De la exclusión a la participación: consumidores, empresas y mantenimiento del orden público económico para la paz - Los sujetos del orden público - La paz como orden público - La constitucionalización del derecho administrativo. Tomo II: el derecho administrativo para la paz - Libros y Revistas - VLEX 950067997

De la exclusión a la participación: consumidores, empresas y mantenimiento del orden público económico para la paz

AutorAníbal Zárate Pérez
Páginas243-308
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Sumario: Introducción; I. Bases para la adecuación del orden público de la re-
gulación de los mercados; 1. Un nuevo arreglo institucional para la regulación
de la competencia; 2. Mejorar el acceso a instrumentos informales de resolución de
los conf‌lictos de consumo; II. Bases para la colaboración en el orden público
de promoción de los mercados; 1. Una actividad de fomento para la inclusión
laboral y la diversif‌icación de los mercados; 2. Participación de empresas y con-
sumidores a través de instrumentos de intervención de la administración;
Conclusiones; Bibliografía.
introduccin
La desigualdad que caracteriza las relaciones económicas no siempre es vista
como una causa determinante de la violencia1. Pese a que comúnmente existe
una tendencia a señalar lo económico como el origen de manifestaciones de
violencia2, numerosos son los estudios en ciencias sociales que se apartan de la
1 La desigualdad en las relaciones económicas suele explicarse a partir del concepto de propiedad
privada como piedra angular del modelo de economía de mercado predominante en las llamadas
democracias occidentales, en donde quienes son dueños de los medios de producción estarían
en una situación de ventaja. léon walras. “Teoría de la propiedad”, Revista de Economía
Institucional, n 18, 2008, pp. 345-376. Bajo estos postulados los individuos son considerados
responsables y son remunerados según sus contribuciones a los procesos de producción. cfr.
samuel freeman. “Equality of Resources, Market Luck, and the Justif‌ication of Adjusted
Market Distributions”, Boston University Law Review, vol. 90, n 2, 2010, p. 921. Esto no
signif‌ica que la economía de libre mercado sea ajena o incompatible a la idea de igualdad o de
justicia distributiva, siendo incluso indispensable para su realización: “An egalitarian economy is
basically a capitalist economy”, ronald dworkin. “Justice for Hedgehogs”, Boston University
Law Review, vol. 90, n 2, 2010, p. 465. A partir de estas desigualdades los economistas iden-
tif‌ican fallas de mercado que tienen su origen en una asimetría en la posición de los diferentes
agentes económicos, que varían de acuerdo a las condiciones propias de cada mercado. En tér-
minos jurídicos esta situación se traduce en un desequilibrio de las partes en la programación
del contenido de todo negocio jurídico. Para vincenzo roppo la protección de la parte débil es
el propósito principal y directo de la regulación de los contratos en derecho europeo. A través
de esta se busca remediar asimetrías que tengan la capacidad de generar un desequilibrio del
poder contractual entre los agentes económicos contrayentes, debido a su diferente posición en
el mercado o, a los roles que desempeñan. vincenzo roppo. “Del contrato con el consumidor
a los contratos asimétricos: perspectivas del derecho contractual europeo”, Revista de Derecho
Privado, n 20, 2011, p. 184.
2 Este enfoque económico se caracteriza por establecer en la pobreza y la desigualdad en los in-
gresos el origen de la criminalidad y otras formas de violencia. Al respecto es posible citar el
trabajo de rosemary gartner. “The Victims of Homicide: A Temporal and Cross-National
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idea de una relación categórica entre esta y las desigualdades económicas3. La
insuf‌iciencia del enfoque económico para aclarar los orígenes de la violencia
puede explicarse en primer lugar por la imprecisión conceptual del término,
cuyo contenido es inf‌luenciado por la cultura y sometido a una continua revisión
a medida que los valores y las normas sociales evolucionan4. La amplitud de la
noción de violencia conlleva a su vez una dif‌icultad de orden metodológico5,
puesto que su medición a través de procedimientos econométricos o modelos
Comparison”, American Sociological Review, vol. 55, 1990, pp. 92-106, quien encuentra que en
los países donde hay un alto nivel de desigualdad existen altos niveles de violencia en términos
de homicidios. Asimismo, en emily e. werner y ruth s. smith. Overcoming the Odds: High
Risk Children from Birth to Adulthood, Ithaca, New York, Cornell University Press, 1992, se con-
cluye que son los jóvenes con más privaciones los que enfrentan un mayor riesgo de enrolarse en
actividades criminales y de violencia. Al tiempo que, “The links between extreme deprivation,
delinquency, and violence, then, are strong, consistent, and compelling. There is little question
that growing up in extreme poverty exerts powerful pressures toward crime”. elliot currie.
Crime and Punishment in America, New York, Metropolitan Books, 1998.
3 En una corriente opuesta encontramos las investigaciones de angelina peralva y sergio
adorno (eds.). Dialogues franco-brésiliens sur la violence et la démocratie, Paris, L’Harmattan,
Cultures et conf‌lits (Coll.), 2005. Sin desconocer la inf‌luencia de las desigualdades económicas,
las causas de la violencia son variadas y giran en torno a la reducción del rol del Estado en favor
