Afrontar, sobrevivir, resistir, recobrarse. La resiliencia de las víctimas antes, durante y después del secuestro - Después vino el silencio. Memorias del secuestro en Antioquia - Libros y Revistas - VLEX 857369480

Afrontar, sobrevivir, resistir, recobrarse. La resiliencia de las víctimas antes, durante y después del secuestro

AutorGloria María Gallego García
Cargo del AutorAbogada de la Universidad de Antioquia y doctora en Derecho por la Universidad de Zaragoza (España)
Páginas313-358
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X. AFRONTAR, SOBREVIVIR, RESISTIR,
RECOBRARSE. LA RESILIENCIA
DE LAS VÍCTIMAS ANTES, DURANTE Y
DESPUÉS DEL SECUESTRO
a. resiliencia. medidas de protección
ante los signos de la violencia
A lo largo del conflicto armado los combatientes han tenido
el papel protagónico, con sus crímenes y sus justificaciones de
la violencia (insurgente y contrainsurgente), difundidos en re-
portajes, declaraciones en los medios de comunicación, libros,
biografías. Es indispensable que, en adelante, ese protagonismo
corresponda a las víctimas, quienes por mucho tiempo estu-
vieron intimidadas, silenciadas y puestas en segundo plano.
Sin la mirada de las víctimas, la captación de la realidad del
secuestro quedaría cercenada. Tal es el sentido ético y político
de estas memorias, cuyas siete crónicas dan cuenta no solo de
la inhumanidad del secuestro y el daño que causa a las vícti-
mas en tanto sufrientes, sino también de la voluntad de vivir y
el talante con el que estas, en tanto agentes, enfrentaron “las
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des pué s vi no e l si len cio . me mor ias del sec ues tro en antioquia
formas diferenciales de violencia desplegadas por los grupos
armados” (Uribe, 2006, p. 63).
Las víctimas del secuestro exhibieron una potente capaci-
dad de respuesta frente a los despliegues del conflicto armado
y acopiaron fortaleza física y espiritual, recursos materiales y
simbólicos en procura de prever y atenuar peligros, “subsistir
en ambientes totalmente hostiles y abiertamente peligrosos”
(Uribe, 2006, p. 64), preservar su dignidad frente a poderes
arbitrarios y opresivos defendiendo sus derechos y, en algunos
casos, los derechos de sus compañeros de cautiverio; para,
después, tratar de recobrarse y superar el trauma.
Esta agencia, igualmente, la exhibieron los familiares con
su determinación de seguir adelante y soportar la indefinida
espera, luchar por el regreso del ser querido, mantener algo
de normalidad en el hogar, en el trabajo, en los negocios y
acompañar al ser querido en su readaptación. Asimismo, las
víctimas se beneficiaron de la ayuda y la solidaridad de muchas
personas que las rodearon, las acompañaron y se negaron a ser
indiferentes frente a la violencia que se ejercía con, cada vez,
mayor intensidad en el país.
Con su capacidad de respuesta, su aplomo, su lucha por la
supervivencia y su capacidad de reacción moral, las víctimas
hicieron contrapeso a los actores armados en las más adversas
circunstancias; unas veces de manera prudente y modesta,
otras de manera directa y audaz, afrontando la soberbia, la
arbitrariedad y la violencia, con valentía y decoro, sin utilizar
los métodos de los victimarios.
Esa capacidad de respuesta corresponde a la resiliencia, una
cualidad tan vieja como la humanidad, cuyo estudio científico es
reciente. Resiliencia es un término procedente de la física de los
materiales que significa “saltar hacia atrás, rebotar, replegarse”,
es decir, es la resistencia al choque (en kg por cm²)26 y cuyo
26 Véase: Manciaux, Vanistendael, Lecompte y Cyrulnik, 2010, pp. 17-27; y
Theis, 2010, pp. 45-59.
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glo ria mar ía g all ego gar a
uso en sentido figurado designa la “capacidad de adaptación
de un ser vivo frente a un agente perturbador o un estado o
situación adversos” (Real Academia Española, 2014, p. 1907).
La resiliencia es el resorte moral, la cualidad de una per-
sona o grupo que no se desalienta ante la adversidad, no se
deja desmoronar y sigue proyectándose en el futuro a pesar
de condiciones de vida difíciles, de acontecimientos desesta-
bilizadores, situaciones límite o traumas graves. El núcleo del
concepto radica en que “aun reconociendo que hay problemas,
se intenta abordarlos de modo constructivo, a partir de una
movilización de los recursos de las personas directamente afec-
tadas” (Manciaux, et al, 2010, p. 22). Esta cualidad se manifies-
ta en momentos distintos en el curso de los acontecimientos:
Prever situaciones de alto riesgo y actuar con cuidado en
procura de evitar o disminuir dicho riesgo.
Tomar medidas eficaces y tener competencias constantes
para soportar, afrontar, resistir las pruebas y las crisis de la vida,
las adversidades o las situaciones de estrés.
Sanar de un trauma, es decir, reponerse, superar la adver-
sidad, lo que no significa volver al estado inicial, algo impo-
sible; sino seguir adelante, abrir puertas, sin negar el pasado
doloroso, pero superándolo.
Resiliencia no es sinónimo de invulnerabilidad: no hay seres
humanos que estén más allá de las necesidades categóricas, la
fragilidad, el miedo, las heridas, el dolor, la violación de los
derechos. Hay vulnerabilidad y fragilidad en todo ser humano.
Por lo tanto, la resiliencia no es absoluta, sino limitada, una
inmunidad relativa frente a las adversidades.
La resiliencia varía de persona a persona, depende del
temperamento y el carácter, de la magnitud del trauma, de la
interacción con el entorno, de la edad y el momento de la vi-
da, de las huellas de vivencias anteriores y del contexto social,
político, económico, así como del apoyo profesional que se

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