El desarrollo de las sociedades anónimas 1853-1887 - Desarrollo y subdesarrollo del derecho - Libros y Revistas - VLEX 947526535

El desarrollo de las sociedades anónimas 1853-1887

AutorRobert C. Means
Páginas246-298
LOS LÍMITES DEL DESARROLLO
El principio de libre incorporación que estableció el código de 1853 rigió con
pocas infracciones prácticas hasta el final del periodo federal. Se abandonó en
Panamá, pero en Panamá no se formaron sociedades anónimas. También
había leyes de privilegios que disponían la incorporación especial; en
contraste con el código panameño, éstas tenían algún significado práctico,
pero su número era pequeño en comparación con el enorme volumen de la
legislación de privilegios que no incluía esa disposición.
En la práctica, los colombianos eran libres de formar lo que equivalía a
sociedades anónimas incluso antes de 1853, pero esa libertad se basaba en
principios legales supuestos incongruentes con el derecho reconocido del
país. En el código nacional de comercio y en los códigos estatales, aparte del
de Panamá, se dio a esa libertad un fundamento legal inequívoco. Pero la
garantía de libertad no produjo un cambio inmediato en el reducido papel
que cumplían las compañías por acciones modernas en la economía
colombiana. Las compañías que se formaron después de 1853 eran
corporaciones
de jure,
en contraste con las corporaciones
de facto
o
sociedades por acciones simples que se crearon antes de la promulgación del
código, pero a finales de la década de 1860 no eran perceptiblemente más
comunes ni más exitosas que antes; después de casi medio siglo de libertad de
incorporación efectiva, la sociedad anónima aún no se había establecido como
forma de organización comercial significativa o rentable. Esto no significa
que la libertad de incorporación careciera de importancia. Es de presumir
que al menos redujo el costo de la empresa corporativa, puesto que los
promotores colombianos no fueron obligados a soportar los retrasos y otros
costos asociados con un sistema que requería aprobación legislativa o
administrativa. Pero la libertad de incorporación por sí sola no era suficiente
para asegurar que las sociedades anónimas desempeñaran un papel
satisfactorio o significativo.
La ley de sociedades anónimas es una ley facilitadora. Puede permitir que
los individuos logren sus objetivos privados de manera más eficiente, pero no
afecta directamente el atractivo inherente de esos objetivos. Este último
depende en primer lugar de las oportunidades que se presenten en el
mercado. El gobierno puede mejorar esas oportunidades mediante subsidios
u otras formas de transferencia de recursos. Pero la ley de sociedades
anónimas no produce una transferencia directa de recursos a los promotores
o inversionistas, y en las condiciones que prevalecían en Colombia durante el
siglo XIX probablemente no produjo una transferencia indirecta significativa.
Es improbable que la disposición de responsabilidad limitada produjera un
traslado significativo del riesgo
comercial a los acreedores involuntarios, y aún no había ocurrido la
separación entre los inversionistas y la administración que podría haber
permitido que personas con información privilegiada obtuvieran ganancias
personales de una empresa no rentable.
Por consiguiente, lo que se necesitaba estaba más allá de lo que podía
conceder la ley de sociedades. El desarrollo de las sociedades anónimas
colombianas requería ante todo oportunidades rentables. Durante este
periodo muchas de esas oportunidades estuvieron ligadas de un modo u otro
al comercio exterior del país. Los años transcurridos entre 1853 y 1887 son
parte de un periodo más largo de la historia económica colombiana en el que
dominaron las exportaciones agrícolas. Colombia exportaba productos
agrícolas al menos desde mediados del siglo XVIII. Pero hasta finales de la
década de 1840 fueron menos importantes que las de oro, y el monto anual
total de las exportaciones sólo se incrementó lentamente desde el nivel
colonial de dos millones de pesos a tres millones{626}. El tabaco fue el cultivo
que presidió la transición de una economía insular que en su mayor parte
exportaba lingotes de oro a una economía ligada firmemente a la economía
mundial mediante su agricultura.
Las exportaciones anuales de tabaco solamente llegaban a unos 100.000
pesos a comienzos de la década de 1840. Pero en la década siguiente las
exportaciones de un millón de pesos fueron la regla, y en el año pico de 1857
el tabaco contribuyó con más de tres millones de pesos a unas exportaciones
totales de más de siete millones. La época de prosperidad del tabaco ya había
terminado en 1860, pero después del tabaco llegaron el algodón, el añil, la
quina y el café. Aun en sus puntos bajos, estos productos mantuvieron un
volumen de comercio exterior muy superior al de antes de 1847. En conjunto
dieron el principal impulso al crecimiento económico colombiano hasta
después de finales del siglo XIX{627}.
Mientras que la naturaleza y el volumen de las exportaciones
diferenciaron a este periodo del anterior, la casi total carencia de actividades
manufactureras importantes lo distinguió del periodo posterior. Desde el
fracaso del primer esfuerzo de industrialización de comienzos de la década de
1840 hasta la presidencia de RAFAEL NÚÑEZ en 1880 pocos cuestionaron el
papel de Colombia en la división internacional del trabajo, y sólo a comienzos
del siglo xx el país encontró los medios para superar parcialmente los límites
impuestos por esa división.
El uso de sociedades anónimas se vio limitado aún más por la
disponibilidad de privilegios especiales. La empresa corporativa siguió siendo
en general una empresa privilegiada. Igual que en el periodo anterior a la
codificación, el vínculo entre el privilegio y la forma de compañía por
acciones no era primordialmente legal. Algunos estatutos de privilegios
requerían expresamente el uso de una corporación{628}, y un número mayor
suponía que se usaría una corporación{629}; pero los primeros fueron pocos, y
en los segundos parece que era un supuesto sobre la forma que los
empresarios escogerían y no un esfuerzo implícito para estipular su elección.
Aunque el estatus corporativo y el privilegio especial a menudo estaban
vinculados de hecho, lo estaban porque las corporaciones aún se usaban rara
vez para empresas rutinarias. Se formaban principalmente para empresas que

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