del mercado, su incapacidad para controlar el territorio y a fenómenos como la urbanización
descontrolada, escenario propicio para la aparición de maf‌ias y guerrillas que ejercen un poder
de hecho y paralelo al estatal. Con relación al caso de América Latina, cfr. pierre salama.
“Informe sobre la violencia en América Latina”, Revista de Economía Institucional, n 18, 2008,
pp. 81-102; mamadou camara y pierre salama. “Homicidios en América del Sur: ¿son los
pobres peligrosos?”, Revista de Economía Institucional, n 10, 2004, pp. 159-181.
4 Las def‌iniciones que suelen proponerse de violencia son por lo demás tan amplias que compren-
den actos que van más allá del acto físico para incluir amenazas, intimidaciones, daños psíqui-
cos o privaciones que comprometen el bienestar de los individuos, sus familias y comunidades.
Como lo señala la Organización Mundial de la Salud –oms–, la violencia es un fenómeno difuso,
cuya def‌inición es compleja y carece de exactitud científ‌ica. Incluso si se adopta la def‌inición
propuesta por este organismo como “El uso deliberado de la fuerza física o el poder, ya sea en
grado de amenaza o efectivo, contra uno mismo, otra persona o un grupo o comunidad, que
cause o tenga muchas probabilidades de causar lesiones, muerte, daños psicológicos, trastornos
del desarrollo o privaciones”, resulta necesario precisar su contenido. Organización Mundial
de la Salud –oms–. Informe mundial sobre la violencia y la salud, publicado en español por la
Organización Panamericana de la Salud para la Organización Mundial de la Salud Washington.
Disponible en DOI [http://www.who.int/violence_injury_prevention/violence/world_report/
es/summary_es.pdf], consultada el 19 de marzo de 2016.
5 Lo cual puede explicarse porque los criterios de análisis son variados y raramente precisados, cfr.
blair trujillo. “Aproximación teórica al concepto de violencia: avatares de una def‌inición”,
Revista Política y Cultura, n 32, Medellín, Universidad de Antioquía, 2009, pp. 9-33.
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matemáticos empleados por los economistas para mostrar una relación entre
variables exige precisar con anterioridad el contenido de las mismas. De ahí que
las matrices de correlación no siempre expongan un nexo causal concluyente
entre violencia y desigualdad6.
Más allá de los inconvenientes asociados a los procedimientos de medi-
ción de estos factores, el enfoque económico de los orígenes de la violencia es
percibido como engañoso. Desde un punto de vista ideológico esta aproxima-
ción a las causas de la violencia se emplea en ocasiones para atacar al Estado
de bienestar en favor de políticas represivas de seguridad, reprochándole, de
cierta forma, un incremento en los niveles y modos de la violencia7. Este debate
alcanza especial importancia en nuestro país a causa del eco que ha generado el
discurso que def‌iende la represión como solución al conf‌licto armado, y dado
el incremento de la criminalidad en sociedades que solo conocen de manera
fraccionada el Estado de bienestar8; pero sobre todo en estos momentos en que
la sociedad colombiana está dividida acerca del resultado del proceso de paz
que comenzó hace varios años9.
6 Como lo señalan marcos de barros y mónica viegas, citados por pierre salama. “Infor-
me sobre la violencia en América Latina”, cit., p. 89, mientras que el nivel de vida de los pobres
mejoró más que el de otras capas sociales durante el período analizado, la tasa de homicidios
siguió ascendiendo en la región metropolitana de Rio de Janeiro y en São Paulo para ese mismo
período. Para un jurista la cuestión que surge es la de saber si la def‌inición de violencia, más
allá de la sola tasa de homicidios, hubiese tal vez arrojado un resultado diferente en la matriz de
correlación.
7 La mirada se gún la cual los pobres serían una nueva clase peligrosa aparece soportada desde este
enfoque. “Detrás de la política represiva se revela una f‌ilosofía que atribuye al Estado de Bienestar
la principal responsabilidad por el incremento de la criminalidad. Este sería un Estado permisivo,
que desalienta el trabajo, el esfuerzo y ‘disculpa’ la violencia mediante la insuf‌iciencia del gasto
público. Se trata entonces de culpabilizar a los pobres y de imponer una mutación del welfare
al workfare, de obligar a los pobres a trabajar en vez de esperar una ayuda social”: mamadou
camara y pierre salama. Ob. cit., p. 176.
8 En estas sociedades algunos sectores continúan oponiéndose a las políticas sociales como alter-
nativa para contener el incremento de la violencia, abogando incluso por un sistema de justicia
criminal más severo. “Conservative commentators frequently assert that it is a lenient criminal justice
and juvenile justice system that causes high crime rates or that crime and violence are the result of
cultural decline and something called moral poverty”: ronald c. kramer. “Poverty, Inequality
and Youth Violence”, Annals Am. Acad. Pol. & Soc. Sci., vol. 567, School Violence, 2000, p. 123.
9 fernando cortés mcallister. “Las páginas de paz”, en “Se le tiene” Directorio de pági-
nas blancas, Bogotá, andi, 2016, p. 10. Según información de la of‌icina del alto comisionado
para la paz, el proceso de paz se adelanta en la Mesa de Conversaciones de La Habana con las
farc-ep, la cual “se instaló luego de una primera fase exploratoria en la más estricta reserva y

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