
diferente
fe
en
experiencias
de
búsqueda espiritual y
en
pwyectos socia
les
comunes, o com·
prometidos
en
el
común
empeño
de
des legitimar a quienes pretenden la
fe
como arma de lucha.
Sobra aclarar que no
se
tr
ata de una noción empírica o descriptiva, que
se
limite a registrar
las
complejas interacciones
en
tre religiom:s
antaño
separadas por
barreras es
paciab
o
po
líticas.
En
su acepción
miÍS
esrricta
el
pluralismo supone
una serie
de
valoraciones y prescripciones acerca
de
la manera de
enf
r
entar
la
alteridad religiosa, derivadas del reconocimiento
de
los
diferentes credos como
formas valiosas de acercamiento a
Jo
divino y como opciones válidas de salvación
y
El
paradigma pluralisra
es
una exhortación a declinar
en
plural pala-
br
as
como
5tllvación,
leXW
MlgTado
y uw!ación:
ya
no cabe pensar
en
un único texto
sa
gra
do
sino
en
varios, reconocidos todos como producto de
la
inspiración divina;
no
en
una sino
en
varias revelaciones; no en un camino exclusivo de sal vación,
sino
en
una red
de
calles y senderos confiables para lograr un acercamiento a lo
Absoluto y una plena realización de las potencialidades humanas. Lv
que
supone
un cambio radical
en
las
iglesia.s,
ob
ligadas a valorar l
os
cred
os
ajenos como alter_
nativ
as
viables de
sa
lvació
n,
a reconocer en otr
05
textos sagrados
la
huella de lo
divino, a valorar la rmo-tmoos por encima de
la
rmo
-doxia, y por ende a reemplazar
el
afán expansionista por un diálogo enriquecedor, entre suje t
os
desCO$OS
de des-
cubrir nuevas facetas
de
la
divinidad, nuevas dimensiones de lo sagrado o n uevos
remedios contra la mediocridad.
Dicho
de
otra
manera,
el
pluralismo
es
incompatible con
el
monopolio sobre
la verdad o sobre los medios de s
al
vación. Renunciar al primero implica abando-
nar
la inveterada costumbre de considerar erróneos, perversos o deficitarios los
credos ajenos, aceptando con generosidad que las diferentes tradiciones religio-
contribuyen a ens
an
ch
ar
las
barreras de lo
humano
y a reducir nuestra igno-
rancia acerca del
Deus
abscandilUS.
Renunciar al monopolio sobre la salvación
supone aceptar
que
exln.l
ecclesiam
eSI
sa/us,
y que una relación libe rado
ra
resulta
igualmente viable a
la
sombra
aUSlera
de
los templ
os
románicos,
en
el
silencio de
la
s sinagogas,
en
el
recogimiento
de
las mezquitas,
en
tre las
montañas
del
Himalaya o
en
las lagunas sagradas
de
los Andes"'. Significa reconocer
el
Decá·
logo, el Sermón
de
la
Montaña, los precepms
de
vida del
Co
rán o
el
camino Je
liberación sugeri
do
po
r como guías hac
ia
una plena realización humana.
Sin desvalorizar
la
opción de quienes asumen una eventual jubilaCión o muerte
40 Como
lo
up
Stn.n,u,
en
una ob,.. Sodin
IObrt
d diilogo
intCTrtligioK>.
'loda.
1",
rtligioflC",
profuod., po.
loo
dife.ente, pueblos
--inc:luy<:ndo>
l.
rdigión naluF,l l,
la
p.g.lla,
la
¡oo,.
y el
IsI,m
-
iOn
.",ibiJ.,
con
'¡¡fado pof
el
elc"'o
Di"",,
con
..
1
de
qL.Oe
cada c".l.iglo
""
fi.o
••
in y
cOn
pufe;"
Je
,,,,)n
. , j. Sodin.
Col
k>:(ui,,,,,
..
