Más allá de la paz: literatura de crímenes en la Costa Rica contemporánea - Primera parte. El testimonio de los escritores y el origen de la memoria - Memoria de crímenes. Literatura, medios audiovisuales y testimonios - Libros y Revistas - VLEX 857331499

Más allá de la paz: literatura de crímenes en la Costa Rica contemporánea

AutorDaniel Quirós
Páginas119-142
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MÁS ALLÁ DE LA PAZ: LITERATURA DE CRÍMENES
EN LA COSTA RICA CONTEMPORÁNEA
Daniel Quirós
El primero de diciembre de 1948, después de una guerra civil de cuarenta
y cuatro días, el Ejército fue abolido en Costa Rica. Todos los ticos nos sa-
bemos la historia. Lo estudiamos en la escuela y en el colegio. Lo revivimos
mediante las camisetas coloridas que compran hoy los turistas, con dibujos
de tortugas y pájaros, irónicamente catalogados como el Ejército y la Fuerza
Aérea costarricenses. Cada año, también circula por los periódicos la famosa
foto de José Figueres Ferrer —líder de la revolución triunfante y presidente
de la Junta de Gobierno de 1948— con mazo en mano, golpeando las pare-
des del viejo Cuartel Bellavista. La ceremonia marcaría el fin simbólico del
Ejército, que un año después sería disuelto oficialmente por la Asamblea
Nacional Constituyente en el artículo 12 de la nueva Constitución política.
El Cuartel Bellavista llegaría a ser el actual Museo Nacional, y así la historia
militar del país pasaría a las memorias distantes, exposiciones y curiosidades
en las páginas amarillentas de los libros.
Aunque la historia e imagen de una Costa Rica pacífica se remonta a
mucho antes del siglo xx, quizás es este momento el que más ha marcado el
comienzo de una visión contemporánea —especialmente fuera del país— de
una Costa Rica de paz. Una paz, además, que también se ha llegado a aso-
ciar con un bienestar más abarcador: económico, social y político. La idea
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Daniel Quirós
comúnmente discutida es que la abolición del Ejército cambia de manera
significativa el trayecto histórico del país, que desde entonces puede invertir
el dinero en educación, salud y cultura.1 Esto tendrá repercusiones importan-
tes, y es una de las razones que se utilizan para explicar el porqué de un país
que en la región de Centroamérica, hoy día muy asociada con la violencia y
la pobreza, repetidamente recibe, en el índice de desarrollo humano, marcas
altas en expectativa de vida, educación y pIb per cápita.2 En los últimos años,
la New Economics Foundation de Inglaterra llevó este imaginario al límite
al nombrar a Costa Rica “el país más feliz del mundo” (Rodríguez párr. 1).3
Sin embargo, como todo imaginario construido alrededor de un país, es
a veces difícil saber cuánto en estas asociaciones es verdadero, discutible o
simplemente parte de la ficción mitológica de una patria. Quizás será, como
lo es casi siempre, un poco de las tres cosas. Este artículo explorará este orden
simbólico de “paz”, partiendo de la memoria de esa foto de Figueres y ese
mazo que quiebra la relación metafórica con todo lo bélico. Porque para un
autor de libros de crímenes, y un costarricense que trabaja como académico
en Estados Unidos, este imaginario de paz y bienestar devela una serie de
sentimientos encontrados. Por un lado: orgullo. Agradezco la historia menos
violenta que hemos tenido, los avances —innegables, a fin de cuentas— en
salud pública, educación, protección ambiental, entre muchas otras cosas.
Este pasado diciembre, se cumplieron sesenta y siete años desde la abolición
del Ejército y, sin duda, al mirar la historia del continente y del mundo, es
algo que todo costarricense defendería como algo positivo, lindo e impor-
tante. No soy una excepción.
Por otro lado, siento que a veces la fuerza de este imaginario de paz y
su memoria reducen la complejidad de mi país a la de un panfleto turístico.
Porque aunque la Costa Rica de hoy está muy lejos de la violencia del narco
en México, o la del triángulo norte de Centroamérica —Honduras, El Sal-
vador y Guatemala—, sí se ha convertido en un país de crecientes crímenes
1 En un artículo reciente de La Nación, por ejemplo, el exembajador costarricense en Italia,
Jaime Feinzaig Rosenstein, menciona que la abolición del Ejército hace “cambiar los destinos
de nuestra patria” (párr. 1), que “continúa creyendo en la utopía de un mundo pacífico”.
El exembajador también menciona “la decisión de consignar los recursos a la educación,
la salud y la cultura de los costarricenses” (párr. 6).
2 Para más detalles, ver United Nations Development Program.
3 Costa Rica obtuvo el primer lugar en 2009 y 2012.

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