Volver a tejer los vínculos, un lento proceso - Paz en la Guerra. Reconciliación y democracia en el Alto Ariari - Libros y Revistas - VLEX 857365315

Volver a tejer los vínculos, un lento proceso

AutorTatiana Duplat Ayala
Cargo del AutorHistoriadora de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá, Colombia, galardonada con el Premio Nacional Otto de Greiff a Mejores Trabajos de Grados en su primera versión
Páginas241-289
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VI. VOLVER A TEJER LOS VÍNCULOS,
UN LENTO PROCESO
a. con La vioLencia todos pierden
Este capítulo se centra en dos hechos claves del proceso de
reconciliación y convivencia: el primer evento donde se logró
reunir y comprometer a los municipios enfrentados alrededor
de una experiencia de reconciliación y, el segundo, la confor-
mación de la Asociación de Municipios del Alto Ariari (ama)
como estrategia de sostenibilidad del proceso en su momento.
Estos dos hechos produjeron efectos simbólicos y materiales
que se conjugaron para dinamizar, retroalimentar y sostener el
pacto de reconciliación civil. Por un lado, en el ámbito de lo
simbólico y discursivo (llamado “intangible”102 por los prota-
gonistas de esta experiencia) se buscó articular y resignificar
imaginarios colectivos alrededor de la idea del reconocimiento
de la diferencia. Simultáneamente, a raíz de la gestión conjunta
102 Los textos entre comillas o con sangría remiten, en este capítulo, a expresiones
utilizadas por quienes han vivido el proceso de reconciliación y convivencia
y fueron reproducidos textualmente.
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paz e n la gue rra . reconciliación y dem ocr aci a en el a lto a ria ri
adelantada por la Asociación de Municipios, se generaron lo-
gros contundentes que se materializaron en infraestructuras
concretas y tangibles.
En el marco del primer encuentro realizado a mediados
de junio de 1998 en el municipio de Cubarral, se firmó el
Comunicado a la Opinión Pública en el que las comunidades
se comprometían a buscar caminos para la reconciliación y la
construcción conjunta de una realidad mejor. El pacto y las
actividades desarrolladas bajo la premisa de la convivencia
pacífica, que se derivaron de él durante los años posteriores,
movilizaron mecanismos simbólicos en búsqueda de reconstruir
imaginarios compartidos sobre la importancia de establecer o
reestablecer relaciones, generar confianza, y construir colec-
tivamente a partir de las diferencias. Se entiende la expresión
reconciliación, en este contexto, como el pacto que condujo
al restablecimiento de redes de relaciones y tejidos sociales
que se habían roto y fragmentado, como consecuencia de la
confrontación armada prolongada103.
Si bien las comunidades del Alto Ariari han logrado desa-
rrollar y consolidar formas de poder local comunitario que les
han permitido construir proyectos colectivos a través de los
años, el efecto más perverso del conflicto armado en la región,
en el mediano plazo, ha sido el debilitamiento de esa red de
relaciones de cooperación y confianza104. En esa medida, el
103 O como diría Johan Galtung la reconciliación busca corregir los niveles de
atomía que fragmentan a la sociedad colombiana (Roa y Galtung, 1998; Gal-
tung, 1998b). En el siguiente capítulo, se aborda la reconciliación desde una
perspectiva conceptual.
104 Esta problemática es común a todas las comunidades campesinas afectadas
por el conflicto armado. Según dice Absalón Machado en el prólogo del libro
Campesinado y protesta social en Colombia: “De alguna manera las comuni-
dades campesinas han desarrollado espontáneamente elementos de capital
social que los violentos han ido destruyendo de manera acelerada, pero aun
así han mostrado conformar capacidades para defenderse en el medio. Si
hubiera unas mínimas condiciones para ese desarrollo, el potencial de pro-
gramas educativos y de capacitación bien realizados es inmenso en términos
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tatia na d upl at ayal a
proceso de reconciliación buscó principalmente el restableci-
miento de dichas relaciones entre las distintas comunidades
como una manera de articular las diversas instancias de poder
local, bien fuera institucional o comunitario, mediante proyec-
tos colectivos que implicaban la convivencia.
De la necesidad de reconstruir esa red de relaciones para
lograr la convivencia surgió el pacto de reconciliación. Reunir a
las dos comunidades enfrentadas para iniciar el proceso impli-
có construir unos acuerdos previos que delimitaran un marco
conceptual y de acción con respecto a cuál sería la naturaleza
del pacto, entre quiénes se establecerían y para qué se haría.
Durante el transcurso del proceso, se hizo énfasis en la ineficacia
de la violencia como forma de transformación social105. Desde
esta perspectiva, se insistió en que, más allá de consideraciones
políticas y de establecer “culpas” y “responsabilidades”, lo
evidente era que todos en El Castillo y en El Dorado estaban
perdiendo a causa de la violencia, situación que afectaba cada
vez más a los otros municipios de la región.
El hecho de que esta experiencia de reconciliación se lleva-
ra a cabo en un contexto de conflicto armado impidió que se
abordara el pasado doloroso, pues esto probablemente hubiera
generado más violencia. Por su parte, hacer manifiesta las con-
secuencias negativas de la violencia permitió identificar, incluso
en medio de la confrontación, una realidad compartida entre
las comunidades enfrentadas. Una vez iniciado el proceso se
insistió en el reconocimiento de realidades pasadas y presentes
comunes, evadiendo conscientemente el “pasado doloroso”, lo
de desarrollo institucional en las áreas rurales” (Machado en Salgado y Prada,
2000, p. 14)
105 Jorge Hernández Lara, resalta cómo “no hay en Colombia hasta ahora una
argumentación pacifista vigorosa y visible, pero en los pocos casos en que
alguien intenta fundamentar su actitud pacifista tiende a predominar el argu-
mento según el cual la violencia está demostrando ser ineficaz” (Hernández,
2002, p. 37).

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