.
Lt
..
.,.
"
mondo.
Mil.tl
o.
Ed
.
Tetli"ri",
201;13.
p.
388.
70
de Dios no como una calamidad irremediable,
co
mo un estímulo para afian-
zar
la
autonomía responsable en el plano individual y social. A nadie debería
ya
ocu
rrírsele luchar para empujar a todos los
hom
bres hacia un único redil al
mando de un único pastor,
ya
que las personas son sujetos libres, que se reúnen
sin que nadie
los
amenace, cuando quieren y con quienes quieren, interesados
no más
en
descubrir nuevas dimension
es
de lo humano y nuevas facetas de ese
Absoluto insondable, fascinante e inagotable.
En el plano constitucional,
el
pluralismo religioso supone el reconocimiento
institucional de la libertad de conciencia y culto para
tod01l
los ciudadanos,
en
su
forma individual y asociativa. Lo que imp
li
ca
la
absoluta libertad para ellos de
profes3f su fe, asociarse
en
organizaciones religiosas,
entr
3f
en
una
ig
lesia o
salirse de ella, sin
el
miedo de sufrir por ello penalidades o recOrtes de derechos.
Significa que
la
ley penal no puede intervenir en asuntos de conciencia: que no
es concebible
la
idea de una religión oficia l
en
condiciones de ventaja frente a
los
credos reconocidos o tolerados; que
el
Estado tiene que asumir una actitud
absolutamente imparcial, sin dejar por ello de intervenir para salvaguardar las
libertades religiosas
en
caso de
que
resultasen amenazadas.
La
opción por
el
pluralismo implica
en
fin que las controversias acerca de temas sensibles como
el
aborto o la eutanasia
no
sean dirimidas apelando a los dictámenes de una igle-
sia, sino sobre la base de unas reglas procedimentales sustentadas
en
una ética
pública,
cu
yos
principios puedan ser compartidos por cristianos y musulmanes,
creyentes y ateos
11
Por ello deberían ser rechazad
os,
con buenos modales y sin
dejar de agradecer las buenas intenciones, los más recientes ofrecimientos
¡x>r
parte de las iglesias de una ayuda desinteresada pata suplir un supuesto déficit
de eticidad que aquejaría a
los
otados.
Tr
as
siglos de enfrentamientos
-argu-
mentan
quienes ofrecen es ta clase de ayuda-, habría llegado
el
tiempo de
la
reconciliación y de la cooperación, que le permitiría a un
os
Estados desprott:gidos
en
el plano moral aprovechar las ricas rcservas de eticidad
en
poder de las Igle-
sias.
Se
trata de una estrategia muy hábil, que
en
caso de ser
les
permi-
tiría a las
igleSias
recuperar parte del poder perdido e impregnar de sus valores y
morales el derecho penal o las políticas de bienestar. Por ello habría que
responder
con
las palabras de Laoc06n:
timeo
Danao,
el
dona
[trefiles (En.
11,
'19).
En
cuamo
al tema que más nos interesa, cabe
anotar
que
el
pluralismo
religioso inspir
ado
en
el
respeto no solamente queda
exento
de cualquier res-
ponsabilidad
en
al
fomento de
la
violencia4l , sino
que
constituye una
Cfr.
J.
Habennas,
.1
fonda_n.i
morali
pn-poli.i
ddlo S,a.o •.
tn).
J.
Habennas.
E/icd,
rditiont t
S.alO
liberal., Brtr.cia,
MOf
2005,
pp.
2}·3
J.
42
.Las
guerras
Mon'C$CJuit:u-
no
h. n
sido
producidas por
1.
multiplicidad
dc
(",dos,
lino
por
ti
tlpíritu
intok,...n,t
'1OC
anim.b."
la
religión
'1OC
Je
a mj,ma como
dom;n3n't
...
por e
Je
t.
pi"ritu
tnkrm,:o,
cuyos progruos
dtben
Jef
como
UM
tdjpl("
1
de
l.
r.:Ón
••
, L.",....
pt,."n"
•.
uoo.v.
op.
d
•.
