Un poeta secuestrado. Secuestro de Orlando Betancur Restrepo - Después vino el silencio. Memorias del secuestro en Antioquia - Libros y Revistas - VLEX 857369473

Un poeta secuestrado. Secuestro de Orlando Betancur Restrepo

AutorGloria María Gallego García
Cargo del AutorAbogada de la Universidad de Antioquia y doctora en Derecho por la Universidad de Zaragoza (España)
Páginas121-167
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IV. UN POETA SECUESTRADO. SECUESTRO
DE ORLANDO BETANCUR RESTREPO
Orlando Betancur es un hombre amante de su finca cafetera en-
clavada en las montañas de Betania, en el suroeste de Antioquia.
Allí, en compañía de María Ángela su esposa, vio nacer a sus
dos hijas, María Antonia y Luisa Fernanda. Él se destaca por
su sentido cívico, su amor por Betania y la generosidad con la
que promueve y trabaja por las causas culturales y educativas
de su pueblo. Fue fundador y director, durante más de quince
años, del periódico alternativo Despierta y, fundador y presi-
dente del Centro de Historia de Betania. Autor de libros como
Betania la perla del Citará y El Pedral arriba, fundador del canal
municipal, autor de más de cien videos sobre el municipio y
cofundador de la Antena Parabólica Comunitaria y de la Escue-
la de Música. Todas las obras anteriores, las realizó, dirigidas
a la comunidad y sin ánimo de lucro, pues nunca ha recibido
un solo centavo por ellas, antes bien, ha tenido que ayudar a
financiarlas en muchas ocasiones. Colaboró activamente con
varias ong, que desarrollaron algunas actividades en el muni-
cipio como: Viva la Ciudad, Conciudadanía y la Corporación
Cultural del Suroeste.
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des pué s vi no e l si len cio . mem ori as d el s ecu est ro e n antioquia
En una época, la familia tuvo que abandonar sus tierras y
huir amenazada de muerte hacia Medellín. En el 2002, Orlando
regresó a su pueblo para intentar vender la finca y refugiarse
definitivamente en la ciudad, pero ese 11 de abril fue secues-
trado por el Bloque Che Guevara del eln. Esta es la historia
de un escritor que se atreve a descubrir la epifanía de un se-
cuestro, narrado entre el miedo y la incertidumbre. Orlando
es un sobreviviente que regresa de una tragedia por las tierras
de El oro y la sangre, aquel libro de Juan José Hoyos que leyó
durante el cautiverio, bitácora y brújula durante un encierro
impuesto en la profundidad de la selva colombiana.
Orlando Betancur reescribe ese 25 de julio de 2002, el día
de su liberación, “…En ese momento me di cuenta, que para
bien o para mal, todo cambió en mi vida, que después de 104
días de secuestro, nada volvería a ser igual”.
“Ni en su infancia ni en su adultez hubo paz”
Luisa Fernanda Betancur Restrepo: Cuando mi padre, Orlando
Betancur Restrepo, nació el 17 de octubre de 1944 en el munici-
pio de Betania, la Segunda Guerra Mundial estaba terminando,
la guerra entre conservadores y liberales no daría tregua a su
juventud, ni tampoco en su adultez hubo paz. Una interminable
sucesión de guerras de guerrillas comenzando por la del erg16,
continuando con el epl, el eln y, por último, las tan conocidas
farc, marcaron su destino y acrecentaron los cinturones de
miseria de nuestro país.
Pese a lo anterior, mi padre nació siendo un hombre de paz,
un sembrador de la tierra, un artista. En su juventud, viajó a la
ciudad y estudió ingeniería, hasta que, a los 19 años, tras la en-
fermedad de su padre Benjamín Betancur, abandonó la carrera
y se dedicó a administrar las fincas cafeteras familiares y a velar
16 Ejército Revolucionario Guevarista.
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glo ria mar ía g all ego gar cía
por su madre, Teresa Restrepo. Desde esa época, se interesó
por ayudar a mejorar la calidad de vida de quienes lo rodeaban,
donó terrenos para la construcción de escuelas rurales y placas
polideportivas, financió la educación de gran cantidad de niños
y jóvenes. Con un grupo de amigos, crearon la Sociedad de
Mejoras Públicas de Betania, el primer cine del pueblo, la Casa
de la Cultura con diversos grupos artísticos y conformaron un
movimiento político independiente que luchó en contra de la
corrupción y que, de no ser por las guerrillas, habría ganado
las elecciones a la alcaldía de Betania.
Se casó con María Ángela Retrepo, con quien disfruta de un
buen matrimonio, y de esa unión nacimos mi hermana María
Antonia y yo.
“Han transcurrido dieciséis años”
Orlando Betancur Restrepo: Me llamo Orlando Betancur Restre-
po. Al momento en que escribo este recuento han transcurrido
dieciséis años de mi secuestro. Económicamente, no he podido
recuperarme de las pérdidas ocasionadas por los cinco años
de desplazamiento y por el secuestro subsiguiente. A pesar de
que hice todos los esfuerzos posibles para recuperar las tierras
arrasadas por el tiempo y el abandono; de que muchos de mis
amigos y los bancos me hicieron cuantiosos préstamos, no he
podido lograr un equilibrio en mis finanzas. Como se dice en
forma coloquial entre los antioqueños, “tengo que hacer un
hueco para tapar otro”. Además, son quince años en que se
alejó la juventud y se van acabando los años, a veces fructíferos,
de la madurez. Van haciendo su entrada los tiempos de la edad
adulta, tan difíciles de aceptar, en que en vez de ir avanzando
vamos retrocediendo, en que se van menguando las fuerzas y
se pierde la capacidad de asombro, en la que ya no creemos en
el futuro. “La senectud avanza y opaca la alborada y mata los
anhelos con hálito glacial” decía el poeta silvestre betaneño,
Nicolás Hernández Agudelo, en uno de sus inigualables poemas.

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