Metanoia - Daniel Urbina
| Autor | María José Molano Turriago |
| Cargo del Autor | Comunicadora social - periodista. Magister en Derechos Humanos y Derecho Internacional de los Conflictos Armados. Asesora de comunicaciones en temas de víctimas, conflicto armado y memoria histórica |
| Páginas | 101-126 |
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07.
Metanoia - Daniel Urbina
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Cuando sonó el himno nacional, hice el saludo a la bandera y
eso me temblaba todo, yo trataba de pararme derecho y co-
menzó la patica a traicionarme, me temblaba la prótesis, me tem-
blaba la pierna buena y yo pensaba “que no me vaya a caer acá”.
El estadio, pues como hasta ahora estaba abriendo el evento, estaba
casi solo y se escuchaba a todos los colombianos gritando y can-
tando, todos los que estaban ahí apoyándome, y pues eso fue… la
felicidad y el orgullo.
Es imposible no compartir la emoción que siente Daniel Ignacio Ur-
bina cuando recuerda el momento en el que se convirtió en el primer
integrante del Ejército en ganar la primera medalla de oro para Co-
lombia en unos Juegos Mundiales Militares. Esa presea, que conser-
va en un lugar especial de su casa, es el símbolo de la constancia,
los desafíos e incluso los momentos difíciles que lo han llevado a
sentirse orgulloso de lo que es hoy.
17 Comunicadora social - periodista. Magister en Derechos Humanos y De-
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Daniel es un bogotano de 35 años, el tercero de cuatro hermanos.
Sus padres, José Ignacio Urbina Garnica y Nancy Cecilia Urbina
Barreto, que son primos hermanos, se criaron en Pacho, un munici-
pio que queda a un par de horas de la capital. Al recordar su infancia,
evoca las frías mañanas en las que acompañaba a su papá a la Central
de abastos para comprar los alimentos con los que surtían una peque-
ña tienda de víveres que tenían en casa.
Yo era de los niños trabajadores que se levantaban a las 3 de la ma-
ñana para ir a abastos. Todas las mañanas madrugábamos, llegába-
mos a las 7 de la mañana, atendíamos la tienda; me alistaba y me
iba para el colegio. Estudiaba en la tarde y salía del colegio y me iba
para la tienda a ayudarle a cerrar a mi mamá. Igual también uno de
niño se daba su espacio y jugaba; en Abastos yo me quedaba cuidan-
do el carro y leía y hacia otras actividades, igual en la tienda.
También recuerda que siempre fue buen estudiante. Era el más pe-
queño de su salón y le gustaba hacer las tareas antes de terminar las
clases. Se graduó del colegio a los 15 años, mientras que sus com-
pañeros tenían entre 18 y 20 años. A diferencia de muchos de ellos,
nunca le gustó el fútbol; sin embargo, la actividad física fue algo que
estuvo en su vida desde que era niño. Acostumbraba a salir a trotar
con su papá en un parque cercano y junto con su familia practicaban
algunos deportes a manera de hobbie. Durante su adolescencia se
inclinó más por integrarse, junto con su hermana mayor, a un grupo
de taoístas que se caracterizaban por promover la cultura física como
un estilo de vida:
noche iba y se entrenaba; practicamos entrenamiento y luego nos
devolvíamos. Esa fue como la parte de acondicionamiento físico,
digo yo, que me sirvió para entrar también a las Fuerzas Militares.
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