, p.I44.
71
herramienta eflcaz para e
nf
rentarla. La loma
en
serio del pluralismo religioso les
impide a
10$
poderO$O$
seguir apelando a una supueSla
cond
ición
de
para
legitimar
la
violencia
cont
ra
el
enor,
deslegitima
de
una vez por tooas
cu
alquier
pasibilidad de terrorismo
bondadow
aplicado para
el
bienestar y la salvación de
la
víctima, y contribuye a
..
fisminuir
el
resentimiento generalmente alimentado
por
la
violencia religiosa o por una tolerancia condescendiente, que mantiene
en
condiciones de
ddventaja
a quienes profesan credos distintos de
la
religi
ón
ofleial.
La
ventaja del pluralismo frente a
la
tolerancia es que el primero concibe
la alteridad re]¡giosa
como
una pasibilidad
de
enriquecimiento más
que
como
un
extraví
o,
como
un despliegue
de
libertad y autonomía más que
como
una
patología desagradable. Justo lo contrario de esa t
endenc
ia
arraiga
da
a derivar
de la verdad propia y del error ajeno una supuesta legitimación de
la
violencia
contra
la falsedad y
cont
ra
el
m
alO.
Para increm
entar
la eflcacia
del
pluralismo
como
he rramienta c
ontra
la violencia, la aceptación
de
ene
nuevo
paradigma
deberí
a incluir
tam
bién. por
pane
de
las iglesias, la
renu
ncia al monopolio
¡denritario, es decir, a
la
pretensión
de
presentarse co
mo
las defensoras más
co
nflables del ethos
de
una naci
ón
o
de
una
cu
ltura.
No
es ningún secreto que
pretensiones de esta naturaleza acaban por fomentar peligrosas mezclas
de
fana·
tismo r
eligiOlóo,
nacionalismo y racismo, que explotan
en
acciones violentas con-
tra l
os
excluidos del
Estado-nadón
y
de
la
religi
ón
dominante, o
en
represalias
igualmente terrorrflca! practicadas por los discriminados y marginados".
9. U n viejo t u
en
to, sie
mp
re
a
tt
ual
Queda
ahora por ensa
ya
r la pmibilidad de que las do. parábolas utilizadas
para legitimar la violencia rel
igiO$a
o la tolerancia puedan ser aprovechadas
en
favor del pluralismo. Pcro mucho me te
mo
que un intento
de
ena
naturaleza
queda destinado al fncaso:
en
el
mejor de
los
casos
la
palibola del
banquete
nos
si
rve para mavizar los métodos
de
conversión; y la de
la
cizaña permite a
10
sumo
pastergar hasta el flnal de
10ló
tiempos
la
quema para los no cr
ey
ente
s o herejes.
A
cu
diré por e
ll
o a
la
parábola
de
los anill
O$
-co
nocida
en
muchas versiones
desde
los
sig
l
os
XII!
y
XlV,
Y empleada por para ilustrar l
os
ideales ¡lustra-
dos-
utilizando
la
ver$ión
induida
en
el
o,.
camer6n.
4}
NaJicc
....
,.,..
que
fbyk
ha
denunciado
loo
n""""
.,nl",
OOrma
,i.mo r
violencia:
mi
1..Jo
.",;0
la ""rJ:oJ Y po<
.,110
mU
viukncw
>
obtas
buenas..
Ese
OIro
... .,nc .... m
..
en "I"no<. class="ls6e">y por
.,110
....
violencias
son
.<:too>
(flm;nak..-,
/JfI
.
cir.,
p.173.
H
Sob...
los
"cli¡m.
de
violenetto
,oJ.
rdvi
ndlC
klÓ<1
idtnm.ri.
una
ne.
li'
e"''''
....
