La protección jurídica a los personajes ficticios - Segunda Parte - Propiedad intelectual. Fundamento y crítica - Libros y Revistas - VLEX 950473102

La protección jurídica a los personajes ficticios

AutorVíctor Meyer
Páginas383-455
383
capítulo 8
la protección jurídica
a los personajes ficticios
Víctor Meyer
introducción
En alguna ciudad de la costa este de Estados Uni-
dos, el banco central está a punto de cerrar por el día
–sus bóvedas se encuentran completamente llenas–,
cuando, de repente, una serie de hombres armados
bajan de una camioneta sin placas y entran al inmueble,
disparan al aire y gritan: “¡Esto es un asalto, nadie
se mueva! Queremos todo el dinero. Niéguense y
ninguno de ustedes saldrá vivo de este edificio”. A
unas cuadras de ahí, un hombre vestido con traje
sastre, camisa y corbata que caminaba por la acera
se detiene repentinamente: gracias a su súper oído
acaba de escuchar dichas palabras, así como los gritos
y llantos de los clientes del banco que están asustados.
Decidido a salvarlos, se dirige a gran velocidad hacia
al callejón más cercano. Mientras corre, remueve su
camisa, corbata y traje sastre para revelar que, debajo
de esa ropa ordinaria, viste un traje acrobático que
se ajusta perfectamente a sus grandes músculos,
384 Víctor Meyer
mismo que tiene un símbolo a la altura de su pecho.
En poco tiempo, llega al banco y sin mayor esfuerzo
destroza la puerta de acero reforzada que permite
la entrada al edificio, misma que había sido sellada
por los asaltantes en ánimos de que nadie pudiese
molestarlos. Estos, al percatarse de la presencia del
“superhombre”, disparan sus armas sin piedad, pe-
ro… las balas no parecen afectarle, rebotan al entrar
en contacto con su cuerpo. El superhombre se acerca
a los delincuentes sin inmutarse mientras las balas lo
impactan. Cuando está lo suficientemente cerca de
ellos, le arrebata a uno su arma y procede a aplas-
tarla con sus manos sin ningún esfuerzo, volviéndola
un pedazo de chatarra inservible. Los asaltantes se
voltean a ver unos a otros, y, comprendiendo que no
pueden hacer nada en contra de este superhombre,
tiran sus armas al suelo y se rinden, esperando ser
arrestados. Los clientes asustados vitorean a su héroe
benevolente, a su salvador, quien deja el inmueble
para regresar a vigilar la ciudad que protege con sus
grandes poderes.
El lector disculpará mi ánimo de introducir este
artículo con un pequeño relato de superhéroes, pero
quisiera demostrar un punto; le pido tenga un poco
de paciencia. Sin que haya mencionado expresamen-
te su nombre, usted seguramente pensará que en el
párrafo anterior me refiero al Hombre de Acero, al
último hijo de Krypton, a Clark Kent, mejor conocido
como Superman. Sin embargo, estaría cayendo en
un error: no estoy escribiendo sobre las hazañas del
superhéroe creado por Jerry Siegel y Joe Shuster para
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Detective Comics o DC, sino sobre un personaje llama-
do Wonderman, el cual aparecía en una historieta de
Bruns Publications. Ahora bien, no lo culpo, ya que,
como habrá notado, Wonderman es prácticamente
una copia de Superman: tiene los mismos poderes,
oculta su traje de superhéroe debajo de su ropa de
diario y se dedica a proteger a los indefensos. La
realidad es que Superman fue plagiado en 1939 por
Bruns Publications y renombrado “Wonderman” (con
algunos cambios estéticos: Wonderman, por ejem-
plo, era rubio); así se determinó en Detective Comics,
Inc. vs. Bruns Publications, Inc. (en adelante dc vs.
Bruns), resuelto en 1940 por la Corte de Apelaciones
del Segundo Distrito en Estados Unidos600.
¿Qué punto trato de demostrar con lo anterior?
Que los personajes ficticios, como cualquier otra
propiedad valiosa, pueden ser y son (constantemente)
hurtados. Existen grandes incentivos para apropiarse
ilegalmente de los personajes ficticios, toda vez que,
por lo menos desde el siglo pasado, son una gran
fuente de ingresos para sus titulares. Superman, por
ejemplo, ha aparecido en múltiples películas, carica-
turas, historietas, videojuegos e incluso en atracciones
de parques temáticos, además de existir muchísima
mercancía que contiene su imagen (desde playeras
hasta juguetes). Hasta finales de 2015, las películas
600 Detective Comics, Inc. vs. Bruns Publications Inc., 111 F.2d 432
(1940), disponible en [www.lexisnexis.com/hottopics/lnaca-
demic/] (en adelante dc vs. Bruns).

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