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Por la carretera de la narcotredad: historias de pueblos secuestrados en la novela Contrabando de Víctor Hugo Rascón Banda

AutorCathy Fourez
Páginas65-95
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POR LA CARRETERA DE LA NARCOTREDAD:
HISTORIAS DE PUEBLOS SECUESTRADOS
EN LA NOVELA CONTRABANDO DE VÍCTOR HUGO
RASCÓN BANDA
Cathy Fourez
Según Amnistía Internacional, en el año 2010 hubo en México “más de
15 mil muertes violentas relacionadas con bandas criminales, sobre todo
en los Estados del Norte” (Ballinas párr. 5). Estas muertes son no solo el
fruto podrido de los conflictos entre los carteles —de Sinaloa, Tijuana,
Juárez, del Golfo, de la familia Michoacana—, sino también las graves
consecuencias de los enfrentamientos entre las organizaciones criminales,
las fuerzas policiales y el ejército. Así, en el estado de Sinaloa, la llamada
guerra contra el narco, sostenida por un dispositivo excepcional de efec-
tivos militares y policiales, arrojó un saldo de alrededor de setecientas
personas asesinadas a balazos entre enero y mayo de 2011 (Valdez 2017,
párr. 7). El narco constituye hoy en día en el territorio mexicano un Es-
tado que logró asentar con firmeza una economía subterránea. Se mani-
fiesta como una organización hábilmente estructurada que hizo suyas las
prácticas y los modelos de desarrollo del comercio preconizados por el
sistema capitalista. Por muy clandestino y fraudulento que sea, es regido,
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Cathy Fourez
como cualquier negocio, por las normas del mercado, y legitima de un
modo ejemplar sus actividades al blanquear su dinero sucio en proyectos
inmobiliarios, en el sector agrícola — particularmente en la producción
lechera y en el cultivo de jitomates en la región de Sinaloa— o al invertir
en cadenas de restaurantes, bares y complejos hoteleros. Michel Kokoreff,
especialista en los mundos de la droga, subraya que “[l]e narcotrafic a
parfaitement intériorisé les normes et les valeurs de l’ultralibéralisme,
fondées sur la concurrence et la performance, la réussite par l’argent et
ses signes” (párr. 6)”.1 En México, el narcotráfico se ramifica en otras
economías delictivas tales como el tráfico de personas, la trata de blancas,
los secuestros y las extorsiones. El periodista Jesús Blancornelas, en su
ensayo El Cártel (2002), precisa que “[l]a mafia no existiría si la policía
actuara; por eso la corrupción es la madre del narcotráfico” (39-40). En
mayo de 2011, el secretario de Seguridad Pública Municipal de Ciudad
Juárez, Julián Leyzaola Pérez, declaró que el 25 % de sus agentes estaban
coludidos con la delincuencia organizada de dicha localidad fronteriza
(nxt párr. 4). El narcoestado, que se ha implantado sólidamente y que
siembra el terror y la psicosis anunciando las balaceras del día mediante
narcomantas2 o las redes sociales (Twitter, Facebook), sustituye en varias
partes del país al Estado legal, mientras que este —en gran parte igual
de mafioso— se revela libre de toda conducta moral y de espíritu de jus-
ticia, pervertido por la corrupción y su colusión con grupos delictivos.
La principal zona productora de marihuana y amapola, conocida
como el Triángulo Dorado del narcotráfico, se ubica en la confluencia de
los estados de Chihuahua, Durango y Sinaloa. Desde el fin del sexenio
1 “[e]l narcotráfico asimiló a la perfección las normas y los valores del ultraliberalismo,
basados en la competencia y el capital, en el triunfo mediante el dinero y todos sus
signos” (traducción de la autora).
2 Mensajes que profieren insultos y amenazas o anuncios atractivos para contratar
sicarios. Son difundidas por ciertas organizaciones criminales en trozos de tela o
en cartulinas con letras negras o rojas en áreas de circulación intensiva. Estos son
algunos ejemplos: “Ésta es una de cal por dos de arena, por cada elemento que nos
maten les vamos a matar a diez. Atte. Ya sabe quién” (González Rodríguez 41).
“[…] Éste es un héroe. Va pa los dedos y soplones. Ver, oír, callar si quieres vivir.
Bye” (62).

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