Nao
hnu'''mos
..
noenei
" ..... : M. Ooult:.l, Pmow' o
p.ricolo
,
8oIont:.,
JI
,,",
ulino,
1996
;
F.
R.,m
n"í,
eo.u",
rioirn",
&ori,
2oo
1
j.
A. s..n,
Mtn",
d.
&n,
llXl6.
72
El
encargado de contar
la
nwelletlil
-un
cuento
en
el
cuemo-
es
Melquisooec,
un rico usurero judío
de
Alejandría, quien emplea el relato para evadir una pre-
gunta capciosa, formu lada por
el
Saladín para sacarle dinero sin emplear
la
violen-
cia
direcu,
sino _por medio
de
la
(uella simulada
con
razones_o
Cuando
este
célebre campeón del Islam
le
pide
al
judío que exprese sin ambigüedades su opi-
nión acerca
de
las tres grande religiones de Occidente, y precise cuál
de
las tres es
la
verdadera
(la
wrace), Melquisedec huele
la
trampa y responde con
el
cuemo de
los anillos. Hubo una
vez
un hombre con un .bellísimo y precioso_ anillo, quien
estableció que
el
hijo que llega
se
a recibirlo
en
herencia debeña ser
.honrado
y
obedecido_ por los demlís hermanos. Transformada
en
costumbre, la
norma
se
mantuvo por varias generaciones, hasta que la preciosa joya llegó
en
las
manos de
un
padre tan bondadoso como ecuánime, que _amaba por igual_ a sus tres hijos. y
por eso se encontró
en
apur
os
a
la
hora
de
decidir a cuál de
los
tres entregarle
el
anillo. Al
fiml.l
el buen hombre acaba por pro
me
terle a cada uno
la
entrega de
la
joya, y hace construir dos copias
-_tan
semejantes que incluso
el
orfebte recono-
da
con
dificultad
el
origina!.-
para que los tres hermanos
no
quedasen frustrados
por
la
promesa recibida.
La
artimaña surte el efecto dereado. los problemas
se
preSent3n d
espu6
de
la
muerte del padre, cuando cada uno de los hermanos re
siente autorizado a reclamar
su
derecho a
la
herencia y
al
poder.
Per
o
cuando
se
descubre que los tres poseen anillos muy semejantes e indiscernibles,
queda
en
suspenso la posibilidad
de
determinar cuál fue se
el
anillo original, y de
los
hijos .fuese
el
verdadero heredero del padre • .
JUSTO
corno en
el
caso
de
las tres
religiones .entregadas por Dios padre a los tres pueblos_, todas ellas empeñadas
en
reivindicar
de
manera exclusiva .
la
herencia divina , su verdadera ley y sus
mandamient
os.
is, sin que nadie pueda aportar pruebas irrefutables para sustentar
O cuestionar
la
legitimidad de estas pretensiones.
La
moraleja del
cuento
es r
elativamente
clara:
si
bien
no
se
descarta
la
existencia de una religión verdadera, nadie
en
esta tierra dispone de argumen-
tOS
convincentes para atribuir este status privilegiado a
uno
de
los credos que
compiten por
el
monopolio
de
la
verdad. Por consiguiente. ninguna religión puede
perseguir a
los
que profesan credos distintos, y
ni
siquiera
estada
autorizada a
tratar
de
convertirlos,
ya
que
la
verdaJ podría eHar
en
cllado
contrario.
Ante
la
duda, 10
miÍs
razonable
es
dejar de lado unas pretensiones sin fundamento, aca-
bar
con
las luchas encarnizadas por
el
poder y
concentrar
los esfuerzos
en
la
lucha sin cuartel contra
la
co
rrupción que corroe desde
adentro
las institucio -
nes religiosas.
