Comportamiento del consumidor de actividades culturales y consumo de artesanías en México antes, durante y después de la pandemia por COVID-19. - Vol. 32 Núm. 86, Octubre 2022 - Revista Innovar - Libros y Revistas - VLEX 921388809

Comportamiento del consumidor de actividades culturales y consumo de artesanías en México antes, durante y después de la pandemia por COVID-19.

AutorZamacona-Aboumrad, Guillermo A.

Introducción

Los estudios que vinculan el consumo con los debates teóricos sobre los conceptos de cultura y bienes culturales constituyen una (sub)rama de los estudios sociales relativamente nueva. Aguado y Palma (2012), en un recorrido histórico-económico que hacen sobre estos conceptos, señalan que es hasta la década de los 60 que estos comienzan a analizarse en conjunto, a pesar de que los estudios sobre economÃÂa (y, por lo tanto, sobre consumo) aparecen a finales del siglo xviii. De igual forma, desde los estudios culturales, GarcÃÂa Canclini (2006), en su icónico documento "El consumo cultural: una propuesta teórica", menciona que la unión de estos conceptos se puede entender gracias a la independencia de las artes y los bienes culturales, resaltando que es hasta el siglo xix que en América Latina se logran independizar de los poderes hegemónicos del Estado y la Iglesia.

A pesar de que el análisis del consumo cultural y los bienes culturales es central en ambos estudios, estos se aproximan al tema de forma muy distinta: el primero parte del consumo, desde una lógica anclada en los estudios que centran miras en la oferta y demanda; el segundo, desde lo cultural, que se arraiga en las particularidades de los bienes culturales, en el valor simbólico que se sobrepone a los funcionales (GarcÃÂa Canclini, 2006).

Aunque estas posturas podrÃÂan parecer extremos de un continuo que comienza (o termina) en el consumo (meramente económico) y termina (o comienza) en lo cultural (meramente simbólico), existen muchas otras formas de entender la unión de estos conceptos. Por ejemplo, podrÃÂamos vincularlos con los estudios sobre desarrollo social (Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo [aecid], 2009; Olmos, 2010; Organización de las Naciones Unidas [onu], 2014; Sen, 2000), sobre gestión cultural pública (Fuhrman, 2010; Nivón Bolán et al., 2012), o sobre industrias creativas (Howkins, 2013; Lawrence & Phillips, 2002; ONU, 2010, 2013; Piedras, 2005). Estas posturas, a pesar de que no tratan exclusivamente sobre consumo cultural o de bienes culturales, encuentran justificaciones para vincularse e intervenir en su entendimiento.

Independientemente del contexto o el ángulo desde el cual se geste el análisis, estos pertenecen a un área de conocimiento relativamente nueva, a una rama de los estudios sociales que lleva existiendo poco más de medio siglo y que, por tanto, merece atención. Comprender los lÃÂmites del consumo cultural y el consumo de bienes culturales, asàcomo conocer a los agentes, las actividades y las situaciones que ahàse desarrollan, sigue siendo una tarea pendiente. En este sentido, la presente investigación analiza el consumo de bienes culturales desde un punto de vista de mercado (económico) y lo realiza enfocándose en los consumidores de una de sus categorÃÂas: las artesanÃÂas.

Resulta apropiado comenzar el texto destacando los apuntes de Ortega Villa (2009) quien, apalancada por los estudios de GarcÃÂa Canclini y otros expertos en la materia, define el concepto de consumo de bienes culturales como "el conjunto de procesos socioculturales en que se realizan la apropiación, recepción y uso de los bienes producidos en el campo de la producción cultural" (p. 24). El estudio de Ortega (2009), además de analizar dicho concepto, resalta la diferencia entre consumo cultural y consumo de bienes culturales; diferencia fundamental en esta investigación, ya que delimita el alcance y estructura el marco conceptual.

Una vez señalado el objeto de estudio, resulta pertinente analizar algunas de las investigaciones que exploran el contexto bajo el cual se estudia dicho fenómeno: México. Por ejemplo, podrÃÂamos destacar la Encuesta Nacional sobre Hábitos y Consumo Cultural 2020 (enhcc) (Coordinación de Difusión Cultural de la unam [Culturaunam], 2021) o la Encuesta Nacional de Consumo Cultural de México (enccum) 2012 (Instituto Nacional de EstadÃÂstica y GeografÃÂa [Inegi], 2014); las Cuentas Satélite de Cultura, y las investigaciones que centran el análisis en los Planes Nacionales de Cultura. La importancia de dichos estudios es que muestran la forma como el concepto se desenvuelve en el plano social, económico y polÃÂtico, promoviendo su entendimiento con mayor detalle en un contexto determinado. Es decir, estos estudios permiten conocer la relación del consumo de bienes culturales con otras variables, asàcomo los resultados que arrojan y los impactos que generan.

