Germán Espinosa y la lección del maestro - Núm. 12, Enero 2010 - Revista Co-herencia - Libros y Revistas - VLEX 217823765

Germán Espinosa y la lección del maestro

AutorJuan Manuel Cuartas R.
CargoDoctor en Filosofía, Universidad Nacional de Educación a Distancia, Madrid. Profesor titular, Departamento de Filosofía, Universidad del Valle. Coordinador del grupo de investigación 'Hermes'. juancuar@univalle.edu.co
Páginas216-228

para Daniel Herrera Restrepo

Page 216

En más de una ocasión he escuchado a Daniel Herrera decir que la filosofía se encuentra en las obras de los escritores y los poetas latinoamericanos. Venido de un filósofo como él, que realizó a fondo su formación en los archivos Husserl de Lovaina y el seminario alemán, esta afirmación se encuentra cargada de méritos, ya que se trata de una genuina inferencia, surgida acaso de la observación en nuestro lenguaje de las honduras del mito o del poder persuasivo de la narración-argumentación en autores como Ernesto Sábato, Fernando del Paso, Álvaro Mutis, José Lezama Lima y otros. La observación de Herrera está fundada en la necesidad de afirmar un pensamiento, cuando no una traza de identidad cultural sustentada en obras de la beta americana en las que cobran presencia a su manera los problemas fundamentales de la filosofía. Esta idea puede sin dificultad declararse universal, entendiendo que los oficios del pensar filosófico se ofrecen entre los intereses de los escritores y escritoras de todos los tiempos, en tanto que una obra literaria (decir 'clásica' es ya decir bastante), dispone razonamientos y valoraciones de asuntos diversos relacionados con la ética, la libertad, la felicidad, la justicia, lo bello, el conocimiento científico. ¿Qué nos resta por considerar entonces en relación con la observación de Herrera? Que efectivamente hay un espacio para la filosofía en nuestra literatura y que haciendo las debidas salvedades, no resulta descabellado traer a estos espacios de deliberación las tesis filosóficas de aquellos escritores en quienes nos mueve considerar asuntos cruciales de la filosofía, en un gesto similar al que ha llevado a perseguir el estatuto filosófico de la obra de autores como Robert Musil, Thomas Mann, Hermann Broch, Marguerite Yourcenar, Umberto Eco, para citar sólo unos cuantos.

No resulta extraño llegar a un estado de cosas como éste, ya suficientemente retratado en Colombia desde los estudios de la poesía de Aurelio Arturo realizados por Danilo Cruz Vélez, la "Gramática borgiana", de Rubén Sierra, la sonada "refutación del idealismo de Borges", de Luís Eduardo Hoyos, la abundante indagación de las fuentes del pensamiento hispanoamericano adelantadas por Rafael Gutiérrez Girardot y, ¿por qué no?, el intento de quien escribe de Page 217 despejar la "dimensión filosófica de Poeta en Nueva York". En el afán de validar la tesis de Herrera, no se trata de proponer aquí una suplantación de discursos, que la literatura ejerza como filosofía, tanto menos de apropiar métodos como el analítico en orden a despejar el cariz filosófico de la literatura. Las peculiaridades de la literatura imponen límites y circunstancias al tratamiento de problemas como la verdad, el tiempo, la intersubjetividad, el éthos, mientras que los oficios de la filosofía, que intentan responder argumentando y describiendo estados de cosas, alternan entre la bien conocida frase "ir a las cosas mismas", la discusión existencial, las tesis relacionadas con la filosofía de la historia, los metalenguajes, la validez del conocimiento científico. Desafortunadamente lo que Herrera ha vislumbrado no saldrá de sus manos, si bien su recordado "periodismo fenomenológico" 1 puede considerarse un buen intento; como buen maestro nos ha pedido que lo exploremos por él yendo a la literatura latinoamericana con ojos de filósofos para deliberar en ella y alcanzar respuestas sobre lo inmediato del mundo de la vida. Yendo a un ejemplo, del escritor argentino Macedonio Fernández se ha dicho que fue "el gran metafísico de La Plata"; el escritor colombiano Germán Espinosa ha prestado oídos a esto considerando:

La crítica, y muy especialmente la connacional, ha creído hallar hace tiempos cierta propensión metafísica en la literatura argentina. Se esgrimen como argumentos algunos abismos insinuados en la obra de Leopoldo Marechal o en la de Roberto Arlt; pero, en particular, los juegos ensayísticos o narrativos de Borges. Ignoro cuál de las múltiples acepciones que hoy parece tener la voz metafísica se aplica en este caso (Espinosa, 2002: 230-240).

Ahora bien, ¿la observación filosófica que Daniel Herrera invita a recoger de la literatura será de este orden?, ¿mientras que un sesgo metafísico se emplaza en la literatura argentina, qué sucedería en tal caso con las literaturas peruana, brasilera, cubana, mexicana o colombiana? El mismo Espinosa avanza una respuesta: Page 218

Podría ser que el término [metafísica] pretendiera capturar algo equívoco: ya se tratara del solaz de Borges en utilizar la filosofía (y en especial la metafísica) como pretexto para hacer literatura, o de la pasión de otros muchos por erigir, no siempre con resultados felices, la literatura en pretexto para hacer filosofía o, en otras palabras, para producir un pálpito del universo, emanado de la intuición artística (Espinosa, 2002: 230-240).

Herrera recomienda que sea en las obras mismas donde recuperemos una intencionalidad afincada en problemas; se trata -¿cómo no?- de un ejercicio de lectura que reinterprete la literatura yendo más allá de discusiones insustanciales sobre la vallecaucanidad, la antioqueñidad, la costeñidad. La inferencia de Herrera se dispone entonces en un terreno pedagógico de indagación de los usos del lenguaje literario, la construcción de los personajes, el propósito de las acciones (funciones de la violencia, formas de la diferencia, presencia de la muerte, etc.). Imagino ahora que han ocurrido eventos similares en el contexto de otras literaturas, como la alemana, la francesa, la portuguesa, cada que se distingue a autores como Hölderlin, Trakl, Voltaire, Blanchot, Artaud, Pessoa, como autores provocadoramente filosóficos, lo que significa que al día de hoy resulta indiscernible en estos y en otros casos el oficio filosófico del literario.

Obsérvese que no estamos partiendo de preguntas como la de Jacques Derrida: "¿qué cosa es la poesía?", sino acaso: "¿para qué aún pensamiento poético?", formulada por Juan Manuel Jaramillo como comentario a otro interrogante de la misma factura planteado por Rubén Sierra: "¿por qué aún humanidades?" (Sierra, 2000) 2. Lo que identifica Herrera viene a ser, en consecuencia, una alteridad filosófica en la...

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