Policía y control urbano de las 'mujeres públicas - Segunda parte. La ciudad, las mujeres y las "mujeres públicas" - Prostitución y "mujeres públicas" en Bogotá, 1886-1930 - Libros y Revistas - VLEX 934591780

Policía y control urbano de las 'mujeres públicas

AutorAndrés Olivos Lombana
Páginas218-269
En las dos últimas décadas del siglo XIX se manifiestan varios
factores que dinamizan el protagonismo de la sífilis en el proceso de
control de la prostitución desde el higienismo y la comunidad
médica, tanto en el contexto internacional como en el nacional.
En el contexto internacional transcurre un largo periodo, desde el
siglo XVI y hasta la segunda mitad del XIX, en el que se transita,
desde el implacable terror que genera el monstruo de la sífilis ante
la impotencia de la medicina y los esfuerzos aislados de algunos
médicos, hasta las acciones preventivas de la comunidad médica
internacional y de los sifilógrafos, desde mediados del siglo XIX.
En el contexto interno, dicha dinámica internacional se refleja en
el proceso que transita del abandono del régimen prohibicionista de
la prostitución al proceso de la tolerancia controlada en las dos
últimas décadas del siglo, proceso que avanza ineluctablemente
hacia el reglamentarismo, promovido y reclamado por los médicos,
la Junta Central de Higiene y la Academia de Medicina. En ese
contexto la comunidad médica reclamará la modernización de la
Policía y su instrumentalización como medio de control y represión
de la prostitución o, lo que para la época significa lo mismo, de las
“mujeres públicas”; tal exigencia de la comunidad médica dinamiza
la transformación de una policía de las costumbres en una policía
para el control sanitario.
Del monstruo de la sífilis a la sifilografía
“La sífilis es una enfermedad infectocontagiosa, sistémica,
producida por una bacteria: el Treponema pallidum. Se adquiere
fundamentalmente por contacto sexual y es transmisible a la
descendencia”.1
En la antigüedad se empleaba la denominación mal venéreo o
enfermedad venérea.2 El político y orador romano Cicerón (106-63
a. C.) utilizó la palabra veneriae para significar los placeres carnales
del amor.
La alusión más antigua que se conoce sobre una venérea se
encuentra en la Biblia, en donde se menciona la enfermedad
venérea que padecía el faraón, en tiempos de Abram.
Según el Génesis, el Faraón, ante la belleza de Sara, no pudo contener
sus deseos de poseerla, pese a tener todo un harem a su servicio. Dice la
Biblia:
Más Yahvé hirió al Faraón con grandes plagas,
A él y a su casa, por Sara, la mujer de Abram.
De acuerdo con San Agustín y San Teodoro de Antioquía, la plaga que
mandó Dios al faraón consistió en una llaga que tenía relación con el
crimen que quería castigar Dios, es decir con una enfermedad venérea
caracterizada por llagas.3
Hipócrates (460-370 a. C.), médico de la antigua Grecia, tanto en
sus aforismos como en otras de sus obras se refiere a una
enfermedad venérea bajo el nombre de podagra o pudendagra o lúe
venérea; y en el siglo XII Alain de Lisle se refirió a lesiones que eran
consecuencia de placeres carnales.4
Después del lento transcurrir de los tiempos medievales, y a
finales del siglo XV, se visibiliza la sífilis en el mundo moderno
europeo, ahora como una plaga epidémica que se extiende desde el
norte de Italia hasta España, Francia y los otros países de Europa
occidental.
Tal epidemia se origina a partir de la invasión a Italia por 30 mil
soldados del ejército del rey francés Carlos VIII: entre julio y agosto
de 1494 los soldados franceses cruzan los Alpes, produciéndose de
allí en adelante una serie de guerras que se prolongarían hasta
1559. Posteriormente, en octubre de 1594, se inicia la epidemia en
Nápoles,5 una vieja ciudad con una larga y conocida tradición de
prostitución.
Sobre las manifestaciones de estas epidemias, a manera de
ejemplo, se menciona lo ocurrido en el siglo XV en la ciudad italiana
de Novara: en esta ciudad se declaró una disentería; los soldados
del ejército sitiador tenían pústulas en la cara y en todo el cuerpo.
“La erupción comenzaba sobre o fuera del prepucio y estaba
constituida por unas pequeñas vesículas. Luego aparecían los
dolores en los brazos y en las piernas. Tenían los pies llenos de
gruesas pústulas”.6
Morbo napolitano, mal gálico, mal de Indias…
En un comienzo la virulenta epidemia empieza a denominarse por
los franceses como morbo napolitano, pero los italianos, y en
general en Europa la denominan morbo gálico, mal gálico o morbo
francés, y en menor medida mal de las Indias, este último apelativo
acuñado por el cronista español Gonzalo Fernández de Oviedo
(1478-1557).
Pero la denominación de esta enfermedad venérea aparece
como sífilis desde mediados del siglo XVI,7 a partir de un poema
escrito en 1530 por el médico-poeta Girolamo Fracastoro (1478-
1553); su obra más conocida es el extenso poema “Siphilis sive
morbus gallicus” (“Sífilis o morbo gálico”) publicado en 1530 (figura
37). Allí relata la tragedia del joven Syphilus, quien fue castigado

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