Cuatro bocetos de ilustres personajes - Segunda parte - Abogados de esto y de aquello de la abogacía, la literatura y el derecho - Libros y Revistas - VLEX 940463851

Cuatro bocetos de ilustres personajes

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CUATRO BOCETOS DE ILUSTRES PERSONAJES
FEDERICO ESTRADA VÉLEZ, SAMUEL BARRIENTOS R ESTREPO,
monseñor F ELIX HENAO BOTERO y JAIME TOBON OBREGÓN
Por GUSTAVO GÓMEZ VELÁSQUEZ.
FEDERICO ESTRADA V ÉLEZ, AMODO DE SEMBLANZA
Toda evocación lacera por el fuerte contenido de tristeza
que comporta. Es volver sobre un profundo dolor que, por
humana tendencia, quisiéramos no revivir. Pero entre este
sentimiento y dejar en el olvido lo que las generaciones
actuales y futuras debieran mantener en presente, mejor lo
primero que lo segundo. Lo que fue y sigue siendo FEDERICO
ESTRADA VÉLEZ, no es vivencia de poca monta que soporte su
desaparición. Joven y meritorio egresado de la Facultad de
Derecho de la Universidad de Medellín, creada como espiritual
reacción a los laureles tradicionales de la Universidad de
Antioquia y la Pontificia Bolivariana, decidió marcharse a la
ciudad de Roma, destino obligado en ese entonces para todo
aquel que quisiera especializarse en la ciencia del derecho
penal. Escasos los apoyos económicos y con carencia casi
absoluta de los vivificantes respaldos del mundo de los eternos
recomendantes, logró superar esa tan ardua empresa. Con
un impresionante caudal científico y un corazón alimentado
por los sueños y las esperanzas, volvió a Colombia y se instaló
por breve tiempo en la ciudad de Bogotá, en donde colaboró
exitosamente en la revista “Derecho Positivo”, publicación
en la cual expuso todo lo concerniente a la vasta problemática
de los perjuicios originados en el delito. Pero, sabiendo que
su futuro y obligaciones intelectuales estaban en Antioquia,
en esta fija el ámbito de su actividad. Vive, desde entonces,
de manera intensa y triunfante sus tres principales devociones:
la cátedra, el ejercicio profesional y la política. Y a las tres sirve
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con igual ahínco y eficiencia, al punto que no descuida ninguna
de ellas y todas r eciben por igual la plenitud de s u inteligencia. Se
constituye en el más sobresaliente profesor, el mejor abogado y el
más batallador de los políticos, en una época en que esta repartía
solo honores y reconocimiento ciudadano, pero no dinero a
espuertas. En esto último era más lo que consumía del propio
patrimonio que su acrecentamiento individual. Se vuelve todo
un personaje y de una singularidad excepcional. Lo hacía muy
bien, lúcidamente, en el escrito y mejor en el empleo de la palabra.
Pensamiento organizado, constantemente trabajado y en
permanente perfeccionamiento, brilla con luz propia por la forma
como prepara sus clases, creando una mística en sus discípulos
en torno al derecho penal. Es vox populi el prodigioso acierto de
sus defensas, en donde la elocuencia está en el airoso manejo de la
verdad. Y en cuanto a la política, es de amplia resonancia su labor
depuradora e independencia. Su bien medida rebeldía, ejercida
con honor y con razón, no conoce causas perdidas o condenadas
al fracaso. Esa virtud suya que tanto admiré nos unía
entrañablemente pues ambos practicábamos la antigua enseña
de ser libres como las aves y primero la muerte que vivir la
esclavitud. En cada una de estas disciplinas se hizo oír y respetar y
fue grande y merecida su cauda. Como decano de la Facultad de
Derecho de la Univer sidad de Medellín, elevó su rigor acadé mico
y trazó nivele s de mejoramiento que por muchos años influyer on
en el prestigio nacional de este centro educacional. En el
parlamento se le seguía con suma atención y marcó decisiva y
perdurable orientación. Con admirable resonancia intervino en
el Código Penal Tipo Latinoamericano, proyecto al cual llegó de
último pero en corto tiempo se convirtió en principal animador,
emulando con mae stros chilenos, argen tinos y uruguayos. Y otro
tanto ocurrió con su presencia en las Comisiones Reformadoras
de los Códigos Penales Colombianos, en donde dejó su indeleble
huella. Fructífero pero corto fue su paso como Magistrado de la
Sala de Casación Penal de la Cor te Suprema de Justicia, en donde
todavía resuenan y rememoran sus técnicos y justos
pronunciamiento s y, luego, como Embajador en Italia, es modelo
de represen tante diplomático honrado, digno y laborioso. Per o el
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congreso, la cátedra y la profesión, sus pasiones sublimes, lo
rescatan. Estas solo se apagan cuando es asesinado por gente qué
llenó de sangre al país, directos descendientes de los que gritan e
imponen el lema de “muera la int eligencia”, aquellos que todavía
creen que la violencia es la partera de la historia y no se dan cuenta
de ser apenas ellos un parto de materia sin un ápice de espíritu,
porque tan nocivos p ropósitos no pertenecen a una s ola tendencia
sino que suele ser instrumentada por más de una.
ESTRADA VÉLEZ, fue ultimado cuando más se esperaba de él
en la cátedra, en el litigio, en la orientación política del país y en
los más altos destin os que fatal y sucesivamen te le irían llegando
por colectivo consenso. De su paso por la cátedra queda “Manual
de Derecho Penal”, obra tan avanzada que hoy en día sigue
siendo un valioso aporte a la ciencia penal. La Universidad de
Medellín, que tiene en FEDERICO ESTRADA VÉLEZ su mejor y más
calificado exponente, está en mora de reimprimir este texto,
actualizándolo según las reformas introducidas a los códigos y
las modificaciones pade cidas por la jurisprudencia.
Si algo caracterizó a FEDERICO ESTRADA VÉLEZ, fue su
caballerosidad en la cátedra, en la política y en el ejercicio
profesional. Supo reconocer los méritos en sus amigos y enemigos,
tarea no del todo fácil pues para aquellos suele predominar el
virus de la envidia y la mezquindad, y, en cuanto a los
contradictores, porque sería perder la oportunidad parta ocultar
o mimetizar merecidas derrotas. Fue FEDERICO ESTRADA VÉLEZ,
afirmativo, categórico y aguerrido en la defensa de sus ideas
políticas, pero por poseer un alma nobilísima, a nadie persiguió
por este controvertible motivo y antes bien de manera generosa
apoyó a quienes sentían y servían credos diferentes. No tenía por
qué quitarle nada a nadie o menguar sus beneficios porque
abundaba en riqueza moral y espiritual. El autor de estas líneas,
que se ha acogido para hacerlas al consejo de José Martí (ninguna
voz es débil para entonar la alabanza merecida), recibió siempre
el estímulo de su grandeza de espíritu. Por eso fundamos la
“Revista Temas de Derecho Penal Colombiano” y la “Editorial
Colección Pequeño Foro”, en donde deb utaron tantos juristas que

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