Por
lo demás, lo que
no
deja lugar a dudas
es
el
hech
o de que las
tres religiones proceden de la divinidad, que
los
pueblos que
las
profesan mere-
cen
por igual
el
amor
divino
, y que las diferencias
entre
los anillos
resultan
insignificantes. De
10
que
se des
prende
que
cris
tian
os, judíos y
musulmane
s
45
G.
8ocaccio.
0..:"",,,,,,,,.
l.
J. Tot¡no,
1992.
pp
.
81
·82.
73
deberían rC(:omxer
'u
condición de hermandad y los
I¡¡¡os
que los unen, oh'¡_
dándose de las lu
chas
encarnizadas que los
han
enfrentado
a lo largo de
la
historia. Sin hablar de manera e)(plfcita de tolerancia o respeto
por
las diferen-
cias, Boccaccio deja
que
el lector saque por sf mismo las consecuencias del
relato. No hay que olvid
ar,
por lo demá
s,
el
conte)(to gene ral de una obra anima-
da como
pocaS
por
el
de las difere nci a
s,
donde
la
pluralidad de narradores
y voces nos ofrece una asombrosa variedad de costumbres, e)(periem
,:i
as vitales y
ejem
pl
05
paradigmáticO! de
hum
anidad,
que
fl
orecen por igual en cualquier
clima
yen
l
os
más variados contextos cu lturale
s.
A distancia de
5igl05,
n
os
siguI;':
además asombrando la atrevida libertad
que
se
respira en
la
obr
a.
Con
su t
ono
medio burlón y jocoso
-como
para que los inquisidores no lo tomasen en serio--
el
autor no condena a los infiernos a los herejes, sino a
quil;':nes
los reprimen;
les
abre de par
en
par las puerta$
dd
paraíso a todas las almas nobles, sin importar
que sean judíos. cris
ti
anos o musulmanes; y se bu
rl
a de unos inquisidores intere-
sados más en la bolsa
que
en
las convicciones
de
los
perseguidos, y más
en
gene-
ral de quienes pretenden suplantar a Dios o entrabar su i
nt
ervención
en
favor
de la fdicidad de
kl$
mortales.
La
versión elaborada por Lessing* incluye como elementos adicionales
el
poder del an
ill
o de atrae r sobre quien lo posee el amor divino y humano, y
la
intervención
dI;':
un juez. que
no
logra dirimir la disputa, pero les sugiere a los
herman
os
que sus
dl;':
$(endientes acudan
al
cabo de mil años a
la
justicia, para
que otro jue¡ resudva eventualmente
el
pleito gracias a una información s
precisa acerca de los efectos de los anillos en
el
comportamiento de todos ellos.
Se
trata de una
veu
i6n más edificante, muy a
IOno
,on
los s elevados ideales
de
la
Ilustradón, pe ro no del t
odo
sa
ti
s
fa
'to
ria como parábola del plurali
Smo
religi
OSO:
la
ani
tud medio tramposa por
el
padre bondadoso que pro-
m
ete
lo que no puede eumplir, y después utiliza una artimaña para salvar la car
a,
podría resul tar ofe nsiva para la divinidad. amén de
que
alim
enta
el
confli
cto
entre
los hermanO$; sigue vigente la pretensión
de
verdad de
una
de las
trl!li
religiones", con
el
agravante de que
el
poder atribuido al anillo acaba por
aho
n_
dar
las diferencias de status y poder; y se sigue enfatizando la igualdad
-d
0$
copias indis,ernibles-. a expensas de
la
s
di
fe
rencias.
46 Cfr.
c;.
E.
t..,"'n¡,
N",han
.ur
111,
7, Mil ano,
(Jan.mi,
500",
lok
...
""
ia V
",
.",,10
rn
¡",
..
ing..,
...
nltln
co.mibuc"""" ''alioJas K. J. 'úllcho;l, IAlnto.
(fÚ,i.2no
m
...
.J"""'
o
,'incoru.ano!