Nivón Bolán (2020), en el análisis que realiza sobre los resultados del estudio de opinión que coordinó Culturaunam, menciona que "casi un tercio de los creadores/agentes culturales dejó de percibir ingresos durante la pandemia" (p. 295), y señala que "del total de los entrevistados, 38,3% respondió que ha quedado desempleado debido a la crisis sanitaria" (p. 301). La reducción de ingresos y el desempleo son solo algunos de los indicadores que ponen en evidencia el efecto que la pandemia tuvo sobre este sector; sin embargo, estos no fueron los únicos: cambios en los patrones de consumo y producción, o uso de nuevas herramientas y la necesidad de hacer actividades adicionales son solo algunos de los otros efectos detectados (De la Garza-Toledo, 2020; Flores & Gonzalez-Ávalos, 2020; Nivón Bolán, 2020).

Desde una perspectiva más global, y con el objetivo de enmarcar las dinámicas de los artesanos y productores de bienes culturales, los cambios derivados del COVID-19 también se pueden explorar desde los efectos que experimentaron los microempresarios, a saber: la disminución de la demanda de sus productos y servicios; la necesidad de rediseñar estrategias comerciales y de mercadotecnia; la incorporación de estrategias digitales; la necesidad de retroalimentación en tiempo real, y la necesidad de pensar en las dinámicas posteriores a la pandemia (Amoah et al., 2021; Patma et al., 2020; Roggeveen & Sethuraman, 2020; Solano-Romo et al., 2022).

Este contexto, a pesar de que deja a los agentes del sector cultural en un estado de emergencia, abre una oportunidad para investigar y revisar el vÃÂnculo que existe entre los bienes culturales y el consumo, especÃÂficamente para este estudio, las artesanÃÂas en México. Por lo tanto, con base en lo anterior, la presente investigación comienza tomando la definición que Ortega Villa (2009) propone, y se suma a los estudios sobre el impacto económico del consumo de estos bienes desde una mirada muy particular: el perfil del consumidor de bienes culturales y artesanales.

Este artÃÂculo comienza con un breve recorrido sobre los conceptos vinculados al consumo de artesanÃÂas, recorrido que, además de incluir un análisis sobre los estudios de los consumidores, presenta un breve resumen sobre el contexto de las artesanÃÂas. El texto continúa con el marco metodológico del estudio en donde, además de exponer las preguntas de investigación y las hipótesis del estudio, se incluyen los modelos estadÃÂsticos utilizados. Posteriormente, el artÃÂculo presenta los resultados obtenidos de un modelo de ecuaciones estructurales que pretende entender/predecir la disposición de los consumidores de actividades culturales a continuar o retomarlas, posterior al final de la pandemia. Este modelo a su vez es contrastado para la disposición de consumo de bienes artesanales y, posteriormente, un análisis multigrupo que permite hacer un comparativo del perfil del consumidor de artesanÃÂas con consumidores de bienes culturales y por grupos de caracterÃÂsticas sociodemográficas. El estudio concluye con una sección en donde se reflexiona sobre el perfil del consumidor de artesanÃÂas y el rol que las artesanÃÂas mismas tienen dentro del sector cultural.

El perfil del consumidor de bienes culturales

Conocer el perfil de los consumidores de bienes y servicios culturales resulta relevante por varias cuestiones.

* En primer lugar, por lo que representan para el paÃÂs en términos de producto interno bruto (PIB), empleo y gasto. Por mencionar algunas cifras, durante el 2019 el sector cultural representó un 3,1% del PIB de México (Inegi, 2020), casi un punto más que el sector minero (Servicio Geológico Mexicano, 2021). De igual forma, en ese mismo año las actividades vinculadas con dicho sector generaron empleos equivalentes al 3,2% de la ocupación total del paÃÂs, y el gasto realizado en bienes y servicios culturales alcanzó un monto de 909.864 millones de pesos (47.000 millones de dólares), del cual el 79,7% lo realizaron los hogares (Inegi, 2020).

* En segundo lugar, por la posición que desempeñan en el plano social, ya que son los receptores y beneficiarios de los programas culturales públicos y privados. Conocer sus caracterÃÂsticas permite implementar y gestionar mejores planes y programas, públicos y privados. Gómez y Espinal (2016), en un estudio sobre la participación en artes escénicas en MedellÃÂn, Colombia, mencionan que su investigación tiene el objetivo de "entender cuáles son las caracterÃÂsticas de los habitantes de la ciudad que incrementan la probabilidad de participar en artes escénicas o hacen más probable que participen más frecuentemente" (p. 193). Más aun, conocer el perfil de los consumidores de bienes culturales permite generar mejores programas culturales, ya que estos bienes son componentes fundamentales para la identidad y el desarrollo de una región. En palabras de PaÃÂs Andrade (2016):

Las industrias culturales, la producción y la circulación de los bienes culturales ocupa(n) un lugar central no solo en términos de la formación de los valores económicos y sociales, sino también en el fortalecimiento de las identidades...

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