NtUhan
"="'
di t..-ni"(,
Br
elCia. Qucriniana, 2006 y en Lt.....,
lI>I
tk
ToI.T",,;:,
hnM
.
van
P.
rn
i"",.
k, F.
KopiUlch,
H. Sk
..
arc"v,
OmbH,
M
ünchen.I986
.
H Siguirndo
rn
eOl
O a
Bocucdo,
Lt»'ne
oi,ue enre
con
l.
obsesión
por la ,
...
rdaJ.
En
cambiorn
1.
'"
INO
ami¡ua
del
cuento, incluid.
Noo...Nir.o
luoo
•.
Milano,
Sur.
1999. pp.
8)
.
84) d Saladin poqum..ba de
1",
1«00
",Iógioo
...
fueoc,
lo
.... ",.. .
que
el
pooibk
con
fron,
••
la
..
k
ac
...
rdo" ....
juicic>,
,,,,dnc
••
u.
l.
pOO$Ibili
de
que
tao.Us
dla.
,nulten.
caJa
u,,,,
.'u
....
¡.",
"",i
ón
p:lno
cuhu.
as
yépocas di,,; .. ,
••
.
74
Mc hc atrevido por ello a una nueva versión del cuento. Al cabo de
varias generaciones, ese anillo quc simbolizaba supremacfa y poder
es
heredado
por hermosa y enamoradiza mujer,
que
engendra hijos con toda clase dc
hombres, sin fijarse
en
el
color de la
piel
ni
en
los ancestros. Al final de sus días,
se
la ingenia para cvitar
se
una elección molesta e injusta. Decide por ello fundir
el anillo, como para liberar para siempre a sus descendientes de una herencia
tan incómoda como peligrosa, y
le
pId
e a un orfebrc que, sumando el oro obten¡-
do con
OtrOS
metales preci0505, elaborc una joya especial para cada h,jo, con una
piedra escogida
en
función de la
piel
y la forma de cada cual. que llevase ade-
más grabado un detalle de la imagen materna.
La
mujer invita a sus a
tomar
el
anillo como una muestra de amor, y
105
previene para que a nadie se le
ocurra utilizarlo como pre texto para reivindicar un trato preferencial o una po.
sición de poder. Lo bueno seria que todos llegasen a respetarse gracias al recuer-
do de
su
origen común; y
si
ello resultase imposible, los anillos no deberían
transformarse
en
motivo adicional o
en
pretexto de conflicto.
Dos
aclaraciones antcs de terminar. U. opción por
la
figu
ra materna no es
una concesión a
la
s teólogas feministas
ni
un homenaje a l
culto
de la madre·
tierra. Simplemente me pareció
más
indicada para evitar
el
peligro de
que
se
le
ocurriese a alguien
-como
de
hecho
aCOnteCe
en
una de las versiones más anti-
gua5- poncr
en
tela de juicio
no
solamente la autenticidad de unos anillos, sino
el origen divino de quienes
1Q/;
poseyesen. Y para
lQ/;
que consideren demasiado
pobre
el
alcance del mensaje final, me limitaré a contestar
que
no
se
ría una
ganancia dc poca monta si se lograse purificar los conflictos profanos de motiva·
ciones religiosas. Ante
el
acecho de
la
viole ncia, resulta quizás utópica la espe·
ranza de
dester
rarla
pronto
de la realidad social y de la his toria. Lo que
en
cambio parece viable es el esfuer
zo
por reducir los facrores que
la
alimentan. y
los múltiples prct
ex
tos utilizados para legitimarla.
El
día
en
que los
human
os
dejen de apelar a motivaciones religiosas para justificar o intensificar las
san·
grientas luchas por la expansión territorial o por
el
acceso a recursos escasos, y
dejen de masacrane para dcfender
la
honra de sus dioses, marcara un hito no
despreciable
en
la lucha contra
la
barbarie y la violencia.
75

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR